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2005/03/22 06:00:00 GMT+1

Por puro sentido común

Reclama una y otra vez Mariano Rajoy que se reúna el Pacto Antiterrorista para que el Gobierno y el PSOE le aclaren si han tenido o no reuniones con Batasuna. Los portavoces del Gobierno y del partido que lo sustenta le han respondido ya por activa y por pasiva que no. El sentido común dice que por mucho que se junten en una solemne reunión, los socialistas no van a cambiar su respuesta. No podrían hacerlo. Quedarían en una posición política imposible.

La cosa es tan de cajón que, por mero sentido común, hay que llegar a la conclusión de que, si el presidente del PP pone tanto empeño en que se produzca esa reunión, ha de ser por razones diferentes a las que declara. ¿Qué razones? Eso ya queda al olfato de cada cual. Para mí que se está moviendo para colocar mejor sus peones en el tablero de las próximas elecciones vascas, porque ve que se resquebraja el viejo frente común PP-PSE, que tan bien le funcionó cuando Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros actuaban en la modalidad de parejas. Se da cuenta de que eso deja a su partido no como la vanguardia de un bloque, sino como un reducto del inmovilismo.

Pero ésta es una suposición más o menos lógica mía, no una conclusión indiscutible.

Lo que sí cae por su propio peso -retorno al sentido común- es que el PSOE puede negar con toda tranquilidad que esté teniendo contactos con Batasuna. Primero porque Batasuna carece de entidad legal, lo que excluye la posibilidad de tener una relación formal con ella. Segundo, porque para intercambiar planteamientos, ideas y posibilidades -o simplemente «para tomar la temperatura», que decía Rafael Vera- no es necesario que se reúnan una delegación del PSOE y otra de la ilegalizada Batasuna. Ni siquiera es imprescindible que quien acuda sea militante del PSOE. Basta con que la persona o personas que lo hagan sean merecedoras de confianza y se muestren competentes en la función de correveidiles. Lo mismo cabe decir del otro bando: hay muchas personas que tienen relación con la izquierda abertzale, pero que no se identifican con Batasuna.

Ahora bien, y puesto que de sentido común se trata: me parece del más puro sentido común que el Gobierno quiera saber a qué atenerse con la ex Batasuna más allá de lo que sus portavoces declaren en la plaza pública. Hasta en las guerras más encarnizadas se producen contactos entre los oponentes, deseosos de conocer el estado de ánimo y sondear los auténticos propósitos de la otra parte. Tales iniciativas no dan prueba de debilidad, sino de cordura. Porque es de gente cuerda tratar de poner fin a los conflictos lo antes que se pueda, siempre que quepa hacerlo en las condiciones a las que dé derecho la propia fuerza.

Aunque hay otra cosa que también es de sentido común: a quienes no les interesa en absoluto que terminen los conflictos es a quienes viven de ellos.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de marzo de 2005) y El Mundo (23 de marzo de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/22 06:00:00 GMT+1
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2005/03/21 06:00:00 GMT+1

Contra la dignidad de la vida humana

Puede parecer paradójico, e incluso directamente contradictorio: George W. Bush, el que con tanto entusiasmo aplicó en sus tiempos de gobernador de Texas la pena de muerte y la sigue defendiendo en general, incluso en las condiciones más extremas, ha realizado todas las maniobras legales posibles para forzar que se conecte la máquina de nutrición que ha venido manteniendo en vida meramente vegetativa a una mujer, Terri Schiavo, en una clínica de un estado de Florida, desde hace 15 años y sin posibilidad de recuperación. Ha llegado a fabricar una ley ad hoc, para ser aplicada a una sola persona, y ha utilizado al Congreso de Representantes para desactivar una sentencia firme de un tribunal de estado. Según quienes saben de esas cosas, ambas actuaciones son contrarias a la Constitución de los EEUU y es muy probable que acaben siendo declaradas inconstitucionales.

