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2005/05/06 06:00:00 GMT+2

¿La hora de la verdad?

Está publicando José Luis Barbería en El País una serie dedicada a la financiación del llamado Estado de las Autonomías que se pretende técnica, pero que rezuma ideología centralista por los cuatro bordes de cada página.

La entrega de ayer, titulada «La hora de la verdad del proceso autonómico», comenzaba diciendo: «Después de haber "disparado con pólvora del rey" durante años, tirando de un talonario que, en realidad, pagaba el Estado, las autonomías comprueban que no les llega el presupuesto».

El párrafo es químicamente puro. O sea: no hay por dónde agarrarlo.

Para empezar: «la pólvora del rey» no existe. Los reyes no fabrican pólvora. Ni nada. Los reyes son intrínsecamente improductivos. Si hay reyes que tienen pólvora, es porque se la han sacado a alguien, de grado o de fuerza. La expresión «disparar con pólvora del rey» es bochornosamente falaz, porque convierte al rey en explotado, cuando los reyes no pueden ser sino explotadores, por definición.

Lo cual no señalo por ponerme tiquismiquis, sino porque ésa es la esencia del rollo que se suelta el señor Barbería.

Añade: «...Un talonario que, en realidad, pagaba el Estado». Es la misma falacia. Si el Estado posee un talonario, y si ese talonario responde a una cuenta corriente con fondos, es porque otros se la nutren. Porque al Estado le pasa como al rey de la pólvora: gasta, pero no produce. Los fondos con los que cuenta el Estado provienen de los impuestos que paga la ciudadanía, que no es propiedad del Estado y que suele vivir en una u otra comunidad autónoma, más que nada porque no tiene otra posibilidad.

Y es que -aunque Barbería trate de hacer como que no lo sabe- las comunidades autónomas son Estado.

Barbería confunde Estado y Administración central. La Administración central es sólo una parte del Estado. Las comunidades autónomas, las diputaciones, los cabildos... y hasta las pedanías, las juntas de distrito y las dependencias del WC municipal del último pueblo autónomo de la comunidad más autónoma que haya, si la hay, son tan Estado como el mismísimo Jordi Sevilla.

A Barbería eso no le entra en la cabeza. Para él, la ecuación fundamental de España es la que dice «Estado = Madrid». Dejando fuera de la idea de Madrid al 95% de la gente que vive en Madrid, por supuesto.

Es su problema. Y el de muchos otros que, militen en el PP o en el PSOE, siguen creyendo que para marchar hacia el futuro es obligado subirse a las cansadas grupas de Babieca. Eso sí: con El País en la mano.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de mayo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/05/06 06:00:00 GMT+2
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2005/05/05 06:00:00 GMT+2

Chulerías de señorito

Escupe el presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en referencia a su homólogo catalán, Pasqual Maragall (y a los catalanes, en general, según parece): «Que se metan sus cuartos donde les quepan».

Primera respuesta, elemental: puesto que dice «donde les quepan» y no «por donde les quepan», lo más lógico es pensar en el bolsillo.

Claro que, de suceder tal cosa, Rodríguez Ibarra se encontraría con un grave problema. Porque la región que preside desde los tiempos de Mari Castaña se mantiene, mal que bien, con la ayuda de los fondos que recibe de los contribuyentes de las zonas del Estado que más aportan a las arcas centrales. Si las gentes de Cataluña se guardaran en la butxaca «sus cuartos», como les ha desafiado a hacer Rodríguez Ibarra con esa chulería suya tan de señorito, ¿con qué fondos contaría él para cerrar las cuentas regionales?

Soy firme partidario de la solidaridad interterritorial. Faltaría más. Pero también defiendo la exigencia de responsabilidades. ¿Qué ha hecho el gobierno de Rodríguez Ibarra por Extremadura? ¿Qué resultados han tenido sus presuntas iniciativas destinadas a estimular el desarrollo económico y la modernización de la región? No me exhiba esta obra o la otra: cada faraón tiene su pirámide. Compare sus logros con los de otras regiones. ¿Cómo explica que Extremadura tenga una tasa de crecimiento tan baja que la perspectiva de convergencia con la media no ya europea, sino española, se aleje, en lugar de acercarse? ¿En qué usa ese señor los cuartos que recibe? O, por emplear su propio lenguaje: ¿en dónde se los mete?

