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2004/08/12 06:00:00 GMT+2

¿Qué más hace falta?

Ninguno de los prodigios que anunciaron los taumaturgos insignes se ha cumplido *. (Y perdón por servirme de un verso de Miquel Martí i Pol para tan poco nobles menesteres.)

Dijeron que iban a liberar al pueblo iraquí de la tiranía. ¿Y?

Lo primero que contribuyeron a evidenciar es que el llamado «pueblo iraquí» no existe. Que las muy variadas divisiones internas de la población de Irak impiden catalogarla como un solo pueblo.

Lo segundo que quedó demostrado es que una parte considerable de esa población no aceptaba la dictadura de Sadam Husein porque careciera de espíritu de resistencia.

Lo tercero que se vio palpable, meridianamente claro es que mintieron con total desparpajo en cuanto al peligro que representaba el régimen baazista iraquí para la paz mundial.

Lo cuarto, que no les animaba de ninguna manera el deseo de dar paso a un régimen político libre y democrático como el que le exigían a Husein.

Lo quinto, que ni siquiera sus intenciones ocultas estaban bien calculadas: no han conseguido hacerse con la producción de petróleo y ponerla al servicio de sus propios fines.

Es decir, que además de mentirosos e imperialistas, nos han hecho ver que son torpes y necios.

¿Qué más necesita nadie para desolidarizarse de los patrocinadores de esa guerra y mandarlos al mismísimo guano? ¿Cómo puede haber todavía gente que respalde esa intervención?

Cuando leo que por aquí el 80% la rechaza, me pregunto: ¿y ese otro 20%? ¿Cómo la aprueba? ¿Cómo que «no sabe/no contesta»?

Creo que fue Lenin el que escribió que si las leyes de la Física contrariaran los intereses de alguna gente, esa gente las negaría. Me vale la boutade al menos en un sentido: muchos no moldean sus ideas contrastándolas con la realidad, siguiendo la técnica prueba-error, sino que primero miran en qué medida los hechos confirman sus propias querencias y simpatías y, caso de que las contraríen, se niegan a tenerlos en cuenta.

Siempre se me ha hecho extraño, quizá porque siempre he valorado en mucho el aprendizaje de la realidad. Cuanto más incómoda y desazonante me resulta una realidad, más me interesa y más me provoca.

Pero eso tal vez sea así porque no vivo de acomodarme a estas o las otras ideas prêt-à-porter.

¿O sí? Ojo con afirmarlo demasiado rápido.

He de que pensar más a fondo en ello.

 

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(*) Me pregunta una lectora a qué poema de Miquel Martí i Pol me refiero. Creo que ya lo he citado en alguna otra ocasión, porque es uno de mis favoritos. Se titula Ara Mateix, y dice, en la parte a la que me refiero: «Cap dels prodigis / que anunciaven taumaturgs insignes / no s'ha complert i els anys passen de pressa. / De res a poc, i sempre amb vent de cara, / quin llarg camí d'angoixa i de silencis.»

Javier Ortiz. Apuntes del natural (12 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/12 06:00:00 GMT+2
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2004/08/11 06:00:00 GMT+2

Toleradas

Washington promovió una guerra en Afganistán porque -dijo- aquel era un país «gamberro» que hacía cosas intolerables.

Este año Afganistán ha tenido la mejor cosecha de adormidera de los últimos decenios. Según cuentan las crónicas policiales, los mercados europeos están recibiendo ahora mismo una avalancha de heroína de gran pureza, sólo posible por la gran cantidad de territorio afgano que se dedica en estos momentos al cultivo de la amapola, en detrimento de la producción de alimentos, piensos, etcétera.

Huelga decir que esa reorientación tan especial de la producción agrícola afgana no habría sido posible sin la permisividad (al menos la permisividad) del ocupante norteamericano.

Lo cual viene a demostrar que Afganistán ya no realiza actividades intolerables.

