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2001/12/03 06:00:00 GMT+1

Jiménez Losantos

Me envían el siguiente diálogo que mantuvo hace algunos días en un chat Federico Jiménez Losantos con uno de sus lectores.

«Pregunta.- ¿Ha leído el artículo de Javier Ortiz en el que, sin nombrarle, le acusa de ser un liberal fanático?

Respuesta de F.J.L.- Más vale ser un liberal fanático que un terrorista disimulado.»

La contestación tiene dos aspectos, y los dos ambivalentes.

El primero es la asunción de su fanatismo. No sólo no lo niega, sino que lo reivindica. Eso puede acabar teniendo, a la larga, efectos positivos -como tiene que haber aprendido en la COPE, la confesión del pecado es previa al acto de contricción-, pero de momento resulta preocupante: estamos ante un fanático que sabe que lo es. Que lo es a posta, vamos.

El segundo aspecto de su respuesta adolece de la misma ambigüedad. Que nos diga que, al menos de momento, va a seguir siendo un liberal fanático y proclame que no tiene intención de convertirse en un terrorista disimulado parece, de entrada, tranquilizador. Pero lo mismo hay que interpretar sus palabras en otra dirección. ¿Y si lo que quiere decirnos oblicuamente es que planea convertirse en un terrorista indisimulado? Con él, cualquiera sabe.

De todos modos, qué tío tan raro. Vaya una alternativa: o liberal fanático o terrorista disimulado. Francamente, si a mí me ofrecieran esa opción me negaría a escoger.

Con lo cual llego a un punto que me parece necesario aclarar. Porque he recibido misivas de un par de lectores que han creído entender que, cuando este señor habla de «un terrorista disimulado», se refiere a mí. ¡Qué absurdo! Se trata de una hipótesis sencillamente disparatada. Si el tal Jiménez tuviera constancia de que soy un terrorista, estoy seguro de que cumpliría con su deber ciudadano y me denunciaría en el primer Juzgado que se topara al paso. Que yo me dedicara a ejercer el terrorismo con disimulo no sólo no le dispensaría de ese deber, sino que lo haría todavía más imperioso: el disimulo es, según establece el artículo 22.2º del vigente Código Penal, una circunstancia agravante del delito.

No seamos malévolos. Bastante tiene ya el hombre con ser un fanático confeso -en general, bastante tiene ya con ser como es- para que, encima, lo acusemos de negarse a prestar auxilio a la Justicia.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (3 de diciembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/12/03 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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