Yo no soy catalán, y menos aún Cataluña, pero sí contribuyente neto a las arcas del Estado. Muy neto. Incluida la primera acepción que da a ese adjetivo el DRAE: «Limpio, puro, claro y bien definido». Aunque ateo, pago religiosamente hasta el último céntimo de los impuestos que me corresponden. Y no sólo para no meterme en líos. También porque creo que de algún lado tiene que salir el dinero con el que se pagan las pensiones, y los hospitales, y la educación pública. Y el apoyo a las regiones que tienen menos. Pero, puesto que es mi dinero, me creo con derecho a pedir cuentas de lo que se hace con él.

Me indigna que se ponga chulo un señor que lleva la intemerata malbaratando la cuota parte solidaria de millones de sus teóricos conciudadanos. Un señor que se dice socialista pero que hace años que dejó de cerrar el puño porque comprobó que así no había manera de extender la mano.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de mayo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/05/05 06:00:00 GMT+2
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2005/05/04 06:00:00 GMT+2

Oier, el gordito

Me manda este correo mi amigo Mikel Iturria, de Donostia:

«Entre los muchos mensajes que tenía pendientes a la vuelta de vacaciones, me he topado con éste que enviaba Elena a la lista de Eibar. Nos cuenta en él que han diagnosticado un tumor ocular a su hijo pequeño de dos años y medio.

»Oigo y leo por ahí que los bloggers somos unos exhibicionistas. Ni entro ni salgo, pero me quedo con este tipo de exhibicionismo, a pecho descubierto; hay párrafos tremendos, como ese en el que cuenta lo que le sugieren las miradas de los niños enfermos.

»Me gusta cómo escribe Elena. Yo lo he traducido al castellano y os hago partícipes de su narración.

»Espero venir con noticias mejores la próxima vez. Seguro que sí. Como, por ejemplo, que Oier se ha curado, como se curó Joxe, quien también anima a la madre y a la familia en este mensaje.

»Un gran abrazo y muchos ánimos a la madre, al niño y a toda la familia.»

Esto es lo que escribe Mikel.

Aquí va lo escrito por Elena:

Oier el gordito tiene un retinoblastoma

Nuestro hijo pequeño, el gordito y parlanchín Oier, de dos años y medio, tiene un retinoblastoma. El retinoblastoma es un tumor cancerígeno que aparece en el ojo. Oier lo tiene en el ojo izquierdo y no tiene tocado el derecho.

El pasado martes teníamos hora con el oftalmólogo. Nos habíamos dado cuenta de que torcía algo un ojo y decidimos que lo mejor era hacer una consulta. Pensábamos que le pondrían gafas o un parche, que tendría algo de estrabismo.

El oftalmólogo se dio cuenta enseguida de lo que pasaba y sin ningún miramiento nos dijo: "Oier tiene un tumor, un retinoblastoma, y ha perdido la visión del ojo izquierdo. Hoy en día hay tratamientos para enfrentarnos al tumor, pero la principal pelea será salvar el ojo". Nos dijo que no le diéramos más vueltas y que le lleváramos al Hospital de La Paz de Madrid, al doctor Abelairas.

A las 8:00 de la mañana del pasado jueves estábamos en la zona infantil del Hospital de La Paz. Le vio el doctor Abelairas y confirmó el diagnóstico. "Retinoblastoma unilateral izquierdo". Estamos así-así de salvar el ojo. Tras hacer una ecografía y los correspondientes análisis, le pusieron un tratamiento que consta de seis sesiones de quimioterapia, a comenzar al día siguiente.

No es fácil entrar en el servicio oncológico de un hospital infantil, no por lo menos sin sentir un puñetazo en el estómago, sabiendo que uno de aquellos es tu hijo. Bebés de meses que todavía van en carro, niños en edad de jugar al fútbol, otros en edad de comenzar a frecuentar discotecas. Había de todo allí. La mayoría con la cabeza tapada. Es tremendo lo que se puede leer en los ojos de los niños que no tienen pelo. Me parecieron miradas tristes, serias, responsables, adultas. Todos a la expectativa en la sala de espera. Daba ganas de fugarse por la ventana mientras el sol entraba en la estancia.

El segundo día, el mismo día en que nos tocaba la primera sesión de quimioterapia, ya estábamos metidos de lleno en aquel mundo. Los niños preguntaban el nombre y comenzaron a jugar con nuestro hijo. Y éste también, como aquellos, empezó con el tratamiento.