Ahora están toleradas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (11 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/11 06:00:00 GMT+2
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2004/08/10 06:00:00 GMT+2

De Zapatero como circunstancia

Zapatero no es Zapatero. Zapatero ni siquiera es Zapatero y su circunstancia. Zapatero es su circunstancia.

Logró la Secretaría General del PSOE por la misma vía que Juan Pablo I llegó a Papa. Como los cardenales no se ponían de acuerdo en qué jefe necesitaban, decidieron ganar tiempo nombrando a uno que no estorbara. Luego se les complicó la cosa. Lo de Zapatero fue de ese estilo. Recuérdense los análisis de los ferrazólogos: al «pobre Zapatero» le correspondía llevarse la galleta frente al PP en las elecciones de 2004, para que el partido fuera forjando un líder capaz de derrotar a los populares en 2008. Pero las circunstancias variaron decisivamente en marzo de 2004, y con ellas la circunstancia de Zapatero. No se hizo presidente; fue hecho presidente.

Una vez en la Presidencia, intuyendo el valor decisivo de su circunstancia, no ha querido hacer nada que pudiera malograrla.

Sabía que estaba obligado a retirar las tropas de Irak, porque salir de Irak era cuarto y mitad de su circunstancia. Sabía que debía anunciar la puesta en marcha de cuatro o cinco medidas sociales, porque adoptar un cierto look social también era consustancial a su circunstancia. Pero ¿y el resto? ¿Qué diablos hacer con el resto? ¿Y si mete la nariz en tal o cual parcela del resto y altera con ello su feliz circunstancia?

Por ejemplo, la televisión pública. Seguro que le vienen sudores fríos pensando qué sucederá cuando el Comité de Sabios se harte de reunirse y emita un dictamen. ¡Horror! ¿Y lo de la ley del aborto? ¿Cuánto tiempo podrá aguantar diciendo que no lo tiene entre sus prioridades, aunque figure en su programa electoral? ¿Y la reforma de la Constitución? ¿Durante cuánto podrá evitar que los Maragall que le apoyan con muchas reservas choquen con los Rodríguez Ibarra que le apoyan también con muchas reservas, pero de signo contrario?

Y Afganistán. Y la Constitución Europea. Y el pacto antiterrorista, que no quiere modificar porque teme que su circunstancia se desgarre por un lado, pero quisiera modificar para que no se le desgarre por el otro.

Zapatero es su circunstancia, pero su circunstancia no para quieta. Maticemos a Heráclito: nadie se baña dos veces en el mismo río -para empezar, porque nadie es dos veces el mismo-, pero hay ríos que cambian sin dejar de ser el mismo río a efectos sociales y hay ríos que cambian hasta convertirse en otros también en la consideración general. Por ejemplo: nadie puede volver a bañarse en un río que se ha secado.

A la circunstancia denominada Zapatero le puede ocurrir otro tanto. ¿Cuánto podrá cambiar sin parecer otra?

O, todavía peor: ¿qué pasaría si el personal dejara de compararlo a cada paso con Aznar y optara por juzgarlo tal cual, per se, sin circunstancia atenuante de ningún tipo?

Javier Ortiz. Apuntes del natural (10 de agosto de 2004) y El Mundo (11 de agosto de 2004).  Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. El apunte se titulaba Zapatero y su circunstancia. Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

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2004/08/09 06:00:00 GMT+2

Chávez

Aunque a veces paso por fases de atonía informativa y me mantengo durante unos cuantos días alejado de prensa, radio y televisión para levantar el ánimo antes de volver a la carga, lo normal es que esté bastante al tanto de las noticias. Pero no de todas. Y no por igual. En consecuencia, me sucede con alguna frecuencia que me piden opinión sobre tal o cual cosa y he de que responder que no opino nada en especial, porque no estoy suficientemente informado.