Pero no hay contradicción ninguna. En ambos casos, lo que ha hecho George W. Bush es erigirse en paladín de las posiciones de los sectores más reaccionarios de la sociedad norteamericana, que es perfectamente capaz de compatibilizar la oposición más cerrada a la eutanasia, activa o pasiva, y la aplicación de la Ley del Talión en que se basa la pena de muerte. En ambos casos, asimismo, ha demostrado su capacidad para violentar el espíritu de las leyes -lo hacía con la pena de muerte, por ejemplo, cuando ordenaba la ejecución de personas que en el momento de cometer el crimen eran menores de edad-, con tal de dar satisfacción a esa fracción ultra del electorado (y, ya de paso, darse también satisfacción a sí mismo).

Estamos ante un caso nada contradictorio de tipejo que desprecia la dignidad de la vida humana en todos los frentes posibles.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/21 06:00:00 GMT+1
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2005/03/20 06:00:00 GMT+1

¿Tiene Patxi López un plan?

Los dirigentes del PP exigen al Partido Socialista de Euskadi, a veces directamente a veces a través de la Ejecutiva central, que retire el llamado plan Patxi López, que califican de «plan Ibarretxe descafeinado».

Lo cierto es que la propuesta del PSE no tiene comparación posible con el proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía presentado por el Gobierno vasco, refrendado por el Parlamento de Vitoria y rechazado por el Congreso de los Diputados. Para empezar, el uno es un texto articulado como ley presentado ante la opinión pública y tramitado en sede parlamentaria, en tanto el otro viene a ser algo así como un documento de trabajo, de perfiles bastante difusos, que enuncia algunas ideas para su discusión en un hipotético foro de diálogo.

La diferencia no sólo es llamativa, sino también relevadora de sus naturalezas totalmente ajenas.

El proyecto de Ibarretxe fue y sigue siendo la pieza central de un plan de voluntad práctica, que puede llegar a contar con las fuerzas políticas y sociales vascas necesarias para seguir estando de un modo o de otro sobre la mesa del poder central. En efecto, los observadores que siguen con más detalle la política vasca creen -y en esa misma dirección apunta también la mayoría de los sondeos que se han efectuado- que no sería de extrañar que la anterior coalición de Gobierno, PNV, EA y Ezker Batua, obtenga en las próximas elecciones la mayoría absoluta. No afirman tajantemente -yo tampoco lo hago- que vaya a suceder tal cosa; sólo que es una hipótesis digna de consideración.

En cambio, se ve mal cómo el plan López podría llegar a ocupar el centro de la escena política vasca. Hay general acuerdo en augurar a su partido una mejoría sustancial de los resultados electorales que obtuvo hace cuatro años, que fueron bastante malos, y hasta es factible que supere en escaños al PP, que está de capa caída, pero con eso no le basta. Ni de lejos.

Es bien sabido que el voto vasco presenta una muy notable estabilidad, visto en sus tendencias generales. De votación en votación, se producen variaciones en los resultados logrados por cada uno de los partidos, pero como fruto de trasvases dentro de cada uno de los dos bloques. Si el PSOE sube, el PP baja, y al revés. La suma de ambos siempre viene a ser la misma: en torno al 40%. Si, en general, el secretario general de los socialistas vascos tiene muy escasas posibilidades de hacer realidad su lema electoral (Patxi López lehendakari), lo que ni siquiera puede imaginar, ni en un atracón de optimismo, es lograrlo sin contar con el respaldo del PP. Nunca le apoyaría para sacar adelante su plan.

Quiero decir con ello que Patxi López ha puesto en circulación algunas ideas para dar cierto contenido a su campaña electoral, lo que es sin duda razonable. Pero un plan, lo que se dice un plan, no tiene.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de marzo de 2005) y El Mundo (21 de marzo de 2005), salvo la nota inferior, publicada únicamente con el apunte. Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Nota de régimen interno. De no haber tenido que sustituir hoy a una compañera del periódico, que me lo pidió hace días, no creo que hubiera escrito nada. Ayer sufrí un cólico muy aparatoso, he pasado una noche espantosa y ahora mismo me encuentro para el arrastre. Si persisto en esa situación, a lo peor mañana me veo obligado a renunciar a escribir.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/20 06:00:00 GMT+1
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2005/03/19 06:00:00 GMT+1

José K, torturado

Decidido: el 11 de abril se leerá en público, en la sede de la Sociedad de Autores, en Madrid, el texto de mi José K, torturado. La representación, que formará parte de un ciclo de teatro leído, pero con cierto aparataje -habrá proyecciones de fondo, música y no sé qué más-, será producida por Robert Muro, dirigida por Sandra Toral y correrá a cargo de Ramón Langa, a quien los más despistados no tardarán en identificar si les digo que es dueño de la voz que sirve para doblar los parlamentos peliculeros de Bruce Willis y Kevin Costner. Un pedazo de voz y un actor que está enamorado del papel, durísimo, que le toca hacer asumiendo ese texto mío, que es un difícil monólogo que dura algo así como una hora.