Estuvimos toda la mañana en aquel pequeño laboratorio, enchufados al cable, contando cuentos, viendo vídeos, comiendo galletas. Terminamos a eso de las 2:00 de la tarde y nos largamos para casa, hasta el próximo ciclo, dentro de tres semanas.

A eso de las 4:00 de la tarde, comenzaron los primeros síntomas de la "quimio". Oier comenzó a devolver y así se pasó toda la tarde. No podía beber agua sin vomitarla, no podía dormir, porque aunque estuviera sin fuerzas, comenzaba a vomitar. Para cuando llegamos a casa, el niño era un trapo. Entonces le tocaba tomarse la medicina que le habían dado en el hospital contra las náuseas. A los cinco minutos de tomarla, el niño empezó a pedir comida, a comer, a cantar y a bailar. Cenó de maravilla y durmió mejor. Desde entonces, está bien y no ha tenido mayores secuelas.

Ahora el niño está bien. Mañana hemos de volver a que le hagan una resonancia para comprobar si tiene o no tocado el cerebro. Y luego, el día 12, el segundo ciclo de la quimioterapia.

El proceso será largo, seguramente duro, pero Oier se curará.

Hasta aquí la necesidad que tenía de contarlo, una necesidad tremenda. Si acierto con el blog, lo pondré allí. Pero ahora no tengo fuerzas para eso.

Elena.

Éste es el relato de Elena. Realmente conmovedor. Seguro que se ha sentido mucho mejor después de sacar a la luz su pena. La mejor poesía ha sido siempre eso: catarsis.

Ahora voy a decir yo un par de cosas, con perdón.

Sé muy bien de lo que habla Elena. Ingresé a una hija mía en La Paz cuando no había cumplido todavía los tres meses. Hace de eso ahora 28 años. Le diagnosticaron una enfermedad que tenía peor pronóstico que la que sufre Oier. De hecho, nos dijeron que no tenía cura. Que pasarían unos meses y que, al cabo de ese tiempo, moriría.

La operaron a la desesperada, aplicando un método que acababa de ponerse a prueba en Japón, y lograron que fuera aguantando. Eso fue gracias a la pasión, cercana del fanatismo, del equipo médico, pero también a las propias ganas de vivir de la niña.

Vi en aquellos tiempos en La Paz a muchos críos como los que describe Elena. Críos adultos. Renacuajos curtidos. Serios. Responsables. Pero también con ganas de jugar, y de reír, y de contarse sus cosas. Todo a la vez.

Al cabo de 12 años, mi hija, después de que la gente estupendísima de La Paz le hiciera todo tipo de bricolajes quirúrgicos para mantenerla en vida, y gracias a los avances que había experimentado la medicina durante ese tiempo, pudo ser sometida a la operación definitiva -en la medida en que en esta vida algo es definitivo- y convertirse en una ciudadana normal, que tiene que tomar algunos medicamentos no demasiado molestos y pasar de vez en cuando alguna revisión. Pero eso es todo. Tiene 28 años.

Cada caso es irrepetible pero, sea como sea, Mikel, díselo a Elena: evolucione la enfermedad del gordito Oier como quiera -no sabe cómo deseo que sea por la mejor vía- que tenga en cuenta que la experiencia les va a marcar a todos. A ella, a su mozo... y a Oier.

Mímense muchísimo entre sí, que las desgracias las carga el diablo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de mayo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2010.

Por fortuna, Oier está bien.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/05/04 06:00:00 GMT+2
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2005/05/02 06:00:00 GMT+2

Políticos que sobreactúan

Cuando los políticos sin principios -o con principios malamente definidos que se pierden en las brumas de sus difusos orígenes- pretenden hacer como si tuvieran un código de conducta estricto, les ocurre lo mismo que a los malos actores que no acaban de comprender el personaje que interpretan: o se quedan cortos y no dan la talla o se pasan y sobreactúan.

He leído que el líder de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, ha lamentado los enfrentamientos que se están produciendo entre el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, y la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre. Ha pedido a ambos «un ejercicio de mesura y de sentido común para que dejen sus enfrentamientos».