Me pasó hace dos o tres días a propósito del Fórum de Barcelona. «¿Qué balance haces de su actividad?», me preguntaron. «Ninguno. Para hacer un balance se necesita conocer el haber y el debe, y no es mi caso», respondí. ¿Qué iba a decir? ¿Que algo organizado por esa gente y respaldado por esos patrocinadores no puede estar bien? Me llamarían sectario.

En ocasiones mis lagunas informativas tienen difícil justificación, como no sea la de que en el mundo hay muchos más asuntos importantes de los que ocuparse que tiempo disponible para hacerlo. Me interesé por la situación de Venezuela -especialmente, quiero decir- cuando la intentona golpista, pero he pasado meses sin prestar verdadera atención al detalle de los acontecimientos. Es mi culpa. Ahora llega el referéndum sobre la continuidad de Hugo Chávez y no estoy en condiciones de decir nada que no sepa todo el mundo.

De todos modos, hay cosas que todo el mundo sabe y que, pese a ello, deben ser dichas. Por ejemplo, que Chávez ya ha declarado que respetará los resultados del referéndum, sean los que sean, en tanto la alianza de la oposición no ha asumido ese compromiso.

Por ejemplo, que los miembros de la OEA encargados de supervisar la limpieza del proceso electoral han declarado que el Gobierno de Chávez está teniendo una actitud de escrupuloso respeto por la legalidad, en tanto los representantes de la oposición han anunciado que no se atendrán a la legislación electoral cuando no les dé la gana.

Y lo principal: todo el mundo lo sabe, pero es necesario decir que la CIA ha montado en Chile un gabinete de crisis para seguir con toda atención la marcha de los acontecimientos en Venezuela. Al frente de ese gabinete, que integra a altos responsables de seguridad de cuatro estados de América Latina, está William Spencer, subdirector del Departamento de Asuntos del Hemisferio Sur de los servicios de espionaje estadounidenses, personaje bien conocido como máximo defensor de la tesis según la cual Chávez representa un grave peligro no sólo para su país, sino también para todo el subcontinente, y que ese peligro debe ser yugulado cuanto antes y como sea.

Contando con lo cual, hay que temerse lo peor. O por las urnas o contra las urnas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (9 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/09 06:00:00 GMT+2
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2004/08/08 06:00:00 GMT+2

Así de sencillo

Tengo una memoria bastante caprichosa -muy suya, por así decirlo- que acumula en mi cabeza chorradas a gogó y borra de ella en cuanto me descuido montones de datos de interés. Como me la conozco, suelo tomar nota de todo lo que preveo que se me va a olvidar y necesito recordar.

Cuando cuento esto, siempre hay un gracioso que me interrumpe y dice: «...Pero luego te olvidas de mirar las notas que has tomado, ¿no?». Pues no. Las miro siempre. He conseguido convertir eso en un hábito. Lo que me ocurre a veces es que no se trata de una nota, sino de algo que me llega por correo electrónico. Lo guardo pero, a los pocos días, olvidándome de que anda por ahí, me lo cargo en una de mis frecuentes operaciones de limpieza.

Aviso de esto para justificar lo impreciso de la historia que voy a contar a continuación. Tuve todos los detalles, pero los he perdido con el correo electrónico en el que me llegaron.

Me contaba un lector canario que un preso de ETA confinado en una cárcel de por allí ha cursado un escrito de queja porque en el centro penitenciario de sus sinsabores no se respetan las normas legales sobre consumo de tabaco, cosa que a él le parece fatal. Enterado del asunto un probo columnista isleño, lo tomó como argumento para lanzar una encendida diatriba: habrase visto, tiene narices el canalla: no se corta un pelo a la hora de matar pero es un remilgado con el tabaco, espero que las autoridades penitenciarias se limpien el pompis con su protesta, sólo faltaría que la tomaran en consideración, lo que se merece ese cerdo es que le metan cinco o seis cartones de tabaco por salva sea la parte, etcétera, etcétera.