La gran mayoría de quienes siguen esta página no me han oído hablar jamás de José K, torturado. Nunca me he presentado como autor de teatro, porque no lo soy. Es decir, sí lo soy, porque he escrito el texto de una obra de teatro, pero no me lo creo. No controlo los artificios del teatro y, lo que es peor, no me interesan demasiado. Dije hace años, y no por ganas de hacer una frase redonda, que, una vez vistas las cosas que hizo Shakespeare, me parece una causa inútil ponerse a competir en ese terreno. Tampoco veo que haya muchos actores españoles que alcancen los mínimos exigibles en materia de interpretación. Mis próximos saben que voy poquísimo al teatro -una noche por década, más o menos- y que las raras veces que voy, me duermo.

José K es resultado de una circunstancia muy especial. Di hace muchos años una conferencia sobre la tortura que resultó muy escandalosa -a mi pesar, lo juro- y unos productores de teatro presentes creyeron que el ejemplo en el que se basaba mi alegato podía servir para una obra. Me la encargaron, me hizo gracia el reto, la escribí, me la pagaron, me contaron que todos sus esfuerzos por estrenarla estaban resultado inútiles, porque ningún empresario quería arriesgarse a aceptar una obra tan dura... y yo dije que muy bien, y que a otra cosa. Pero ellos -que no yo- han seguido con el empeño, y eso ha desembocado en esto que os cuento: que el 11 de abril se presentará en público.

No podeís ni imaginaros la vergüenza que me da.

Pero si algunos podéis ir a verla, mejor. Porque lo más bochornoso de todo sería que al final se estrenara y encima no tuviera público.

Ya os tendré al tanto.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/19 06:00:00 GMT+1
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2005/03/18 06:00:00 GMT+1

El simbolismo de la estatua

Está resultando interesante ver cómo y cuántos se están retratando con la polémica sobre la retirada de la estatua de Franco de Madrid.

Tiene su punto comprobar, por ejemplo, que algunos que se mostraron encantados hace unos meses con el derribo de la efigie de Sadam Husein en Bagdad sueltan ahora muy serios que las estatuas son sólo estatuas y que lo mejor es dejarlas en paz.

Me fascina también el argumento de que, a fin de cuentas, las plazas de toda España están repletas de monumentos dedicados a la memoria de personajes muy discutibles, cuando no francamente reprobables, y que nadie ha pedido que se retiren. A decir verdad, lo que me ha extrañado es que, metidos en tales gastos, no hayan recordado que en el parque del Retiro, en Madrid, hay un monumento a Lucifer.

El mero hecho de que existan en la vida pública de este país tantos que no se dan o no quieren darse cuenta de la carga simbólica excepcional que acumula la figura de Franco, máximo representante de cuarenta años todavía recientes de reiteradas y masivas afrentas a los derechos y libertades individuales y colectivos, es indicativo de cómo está el patio. Y de hasta qué punto lo que se discute no es un asunto meramente histórico, sino vivo y coleante. Que se vayan a Berlín a defender que sus plazas exhiban estatuas de un Hitler victorioso y les digan a los demócratas alemanes que a fin de cuentas es sólo un episodio de su Historia. Ya verán qué bien les va.

Hay quien llama la atención sobre el hecho de que el PSOE estuvo ya durante 13 años en el Gobierno y no retiró las estatuas -dicho sea en plural, porque por entonces había varias- de homenaje a Franco. Eso, además de ser una verdad difícilmente discutible, apunta a uno de los problemas de fondo que se encierran en toda esta polémica. En efecto, Felipe González se lavó las manos en el asunto. ¿Por qué? Porque sabía, como lo sabíamos todos y ahora se trata de olvidar, que su mismo Gobierno, por muy socialista que se dijera, era resultado del pacto de respeto a los albaceas testamentarios del franquismo en el que se basó la llamada Transición.