La cuestión no es que ese llamamiento sea hipócrita. Lo peor es que todo el mundo se da cuenta de que lo es. Suena a hueco. Nadie ignora que Simancas desea todo lo contrario, en realidad. Trata de darse aires de estadista de altos vuelos pretendiendo que está por encima de esas pequeñeces, porque para él lo que prima es «el interés de todos los madrileños», pero resulta cualquier cosa menos creíble. Todo quisque sabe que el PSOE madrileño, con el propio Simancas al frente, viene esforzándose en alentar el enfrentamiento entre Gallardón y Aguirre, y que está encantado de que vaya a más.

Y además hace bien. Y no sólo porque eso conviene a sus intereses partidistas, sino también porque, en contra de lo que él mismo alega con aire toscamente jesuítico, ese enfrentamiento no perjudica en nada a los intereses de la ciudadanía de la CAM.

De hecho, la rivalidad entre las administraciones local y regional representa un buen estímulo para ambas. Empuja a cada una de ellas a tratar de demostrar que es más eficaz y más útil que la otra.

Es cosa frecuente en países de larga tradición democrática que el electorado se incline por políticos de diferente signo según de qué elecciones se trate: locales, regionales, para los órganos de poder central... Lo hace precisamente para empujarles a rivalizar y a vigilarse mutuamente. Entiende que, gracias a esos contrapesos de poder, ningún partido puede sentirse por encima del bien y del mal, inmune a la crítica. En este caso, Gallardón y Aguirre son del mismo partido, pero como si no lo fueran.

Simancas lo dice todo pensando sólo en qué caerá mejor y qué peor. No se para a meditar en qué sentido tiene lo que ha afirmado, en el supuesto de que tenga alguno. Menos aún repara en si lo que dice tiene alguna relación con lo que hace.

Sobreactúa constantemente. Y el público lo nota.

No trato de emitir un juicio ético sobre la actuación de Simancas. No haría al caso. Le hago una mera observación técnica: cuando un prestidigitador no sabe esconder sus trucos, la gente acaba por no pagar la entrada para verlo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de mayo de 2005) y El Mundo (4 de mayo de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. El apunte se titulaba Sobreactuantes. Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/05/02 06:00:00 GMT+2
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2005/05/01 06:00:00 GMT+2

Amigos sobre la marcha

No sé cómo un misántropo como yo se las arregla para hilar la hebra con tanta gente. Hoy me he topado en un garito de Playa del Carmen -sigo en la costa de Quintana Roo, en el Yucatán mexicano- con un barbudo delgadísimo y de una pulcritud personal que no faltaría quien considerara más que discutible. En cosa de nada, ya estábamos charlando sobre la vida en general y sobre su vida en particular.

He sabido que es nieto de un canario que se vino para México y se enamoró de una nativa. Él nació en México DF, pero no le entusiasmó la capital -le aturdía, dice- y, tras tener dos hijos (Sebastián, que acaba de cumplir los 12, y Santiago, el menor, si se me permite la broma evangélica), decidió trasladarse a vivir a Palenque, Chiapas. Le gusta. Ahora está de bolos, en la costa.

Pinta al óleo con los dedos unas micropinturas muy curiosas. Todas muy hábiles, pero la mayoría sólo resultonas, para que los turistas se queden pasmados y le dejen unos dólares. Aprovecha las líneas de las huellas digitales para generar los trazos. Algunos de sus cuadritos muestran un punto de inspiración. Se apaña así.

No tiene ningún inconveniente en reconocer que lo que gana de día se lo bebe de noche, aunque para mí que habría sido más exacto decir que se lo bebe de día y de noche.

En un cuarto de hora, él, un amigo suyo, cubano desdentado, otro que apenas hablaba pero que se fijaba mucho -he tardado en saber si era un hombre gordo lampiño o una mujer gorda sin tetas- y yo hemos alcanzado un alto grado de complicidad. Nos hemos reído de todo lo que se nos ha ocurrido.

Le he comprado dos de sus cuadritos, los que más me han gustado, a 50 pesos cada uno. Ha puesto una dedicatoria muy cariñosa. Al reverso, claro, porque son microcuadros.

Al final, como quien cruza un Rubicón, me ha preguntado:

-¿Simpatizas con Castro?

-No -le he respondido-, pero menos todavía con el anticastrismo de Miami. Me llevo mal con todos los poderes y me cargan todos los farsantes.

