Si no fuera por la gravedad de lo que está en juego y por las muchas vidas que corren peligro, sería para troncharse de la risa. Así que nuestro amado Occidente, capitaneado por el baluarte máximo de la libertad, va a lanzar dentro de un par de meses «el ataque más devastador de la Historia» (The Sunday Times) contra Irak, apoyándose en que el Gobierno de Sadam Husein no ha conseguido demostrar que no tenga armas de destrucción masiva, en tanto que al régimen de Corea del Norte lo va a condenar tan sólo a un chorreo y unas cuantas represalias económicas, por mucho que haya expulsado a los inspectores de las Naciones Unidas y proclamado su firme voluntad de desarrollar un arsenal nuclear lo más amplio posible.
Es demasiado descarado. Con Irak, la comunidad internacional se permite violar uno de los principios más elementales del Derecho civilizado -aquel que exige que sea el acusador quien pruebe su acusación, no el acusado su inocencia-; con Corea del Norte, en cambio, se minimiza la importancia de la confesión orgullosa del propio reo, que se ha proclamado culpable y a mucha honra.
No es que a mí, particularmente, me hicieran falta más pruebas. Tampoco a muchos otros. Sabíamos ya de sobra que no se disponen a lanzarse contra Irak porque piensen que Sadam Husein, «ese nuevo Hitler», represente ninguna amenaza insoportable para el Mundo Libre. Pero deberían contar con que hay importantes franjas de la opinión pública occidental que necesitan que se las ayude a creer. El planteamiento que están haciendo es demasiado brutal, demasiado cínico, demasiado burdo.
Según datos procedentes de las propias potencias occidentales, Corea del Norte posee ya alguna bomba atómica («una o dos», según la expresión oficial). Y tiene también misiles de alcance medio, dentro de cuyo radio de acción está, por supuesto, Japón. De acuerdo con los parámetros de la actual doctrina de defensa de Occidente -que no es, desde luego, la mía-, deberían estar saltando todas las alarmas. Pero, lejos de ello, Colin Powell, secretario de Estado de Bush, sostiene que no tienen planes para realizar ningún ataque preventivo, y añade: «Los EUA tienen un amplio abanico de opciones políticas, económicas y, claro está, también militares. Pero no queremos contribuir a crear un ambiente de crisis con amenazas».
Frente a Corea del Norte, prudencia. Y consideración del «amplio abanico de posibilidades». Frente a Irak, en cambio, no hay abanico que valga.
Denle todas las vueltas que quieran a las piezas del tablero. Verán que, al final, sólo hay una explicación para el doble rasero de Washington: Corea del Norte no es más que un pedazo de tierra pobre en medio de una región pobre; Irak son muchos pozos de petróleo en medio de una zona geoestratégica de la mayor importancia. De la zona geoestratégica más importante del globo.
Esto es algo que hasta el más obtuso puede ver.
Hacen mal en ponerse en evidencia tan descaradamente. Pero no es mi problema. Por mí, mejor.
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Post data.
1.- Según escribía lo anterior se me ha ocurrido un chiste horrible.
-Oye -dice uno-. ¿Sabes que Bush ha pedido al Departamento de Estado que incluya a Galicia entre las áreas geoestratégicas de primera importancia?
-¿A Galicia? ¿Y eso por qué?
-¡Ha oído que tiene petróleo!
2.- Pido disculpas a mis correspondientes de toda suerte y origen. Llevo varios días griposo y más joío que un piano, con lo que tengo completamente descuidada la correspondencia. Ni siquiera he abierto el correo. Hoy, por primera vez en los últimos días, he podido hacer algo parecido a dormir. Trataré de recuperar el terreno perdido en cuanto mejore.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (30 de diciembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.
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