Si la figura de Franco debe ser zaherida y su memoria denostada, ¿qué hacemos entonces con los que llegaron a las más altas cumbres del poder y quedaron atados y bien atados a ellas porque así lo quiso y así lo ordenó él en persona?

Si ahora han descubierto que el franquismo merece ser descabalgado de manera inapelable, ¿qué hacen compadreando con quienes iniciaron su carrera subidos al jamelgo de Franco?

Lo que pretenden es hacernos creer que el franquismo fue Franco, sólo Franco y nadie más que Franco. Y ahí, no: a otro perro con ese hueso.

Incluso, bien pensado, casi mejor que dejen las estatuas donde estaban. Su muda presencia reflejará mucho mejor la verdadera realidad del poder político en España.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de marzo de 2005) y El Mundo (19 de marzo de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. El apunte se titulaba El símbolo de la estatuta. Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/18 06:00:00 GMT+1
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2005/03/17 06:00:00 GMT+1

Carrillo

Estoy de acuerdo: Santiago Carrillo fue un hombre clave en la Transición. Ya sólo falta decidir si para bien o para mal. En mi criterio, para mal.

Ayer le hicieron un homenaje por sorpresa. María Antonia Iglesias le dijo que le invitaba a cenar con Martín Villa y, cuando llegó, se encontró con unos 300 comensales, entre los que estaban muchos otros protagonistas de la Transición, a los que se añadieron bastantes intelectuales y artistas de renombre. Curiosamente, muy pocos «históricos» del PCE. De la izquierda radical, para qué hablar.

Yo sabía desde hace bastantes días que ese homenaje por sorpresa iba a producirse, e incluso que se había cambiado de fecha por problemas de agenda de Jordi Pujol, pero mi escaso afecto por Carrillo no llega al extremo de reventarle la sorpresa para fastidiarlo. Huelga decir que no sabía del evento porque me hubieran invitado a participar en él. Los organizadores conocen bien a Carrillo y me conocen lo suficiente a mí como para saber que mi presencia no encajaba ni poco ni mucho en un acto como ése.

Sin embargo, en mi falta de simpatía por Carrillo no hay componentes que se salgan de lo puramente político. Personales sí, porque yo las cosas de la política me las tomo muy a pecho, pero no privados.

Nunca estuve en la órbita del PCE. Me inicié en política a los 16 años, en una época en que los prosoviéticos -y Carrillo lo era- no tenían un gran prestigio en los círculos juveniles radicales de Euskadi. Estaban más en boga las doctrinas revolucionarias tercermundistas y las disquisiciones teóricas de lo que por entonces se llamaba new left. Las posiciones del comunismo oficial español nos parecían timoratas por dos lados diferentes, pero complementarios: por el nacional (vasco, se entiende) y por el social (lo tildábamos de reformista, tanto en el plano local como en el internacional). Nada demasiado importante, visto desde la actualidad. Mis mayores mosqueos con respecto a la gente de Carrillo vinieron cuando, ya volcado en la actividad política, me topé con el lado lúgubre (llamémoslo así) del comunismo oficial. Sería largo de contar, y quizá tampoco tenga demasiado interés, pero llevé muy mal su negativa a hacer nada para oponerse a la ejecución del anarquista Salvador Puig Antich, que dos directos colaboradores de Carrillo me teorizaron personalmente, y, más tarde, el conocimiento preciso de los métodos de los que se había servido la Ejecutiva del PCE para «deshacerse» de algunos disidentes de su propio partido. Admito que, cuando se meten de por medio las cuestiones de ética elemental, tiendo a enfadarme.