-Vale, pues, Javier -me ha dicho, con una sonrisa de oreja a oreja-. Ya somos definitivamente amigos.

Y nos hemos despedido para siempre.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de mayo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/05/01 06:00:00 GMT+2
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2005/04/30 06:00:00 GMT+2

Extranjeros

I

Hablo con un camarero mexicano, de aspecto maya (digo yo, pero muy a ojo, porque con todo lo que yo ignoro sobre los mayas se podría montar un larguísimo curso de verano).

-¿Qué tal España? -me pregunta.

-No sabría decirte. Según los días.

-¿Y de qué parte de España es usted? -trata de profundizar.

-De Euskadi.

-Ah, no me suena. ¿Hace buen tiempo por allí?

-De este estilo. Tropical -le digo, burlón, para ver hacia dónde deriva la cosa.

-Yo soy del Real Madrid. Me encanta Ronaldo -me confiesa con tal inocencia que sólo me puede suscitar ternura.

-Yo de la Real Sociedad -le pongo a prueba.

-No conozco.

-Te lo perdono -le absuelvo, en plan ecuménico.

Insiste en darme conversación:

-¿Y qué tal España para ir a trabajar?

-No lo sé. Para contestarte, debería saber cómo vives aquí y cómo podría irte en España. Sólo puede decirte que aquello está muy lejos de todo lo tuyo y que allí tampoco atan los perros con longanizas.

Me mira con ojos como platos:

-¿Qué quiere decir eso?

-Que quizá hicieras bien en tratar de salir adelante en tu propia tierra. Todos deberíamos intentarlo. Aunque no siempre se puede, ya sé.

 

II

Ha salido una estadística que dice que en España hay 3,69 millones de emigrantes.

Algunas estadísticas son para partirse de la risa.

El dato que constata ésta es el de la población extranjera registrada. Pero, ya para empezar, en España hay del orden de un millón de residentes extranjeros que no son inmigrantes, porque se trata de jubilados, casi todos procedentes de la Europa fría, que ya no están en edad laboral, ni ganas. Son más bien, por así decirlo, turistas fijos, que están instalados en la costa mediterránea y en los dos archipiélagos.

En segundo lugar, para fijar el número real de emigrantes deberían ser capaces de contabilizar la inmigración ilegal, sumergida, lo cual es directamente imposible. Cabe hacer estimaciones, como mucho. Pero no dar cifras fijas.

Tienen ideas sobre la parte de la realidad que han estudiado. Pero la realidad, en estos tiempos de ahora, es difícil de estudiar.

Hay demasiados intereses en contra de que sea conocida.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (30 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/30 06:00:00 GMT+2
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2005/04/29 06:00:00 GMT+2

Dos Méxicos

Ayer visité las ruinas mayas de Chichen Itza.

Algunos lectores me han preguntado que qué tal las ruinas.

Respondo: bien, gracias. En su sitio.

Subí a una pirámide de mil pares, altísima, llena de jeroglíficos, escalón a escalón, como si me fuera la vida en ello.

Llegué arriba hecho una mierda. Bajé todavía peor.

Supongo que la gracia consistía en demostrarme que era capaz de hacerlo. Tengo comprobado que basta con que me digan que algo es difícil, complicado o arriesgado para que me entren ganas de intentarlo.

O sea, que no soy más que otro idiota competitivo.

Cuando volví al campamento-base (o sea, al hotel que está al pie de las ruinas), me metí bajo una ducha y estuve un cuarto de hora dejando que el agua fría hiciera lo posible por reparar mi deterioro total.

-¿Qué tal? -me preguntó un compañero de travesía que, pese a tener treinta años menos, estaba igual de destrozado que yo.

-Excelente -le contesté-. He entrado muerto y he salido sólo agonizante.

Se lo tomó como una humorada. Era un diagnóstico científico.

Pero no fue eso, ni mucho menos, lo que más me impresionó de la excursión.

Lo que me dejó más hecho polvo, con diferencia, fue la contemplación de la miseria, la inseguridad y la desasistencia en las que malvive la población de los estados unidos mexicanos de Quintana Roo y Yucatán. Chozas. Carreteras mugrientas con cientos de chozas a los lados, cada una con sus cuatro gallinas que se meten por delante de los coches destartalados que circulan con la indiscutible ayuda de Santa Rita, abogada de imposibles. Perros que sestean, a falta de algo mejor que hacer. Ni un cultivo. Tiendas que dan grima. Algunas mujeres que barren con tenacidad fanática entradas de cabañas que no tienen la más mínima posibilidad de llegar limpias a la media hora siguiente. Y niños. Y niñas. Muchas. Jugándose el tipo sin conciencia de estar haciéndolo, corriendo delante de los coches, rivalizando con las gallinas, cruzándose a su aire.