Supongo que muchos lectores del diario se solidarizaron con tan indignado comentario.

Es gente que no ha entendido -ni entenderá, por mucho que se le explique, me temo- dos ideas clave. Primera: cuando a una persona se le impone una pena de privación de libertad, se la condena sólo a estar privada de libertad. Todo sufrimiento añadido que no venga dado por las exigencias de la propia reclusión está injustificado. Segundo: según los principios del Derecho democrático, la finalidad de la reclusión no es la destrucción del condenado, sino su rehabilitación. No se trata de tomar venganza, ni de aplicar la Ley del Talión, sino de recuperar al reo para la convivencia pacífica.

¿Que al columnista de marras y a sus fervorosos lectores les parecen mal estos criterios? Pues qué se le va a hacer, porque son los principios que fija la Constitución Española y deben ser cumplidos. El recluso conserva todos sus derechos intactos, a excepción de aquellos que expresamente aparecen limitados en la condena que se le ha impuesto. Y, como quiera que nadie es condenado a una pena de privación de salud, los presos pueden reclamar que se cumplan en la cárcel las leyes sobre consumo de tabaco y las autoridades deben atender su demanda.

Es así de sencillo. Aunque a tantos se les atragante, porque el estricto respeto por los derechos y las libertades sigue resultándoles un plato indigesto.

P.D. Añadido al apunte del pasado viernes: ya han subido los precios de las gasolinas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

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2004/08/07 07:00:00 GMT+2

Palmaditas por Gibraltar

Uno de los defectos más antipáticos de la flor y nata del periodismo español es su hipocresía. No digo que todos los periodistas de postín sean falsarios redomados, ni mucho menos. Digo, eso sí, que es un sector profesional en el que abundan los hipócritas.

Si el personal de a pie oyera las conversaciones privadas de algunos periodistas de alto copete, se quedaría de piedra. ¡Fulano, que tanta veneración por la Familia Real muestra en sus escritos, poniéndola de vuelta y media! ¡Zutano, que se bate día sí día también en duelo columnístico en defensa de la honradez de tales o cuales políticos, haciendo mofa de los extraños vericuetos por los que sus patrocinados han accedido al desahogo material del que ahora gozan!

Me he estado fijando durante los últimos días en los recurrentes discursos periodísticos sobre Gibraltar. Supongo que alguno habrá desempolvado sus soflamas patrióticas porque le saldrán del alma (incluida la inevitable gracia sobre «los hijos de la Gran... Bretaña»), pero estoy seguro de que muchos otros lo han hecho para aparentar que creen lo que no creen.

Saben de sobra que, en estos tiempos de soberanías cada vez más limitadas y menos significativas, importa bien poco que la Union Jack ondee en los edificios oficiales de Gibraltar. Son conscientes de que hay lugares del territorio español en los que la autoridad local no pinta mucho más (bien cerquita, Washington ha negado recientemente la jurisdicción de la justicia española sobre la base de Rota). Tampoco ignoran, supongo, que Gran Bretaña tiene más derecho a permanecer en Gibraltar que España a ocupar Olivença, territorio portugués que retiene sin fundamento legal ninguno.

Es de dominio público que muchas empresas -buena parte de ellas españolas- se refugian en Gibraltar para evadir impuestos y también, a veces, para dar cobertura a negocios dudosamente lícitos o directamente ilícitos. No es ajena a esto, ni mucho menos, la desproporcionada actividad que desarrollan en Gibraltar determinadas firmas bancarias genuinamente españolas. Pero de eso no cabe culpar a los gibraltareños (que, sin embargo, acaban siendo los que padecen todas las absurdas medidas de represalia, abiertas o encubiertas, adoptadas por las autoridades españolas).