Llegados los tiempos de la Transición, Carrillo hizo varias apuestas que consideré rotundamente erróneas. En primer lugar, se mostró dispuesto a aceptar cualquier cosa, incluida la Monarquía y la reconversión de los franquistas en protodemócratas, con tal de que su partido fuera legalizado (y aunque otros no lo fueran). En segundo lugar, se volcó en la promoción del PSOE, en un intento de fabricar su propio y local «compromiso histórico», sin darse cuenta de que, en cuanto pudiera, Felipe González apuñalaría al PCE con auténtica delectación (y ni siquiera por la espalda). En tercer lugar, se acomodó a la aversión de los partidos de orden por la movilización social, haciendo esfuerzos ímprobos por limitarla tanto en extensión como en radicalidad. En cuarto lugar, desactivó la propia fuerza organizada del PCE. En quinto...

Pero para qué seguir. Carrillo fue una pieza esencial en la reforma del régimen. Y en la desactivación de la ruptura.

En este punto siempre me salen algunos argumentando que lo que ocurrió es lo que tenía que ocurrir; que la cosa no daba para más, etcétera. A los cuales siempre respondo que la posible inutilidad de defender una causa justa no vuelve obligada la defensa de una causa injusta.

No sé qué hubiera pasado si Carrillo se hubiera empeñado en defender la ruptura real con el franquismo, al modo en el que los demócratas portugueses rompieron con los jefes de la dictadura salazarista (en un proceso que, por cierto, causó muchos menos muertos que «nuestra ejemplar Transición»). Lo que sí sé es que, si hubiera hecho algo así, me habría sorprendido muchísimo. Lo vi muy a gusto en su papel de enterrador de la resistencia antifranquista.

¿O alguien se piensa que Martín Villa lo homenajea por otra cosa?

Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/17 06:00:00 GMT+1
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2005/03/16 06:00:00 GMT+1

Palabras, palabras, palabras

Ya se sabe, la cosa de Guillermo Shakespeare: «Words, words, words». El palabreo que no lleva a nada. Vanidad de vanidades.

Pero no tuvo razón, por una vez, el viejo Bill. Y supongo que lo sabía. El mal no está en las palabras, sino en el poco caso que hacemos de ellas. Incluidas las nuestras propias.

Ayer, rebuscando entre antiguas canciones -entre mis más antiguos recuerdos-, me reencontré con una de las piezas predilectas de mi juventud. Es de Pete Seeger y se llama así: «Words, words, words». Rezuma melancolía y parece el canto cansado -casi hastiado- de un viejo luchador que no está para mucho más.

Curioso: la canción es de 1967, cuando todo parecía animar al optimismo.

Pete Seeger estaba de vuelta de muchas guerras, incluyendo la de España. Pero siguió combatiendo en todas las siguientes. Y siempre -huelga decirlo- en el mismo bando.

He traducido la letra lo mejor que he sabido, aunque he visto que hay diferencias de cierta importancia entre unas y otras versiones. No importa demasiado. Dice así:

 

WORDS, WORDS, WORDS

Palabras, palabras, palabras
en mi vieja Biblia.
¿Cuánto de verdad conservan?
Si por lo menos las hubiera entendido
cuando salían de mis labios,
¿no habría cambiado mi vida?

Palabras, palabras, palabras
en la vieja Declaración de Tom. (*)
¿Cuánto de verdad conservan?
Si por lo menos las hubiera entendido
cuando salían de mis labios,
¿no habría cambiado mi vida?

Palabras, palabras, palabras
en mis viejas canciones y cuentos.
¿Cuánto de verdad conservan?
Si por lo menos las hubiera entendido
cuando salían de mis labios,
¿no habría cambiado mi vida?

Palabras, palabras, palabras
en viejas páginas ajadas.
¿Cuánto de verdad conservan?
Si por lo menos las hubiera entendido
cuando salían de mis labios,
¿no habría cambiado este mundo?

---------------------

(*) Seeger se refiere -espero no equivocarme- a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, cuyo borrador fue obra de Thomas (Tom) Jefferson. Un texto vibrante y espléndido, una vez desprovisto de sus invocaciones religiosas. O incluso sin desproveerlo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/16 06:00:00 GMT+1
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2005/03/15 06:00:00 GMT+1

Paraísos fiscales

Algún seudoingenuo periodístico se pregunta hoy, a cuento de la razzia de la Costa del Sol, por qué las grandes potencias, los EEUU y la UE en particular, siguen permitiendo que existan los llamados «paraísos fiscales», es decir, los reductos geográficos en los que impera la impunidad económica.