Y que sea lo que Dios quiera.

Comprendí por qué los tour operators han montado los macrohoteles de la costa, la famosa Riviera Maya, con su Cancún y toda la pera, en los que es posible pasar todo el tiempo que sea, semanas y semanas, sin necesidad de salir de sus enormes complejos, en los que hay de todo y todavía más.

Se trata de que el turista no se entere de dónde está.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (29 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/29 06:00:00 GMT+2
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2005/04/28 06:00:00 GMT+2

Objeción de conciencia

Al PP le parece bien que los alcaldes pertenecientes a su partido se nieguen a certificar matrimonios gays.

Vamos a ver. Cuando alguien asume el cargo de alcalde, se compromete a atenerse a las leyes vigentes, y a aplicarlas. Y si la ley dicta que los alcaldes deben cursar las peticiones casamenteras de las personas que lo soliciten en forma debida, sea su sexo el que sea, a ellos no les queda más narices que hacerlo. Les guste más o menos.

Si el PP fuera un partido propenso a la insumisión contra el Estado, no diría nada. Respeto mucho a los insumisos. Pero la gente del PP, Acebes mediante, suele transitar por las antípodas. Resulta tirando a chocante que el mismo partido que ha coreado el procesamiento de tres miembros de la Mesa del Parlamento Vasco porque se negaron a aplicar una sentencia del Tribunal Supremo que interfería en terrenos que no son de su competencia -según el criterio de los procesados, respaldado por el de un buen número de reputados juristas y avalado en último término por la Fiscalía General del Estado- predique ahora que se incumpla una ley que podrá gustarle más o menos, pero que es inequívoca y que, a efectos procesales, no tiene vuelta de hoja.

Insisto: no me cuesta nada aceptar que haya personas a las que la aplicación de una determinada ley les fastidie de lo lindo. Lo acepto: si hay alcaldes del PP que no quieren sancionar matrimonios homosexuales, están en su derecho.

Pero no como alcaldes. Si sus convicciones más íntimas les impiden colaborar en una ceremonia así, si consideran que hacerlo los colocaría en una senda de degradación moral comparable a la que llevó a algunos a cerrar los ojos ante el horror de Auschwitz, como ha dicho el cardenal emérito de Barcelona, Ricard María Carles -supongo que sin pretender con ello enlodar la memoria de Pío XII-, entonces nada les impide mostrar su perfecta coherencia y dimitir del cargo.

Imagínense ustedes lo que sucedería si hubiera alcaldes que se negaran a colaborar con la Iglesia católica por razones de principio, en rechazo de su comportamiento, y que no le permitieran usar las calles para procesiones, por ejemplo. Pondrían el grito en el cielo.

¿Dimitir? ¿Asumir las obligaciones del cargo? Sólo a ellos les corresponde evaluar qué pesa más en la balanza de sus devociones: si el bastón municipal o el hisopo episcopal.

Admito que, si optaran por la dimisión, me tomaría en serio su objeción de conciencia. Porque los gestos de desobediencia que acarrean un perjuicio para los propios intereses materiales son los inequívocos. Recordemos el ejemplo que dieron los muchos jóvenes que hace no tanto se avinieron incluso ir a la cárcel para mostrar su rechazo a las armas.

No les pido que se dejen llevar a la arena del circo para que los leones los destrocen. Sólo que demuestren que se toman su fe más en serio que su sueldo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (28 de abril de 2005) y El Mundo (30 de abril de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/28 06:00:00 GMT+2
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2005/04/27 07:00:00 GMT+2

La dictadura del relativismo

En el discurso cumbre que pronunció antes de su designación como Papa, Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, lanzó una diatriba muy singular contra lo que llamó «la dictadura del relativismo».

No he visto que esa requisitoria haya merecido las exégesis necesarias.

«La dictadura del relativismo» es un concepto absurdo. Es una pura contradictio in terminis. Por las mismas podía haberse metido con el dogma del antidogmatismo. O con la libertad opresora. O con la oligarquía democrática.