Sobran las críticas retóricas al Tratado de Utrecht. Lo que el Gobierno de Madrid debería hacer es boicotear los negocios irregulares y perseguir los ilegales que tienen Gibraltar como escenario y que con mucha frecuencia están auspiciados por empresarios y financieros españoles. Y eso es lo que no hace.

Pero los corifeos del sistema saben que abordar así las cosas resulta conflictivo. De modo que optan por seguir hablando de «la pérfida Albión». Como el año pasado. Como el próximo. ¿Para qué? Para ganarse algunas palmaditas en la espalda. De ésas que se canjean a fin de temporada por dádivas y prebendas.

Javier Ortiz. El Mundo (7 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de abril de 2018.

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2004/08/07 06:00:00 GMT+2

No es plan

Me he prometido a mí mismo que éste será el último año que me impongo trabajar durante mis teóricas vacaciones. Me refiero a trabajar en el sentido fuerte de la expresión, con obligaciones que imponen una jornada de ocho horas o más delante de la pantalla del ordenador. No me incomoda -y hasta me divierte, por lo que tiene de gimnasia neuronal- escribir un apunte diario, estar en las tertulias de la radio y hasta, si se tercia, viajar a Bilbao para participar en los debates de ETB (*) una vez por semana. Pero las ocho horas diarias de tarea obligada y no elegida echan por tierra cualquier proyecto que merezca el nombre de vacaciones.

No sé si hará falta aclarar que mi ideal de vida -las vacaciones perpetuas, hasta que la muerte nos separe- no se parece en nada al dolce far niente. Estar mano sobre mano no va conmigo. Lo que busco es una cierta disciplina diaria de lectura y de escritura, algo de actividad pública de tanto en cuanto, un rato para el ocio y, como complemento, su cuota parte de deporte y de trabajo físico. Todo eso proporciona materia más que suficiente para que las 16 horas diarias de vigilia resulten incluso escasas.

¿Podré conseguirlo? Eso espero. Pero para lograrlo el día de mañana parece que no me queda más remedio que chincharme el día de hoy.

Como tantos otros humanos, me evado con ensoñaciones y planes estupendos para tratar de escapar de la realidad, que para mí consiste, hoy sábado, en no menos de ocho horas de trabajo poco o nada gratificante.

Hago planes para olvidarme de que lo de hoy no es plan.

 

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(*) Este mes no he podido participar en los programas de ETB porque, vaya usted a saber en razón de qué misterios, Iberia suspende durante el mes de agosto el 50% de sus vuelos directos entre Alicante y Bilbao. Es decir, que sólo mantiene uno de ida y otro de vuelta. Los dos que a mí me venían bien (el que salía por la mañana de Alicante y regresaba por la noche) se los han cargado. Se ve que en agosto Alicante y Bilbao tienen menos relación que en enero. Quedan algunos vuelos que te llevan a Madrid y que teóricamente permiten enlazar con otros vuelos que conducen al destino pretendido, pero la amarga experiencia me ha enseñado que es extraordinariamente fácil -incluso sin necesidad de que nadie esté de huelga- que esos vuelos te depositen en Madrid cuando el avión de enlace ya se ha largado, con lo que el éxito es total. Así que renuncié a la aventura.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (7 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/07 06:00:00 GMT+2
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2004/08/06 06:00:00 GMT+2

Entre el petróleo y la gasolina

Mi amigo Gervasio Guzmán está que trina con los principales medios de comunicación:

-Pero ¿tú has visto qué cara más dura? Están venga a afirmar que el incremento del precio del petróleo es una tragedia incalculable, que nos va a suponer una crisis enorme. Pero ninguno dice, o lo dice sólo de pasada, que el petróleo lo pagamos en dólares y que, como quiera que el euro se ha revalorizado de manera bastante considerable con respecto al dólar en los últimos meses, actualmente nos sale más barato. Y tampoco le dicen al personal que, de todos modos, el precio del barril de crudo es sólo un componente -y no el más importante, ni mucho menos- del coste final del litro de gasolina. Que los beneficios de las petroleras y los impuestos del Estado tienen un peso bastante más decisivo. Y que tanto las petroleras como el Estado están muy interesados en subir el precio de la gasolina. Las petroleras por razones evidentes. El Estado, porque lo que se lleva de los ingresos producidos por la venta de combustibles no es una cifra fija, sino un porcentaje, de modo que tanto más alto sea el precio, tanto más ingresa.