No creo que esté esperando la respuesta.

Los paraísos fiscales son al capitalismo lo que la prostitución al matrimonio católico. Le sirven de contrapeso. Son las válvulas de escape que buscan sus sustentadores para liberarse de la presión que les supone la legalidad formal. Hacen como que está feo recurrir a esas cosas, pero las cuidan como oro en paño.

Tómese el caso de las llamadas «banderas de conveniencia» en la marina mercante. Hay grandes potencias, como los Estados Unidos, que tienen buena parte de sus grandes buques registrada en los países que proporcionan esas banderas, que han tomado el relevo de las patentes de corso. Los barcos tienen el mínimo de papeles, sus fletes lo mismo, el estado del propio barco se revisa cuando le apetece al armador -o sea, mal y cuando ya no queda más remedio- las tripulaciones no están aseguradas, nadie supervisa en serio la titulación de los oficiales, ni su historial... ¡Así da gusto! Se sacan unos beneficios de aúpa.

Hablan de Gibraltar. Como si el estatuto jurídico de la roca fuera el único y verdadero mal. Gibraltar -insisto en el símil- es como un prostíbulo: si careciera de clientes, no funcionaría. Ignoro quiénes son los clientes de ese serrallo fiscal, pero constato la cantidad y la calidad de las oficinas que tienen allí los grandes bancos españoles. Hay en España capitales de provincia que no cuentan con instalaciones bancarias de tanto postín. Los que dicen saber de qué va aquello aseguran que muchos de los clientes del chollo gibraltareño son españoles de pro, de esos que dicen en sus discursos oficiales que la colonia «es una espina que todos los españoles llevamos clavada en el corazón».

¿Que por qué no acaban las grandes potencias con los paraísos fiscales? Porque son parte de su modus operandi. Un capitalismo sin paraísos fiscales sería como un jardín sin estiércol.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (15 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de marzo de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/15 06:00:00 GMT+1
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2005/03/14 06:00:00 GMT+1

Cómplices de clase media

-Sí, todo lo que tú quieras, pero lo cierto es que ahora, gracias a él, en Marbella casi ya no hay delincuencia y puedes pasear tranquilamente por la calle.

Recuerdo muy bien a la buena señora que me respondió así hace ya algunos años cuando me oyó despotricar contra los métodos fascistizantes de su alcalde, el difunto Jesús Gil.

¡Que no había delincuencia! Lo que apenas quedaba era delincuencia menor, de la que practican los raterillos, los tironeros, los navajeros y los salteadores nocturnos. A cambio, la delincuencia internacional de alto standing se había enseñoreado de la ciudad.

Pero a mi discrepante eso no le importaba gran cosa.

-No sé de dónde sacarán el dinero, ni me importa. Lo que me interesa es que se lo gastan aquí.

Si los capi de las mafias de medio mundo decidieron negociar en la Costa del Sol, y bastantes de ellos incluso sentar allí sus reales, fue por dos razones clave: la cercanía del paraíso fiscal de Gibraltar y la permisividad de las autoridades locales hacia sus negocios, en general, y hacia el dinero negro, en particular. Pero, para que las autoridades locales pudieran ser permisivas, lo primero que se requería es que fueran autoridades. Para lo cual se precisaba el voto popular. Porque esto es una democracia, y la vista gorda no se instala en los despachos oficiales si no es con el aval de las urnas.

Dejo la Costa del Sol y viajo algo más al norte. Me detengo en Murcia. Allí se ha atascado el proceso de regularización de la situación legal de la población inmigrante porque un sector muy influyente de la patronal no quiere renunciar a los pingües beneficios que le depara la contratación irregular en tres sectores punteros: la construcción, la agricultura y los servicios. En Murcia, según un estudio realizado recientemente por Cajamar, el 30% de la población ocupada está contratada fuera de los cauces ortodoxos, el 28% de los trabajadores no está afiliado a la Seguridad Social, el 66% de los contratados realiza jornadas que superan el horario legal y el 20% de los empleados con nómina recibe parte de su salario en dinero negro. El resultado de esa situación es un auge espectacular de la economía, que hace las delicias no sólo de la parte menos escrupulosa de la patronal, sino también de las máximas autoridades locales.

