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1994/03/30 07:00:00 GMT+2

Italia a vista de papanatas

Lo que mejor caracteriza al papanatas es su inagotable capacidad para pontificar acerca de cualquier materia, y para hacerlo con tanto mayor aplomo cuanta mayor es su ignorancia.

El buen papanatas lo sabe todo y cuenta con firmísima opinión sobre todo. Para sostener que ha estudiado un libro tiene suficiente con ojear lo que pone en la solapa; si una vez vio de lejos a alguien, afirma sin ningún sonrojo que lo conoce como si lo hubiera parido; si se lo presentaron y habló tres minutos con él, le basta y le sobra para proclamarse íntimo amigo suyo; si durante un viaje su avión hizo escala de tres horas en Manila, se dirá filipinólogo. Pregúntenle si sabe de marxismo: le responderá lo del personaje de Maiakovski en La mujer fosforescente: «¿Que si sé de marxismo? ¡Pero si yo estuve en Alemania y conocí personalmente al Anti-Dühring!». Como no sabe de nada, no sabe qué es saber, de modo que nada le impide creer que realmente sabe de todo.

España, última reserva europea de tantas especies animales en vías de extinción, cuenta también con una notable colonia de papanatas.

Los papanatas españoles carecen de hábitat fijo. Unos conducen taxis; otros viven acodados en el mostrador de un bar; hay listillos de oficina y de taller; rurales y ciudadanos...

La subespecie más peligrosa, de todos modos, es la que actúa ante amplia audiencia, o sea, la de los papanatas de este gremio que es el mío, nefanda grey ahora exultante por el resultado de las elecciones italianas. ¡Qué magnífica, qué incomparable ocasión de frivolizar, de mariposear de tópico en tópico, de simplificar hasta la caricatura! Los van a ver ustedes durante estos días: el uno les dirá, cual Obélix, que estos romanos están locos; el otro, que con tanto juez y tantas manos limpias ese país ha acabado hecho un desastre; el de más allá, que los italianos han perdido una vez más la brújula democrática -punto en el cual la referencia al Duce será obligada- y que se han convertido en presa fácil para los nuevos demagogos...

Ha llegado la hora en que a los papanatas españoles les toca mirar a Italia por encima del hombro, con aire de displicente conmiseración.

No les hagan caso. Italia no ha caído más bajo que nosotros. Para empezar, Italia no es Italia: hay varias Italias. Ocurre que buena parte de sus gentes ha entrado a saco en el sancta sanctorum de la vieja política, ha comprobado que estaba podrido y lo ha demolido. Y ahora los hay que están confusos, y los hay asustados, y los hay que se suben por las paredes, y todos son conscientes de que las reglas del juego anterior -con su derecha mafiocristiana, su centro de pega y su izquierda falsaria- no valen ya, pero todavía no saben en qué puede consistir el nuevo juego.

Pues bueno: no están tan mal, si se compara. Aquí ni siquiera hemos emprendido la fase primera: ésa de entrar a saco y demoler lo podrido.

Javier Ortiz. El Mundo (30 de marzo de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de abril de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/03/30 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: españa sociedad italia miscelánea el_mundo 1994 | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Marzo 2012. A 2 años de la veintena y seguimos lo mismo.

Escrito por: flamboyan.2012/04/02 18:03:13.883000 GMT+2

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