-Pero también se le dispara el IPC -trato de matizar.

-Sí, algo. Pero comprenderás que, entre que suba el IPC porque la hostelería incrementa sus precios de manera abusiva y que lo haga porque el propio Estado ingresa más y más, no hay para ellos punto de comparación.

Gervasio insiste:

-Hazme caso: están preparando a la opinión pública para que encaje un nuevo incremento del precio de las gasolinas. El Gobierno del PSOE lo autorizará contento por partida doble, porque encima aprovechará para echar la culpa al PP, diciendo que Aznar nos metió en la Guerra de Irak con el argumento de que el derrocamiento de Sadam Husein iba a servir para estabilizar el mercado del petróleo, lo que demuestra que o no tenía ni idea de lo que decía o mentía como un bellaco. ¿Más dinero para el erario y una buena ración de desprestigio para el PP? ¡Perfecto!

Dejo a Gervasio con la palabra en la boca. Salgo a escape para llenar el depósito de mi coche antes de que me salga a precio de oro. De oro negro, pero oro.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/06 06:00:00 GMT+2
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2004/08/05 06:00:00 GMT+2

Gibraltar

Algunas precisiones sobre el asunto de Gibraltar, tan en boga ahora.

1º) Los gobiernos españoles -y en esto no veo demasiada diferencia entre los unos y los otros- siempre han demostrado tener un extraño concepto de la soberanía española. No le dan importancia cuando se trata de cederla, incluso en puntos clave, a determinados organismos supranacionales (la Unión Europea en primer lugar), pero se ponen pesadísimos con ella cuando lo que ven en peligro son tales o cuales aspectos de su imagen o de sus tics nacionalistas tradicionales. Son capaces de ceder sin siquiera pestañear elementos tan básicos de la soberanía nacional como el control de la moneda, pero se ponen de uñas cuando los representantes de una nacionalidad interior reclaman algún poder de decisión en aspectos en los que el propio Estado ya apenas controla nada. Del mismo modo, se llenan la boca hablando de Gibraltar -o, por el lado contrario, de Ceuta y Melilla-, cuando hay extensiones mucho más amplias del territorio estatal en las que, de hecho, el mando está en manos extranjeras. Y no hablo sólo de las bases militares estadounidenses, en las que Washington ha negado que los jueces españoles tengan jurisdicción -y todos tan anchos-, sino también de enormes urbanizaciones costeras, con población más abundante que la de Gibraltar, que en la práctica no son parte de España, entre otras cosas porque ni siquiera puede vivir -relacionarse, comprar, etc.- alguien que no hable inglés.

2º) No puede decirse lo mismo de los gobiernos británicos (ni de la población británica), que tienen un muy superior apego a su soberanía, como ponen de manifiesto cada dos por tres con sus constantes reticencias al proceso de construcción europea. Lo que a cada cual nos parezca ese agudo sentido británico de la soberanía estatal -yo hay veces que les diría que si no quieren pertenecer a la UE se vayan de una vez y dejen de dar la murga- tiene interés para otras discusiones, pero no para ésta: es así, y eso establece una diferencia importante entre los respectivos modos de abordar algunos problemas.

3º) Muchos de los argumentos que los gobiernos de Madrid utilizan para reclamar -siempre a efectos estéticos- la soberanía española sobre Gibraltar podrían ser esgrimidos por los gobiernos de Rabat -y de hecho suelen serlo- para exigir de España la devolución de los enclaves de Ceuta y Melilla.