El jefe del Gobierno autónomo, Ramón Luis Valcárcel, del PP, está en esa posición. Pero no es una peculiaridad suya. Cuenta con el respaldo de sus muchos electores, que temen que una aplicación rigurosa de la legalidad pudiera frenar el despegue económico de la región, cuya tasa de crecimiento se viene situando durante los últimos años entre las más altas de toda España.

¿Qué tienen de común lo de la Costa del Sol y lo de Murcia? Si alguien no lo ha entendido, le ruego que vuelva a leer el título de esta columna.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de marzo de 2005) y El Mundo (16 de marzo de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/14 06:00:00 GMT+1
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2005/03/13 06:00:00 GMT+1

Sombra para la Costa del Sol

No sé si tendrán pleno fundamento las acusaciones que se vierten contra los detenidos en la operación judicial que está en marcha en la Costa del Sol. Imagino que sí, más que nada por la relevancia de las personas que aparecen implicadas: no es lo mismo lanzar acusaciones fantasiosas contra media docena de chavales vascos acusados de kale borroka, por los que nadie influyente se va a preocupar, que empurar a algunos de los abogados y notarios de más poderío de toda la costa cálida del Mediterráneo. (En ese sentido, tiene su punto de cómica la reacción del Colegio de Abogados de Málaga, cuyo órgano supremo de gobierno, reunido de urgencia, ha expresado «su preocupación» por las detenciones. ¿No deberían estar más preocupados los colegiados por la posibilidad de que entre sus miembros hubiera delincuentes de marca mayor y ellos anduvieran a dos velas? ¿O estaban más iluminados que eso y preferían mirar para otro lado?)

Digo que no sé cuánto de verdad habrá en lo que se está contando, pero añado de inmediato que no sólo no me extraña, sino que -en lo que se refiere a la trama, no a la identidad de sus integrantes, claro está- no hace sino confirmar lo que ya daba por supuesto. Blanqueo de dinero, ramificaciones en muchos países, prostitución, trata de blancas, tráfico de armas, tráfico de drogas, paraísos fiscales (con Gibraltar en primer plano), emporios inmobiliarios... y GAL.

Sobre este punto de la relación de esta trama en vías de desarticulación y la lucha ilegal contra ETA se ha apuntado poco y de puntillas, pero recuerdo que hace muy pocos días un magistrado de pro -cuyo nombre y cuyo cargo lamento no recordar- declaró que las mafias instaladas entre Gibraltar y Alicante, con sede principal en la Costa del Sol, habían gozado hasta ahora de una fuerte impunidad por dos razones principales: por su aportación al desarrollo económico de la zona y por su contribución a la lucha contra el terrorismo de ETA.

Dejando de lado por ahora esa supuesta «aportación al desarrollo económico de la zona», rica en crímenes ecológicos, me detengo en lo de ETA. ¿A qué se refería el juez? No lo sé, pero me lo imagino. Tras el fin de la guerra colonial de Argelia, la costa mediterránea española sirvió de cobijo a buena parte de los integrantes de las bandas paramilitares que habían practicado el terrorismo contra los independentistas argelinos y que no querían -y en bastantes casos no podían, por tener causas judiciales pendientes- volver a Francia. Alguna gente de ésa, de ideología netamente nazi-fascista, formó pandillas gangsteriles que han venido trabajando desde entonces unas veces para sus propios negocios y otras para quienes alquilaban sus servicios. Se sabe que el Estado español estuvo entre sus clientes en la época en que funcionaron los GAL, pero no tendría nada de particular que, habida cuenta de su relación con los ambientes dedicados al tráfico de armas y explosivos, hayan seguido prestando determinados «servicios a la Patria».

En todo caso, lo que se ha puesto en marcha en las últimas horas es una operación contra la delincuencia de cuello blanco que, si se lleva a fondo, puede destapar muchísimas complicidades. Y no sólo con Yukos, o con los negocios del extinto Gil, sino con toda la tupida y muy bien relacionada trama internacional que ha tenido desde hace décadas en Gibraltar la sede primera de sus paraísos fiscales y en la Costa del Sol la sede primera de sus paraísos policiales y judiciales.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/03/13 06:00:00 GMT+1
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