4º) Los verdaderos problemas que plantea el estatus especial de Gibraltar son de otro género. Un problema, y grave, es el régimen jurídico del que gozan las firmas localizadas en su territorio, cuya opacidad y descontrol fiscal les permite servir de tapadera a toda suerte de negocios irregulares. De ese estatus especial propicio para los chanchullos, los negocios turbios y la evasión de impuestos, están sacando tajada bastantes firmas españolas, incluyendo muy importantes bancos. Otro problema no menor, que en parte es el mismo, lo constituye el contrabando, que las autoridades gibraltareñas hacen como que persiguen pero que en realidad toleran, porque constituye una de sus fuentes de ingreso más interesantes.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/05 06:00:00 GMT+2
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2004/08/04 07:00:00 GMT+2

Decidido por mayoría

Mariano Rajoy ironiza a cuento de los muchos asuntos que pueden solventarse por mayoría. «Por mayoría se pueden decidir muchas cosas: que Zapatero es un estadista, que Rubalcaba es Santa Teresa, que Llamazares es un intelectual y hasta que Rajoy es guapo. Pero una cosa es que todo eso se decida por mayoría y otra que sea verdad», ha sentenciado.

La frase puede parecer ingeniosa. Es una vaciedad. Una vaciedad con trampa.

Por mayoría pueden decidirse muchas cosas, qué duda cabe. Pero las personas e instituciones con capacidad para suscitar votaciones no suelen proponer que se voten idioteces. O absurdos como los mencionados por Rajoy. Así que es casi mejor no ponerlos como ejemplo. Por el aquel de no ridiculizar la democracia.

¿Es cierto que a veces la mayoría respalda con su voto resoluciones que no responden a la verdad? Así lo cree Rajoy. Yo también.

Pero haré dos observaciones a esa común creencia.

La primera: es muy posible que las ideas que Rajoy y yo tengamos de la verdad no coincidan demasiado. Así que me temo que nuestras respectivas verdades no tengan gran valor como parámetro objetivo. Por ejemplo, para mí no era verdad que Aznar valiera para presidente de Gobierno. Y ya ven.

Segunda observación (muy evocada en la vida política, pero también muy olvidada, a lo que se ve): la adopción de decisiones conforme al voto de la mayoría no garantiza el acierto, pero los demás métodos de tomar decisiones lo garantizan aún menos.

Rajoy debería saberlo muy bien. Le bastaría con recordar cómo su jefe no quiso oír el clamor de la mayoría -tan abrumadora que incluso hacía ocioso el voto- cuando le tocó decidir si metía o no metía a España en la Guerra de Irak. Y, convencido como estaba de que la mayoría se equivocaba y lo suyo era la verdad, dio el paso adelante sin sombra de vacilación. En mala hora.

Las ágoras predisponen a la demagogia, pero las bambalinas son el medio preferido por los conspiradores y los urdidores de mentiras. Bush, que también desconfía del voto libre, está ahora decretando alarmas apremiantes basadas en informes anteriores al 11-S. Le han asegurado que cuanto más miedo colectivo cree, mayores y mejores serán sus expectativas electorales. El tejano venido a más también cree que «por mayoría se puede decidir cualquier cosa» y confía en que los norteamericanos se aperciban de que él es, precisamente, cualquier cosa.

Sabemos, por propia declaración, que Rajoy no se tiene por guapo. Ni falta que hace: no se postula para un concurso de belleza. A cambio, me temo que se considera perspicaz, y que por eso se atreve a tachar de «broma» los trabajos de la comisión del 11-M.

Le convendría bajar los humos. Tras haber palmoteado de contento durante meses festejando todas las patrañas de Bush, no le vendría nada mal realizar un sano y reparador ejercicio de modestia.

Javier Ortiz. El Mundo (4 de agosto de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/08/04 07:00:00 GMT+2
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