El relativismo es el alma viva del conocimiento científico. Sólo quien duda de la exactitud de sus ideas puede sentirse impelido a ponerlas a prueba y, llegado el caso, a descartarlas, o a restringir su campo de validez, abriendo paso a ideas nuevas, ellas mismas igualmente cuestionables.

El elogio general del dogmatismo que hizo el nuevo Papa -al que, por cierto, ignoro por qué llamamos por aquí Benedicto, en vez de Benito, que es lo mismo, pero más fácil- no resulta sólo llamativo por lo que tiene de hostil a la esencia misma del pensamiento científico, sino también porque desdeña la propia experiencia de la Iglesia católica, tan abundante en errores, a veces muy aparatosos, e incluso sangrientos, cometidos en nombre de tales o cuales dogmas.

El dogmatismo es esencialmente excluyente y agresivo; el relativismo, de natural pacífico y tolerante. Nadie de espíritu relativista habría montado la Santa Inquisición, ni las Cruzadas. Ningún relativista habría propiciado el asalto de Béziers, en el que los soldados adictos al Vaticano pasaron a cuchillo a 20.000 personas, incluyendo mujeres y niños, en nombre de la ortodoxia católica.

Las personas propensas al relativismo renuncian a considerar las ideas y los comportamientos de los humanos conforme a un patrón universal único. Saben que muchos fenómenos que les resultan extravagantes, o incluso aberrantes, se explican -aunque no se justifiquen- a partir de su vinculación con tradiciones culturales que les son ajenas.

Benedicto XVI debería sentirse agradecido a los progresos del relativismo cultural. Porque, de no ser por ellos, sería imposible entender que las sociedades civilizadas modernas acepten la pervivencia de un Estado como el que él ha pasado a encabezar: un Estado que niega la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, que proscribe las libertades de expresión, de asociación y de culto, que rechaza el sufragio universal y elige a sus mandatarios por cooptación... Y paro, que tampoco es cosa de recorrer toda la Declaración Universal de Derechos Humanos.

«Hay que entender que el Vaticano es un Estado, sí, pero que responde a unas pautas muy especiales», replican algunos. Sí, a las pautas de la teocracia. Que sólo valen para quienes creen que algunos mandan «por la gracia de Dios».

¡Ah, si la democracia fuera dogmática!

Javier Ortiz. El Mundo (27 de abril de 2005). Basado en el apunte La dictadura del relativismo, más extenso y publicado unos días antes. Subido a "Desde Jamaica" el 1 de mayo de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/27 07:00:00 GMT+2
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2005/04/27 06:00:00 GMT+2

Olvidarse de todo

(Quintana Roo, México)

-Ese viaje al Caribe mexicano te va a venir de cine, ya lo verás. A ti lo que te hace falta es descansar a fondo durante unos días y olvidarte de todo.

Mi buen amigo Gervasio Guzmán lo tenía clarísimo.

Es increíble que, después de tantos años, siga sin conocerme.

No quiero olvidarme de todo. O, para ser exacto: no sé olvidarme de todo. Si me olvidara de eso que él llama «todo», no sería yo.

Mi primera preocupación, llegado a este extremo del mundo, fue comprobar qué emisoras de radio se captaban con el pequeño pero potente transistor que me he traído. ¡Dos mierdas de radio fórmula tipo 40 Principales! «Estamos en una zona muy mala para la captación de ondas», me explicaron en la recepción del hotel. «¿También en onda corta?», me extrañé. «En todas las bandas», me respondió un amable conserje de permanente sonrisa beatífica.

Vale. Genial.

Tras conseguir una conexión a internet -obsesión mía que aquí todo el mundo ha considerado una excentricidad, y que ya me han anunciado que me será cobrada a precio de tal- lo primero que he hecho es mirar la prensa española, para ver de qué iba. Luego he visitado las webs de Radio Nacional y Radio Euskadi, aunque, como la conexión a internet que me han proporcionado es malísima, las he oído sincopadas, intermitentes.

Lo que he visto y oído me ha reconfortado mucho, de cualquier manera, porque he comprobado que todo sigue más o menos como lo dejé hace dos días, aunque un poco peor, para variar. Está bien constatar que España no me necesita en absoluto para empeorar.

Mañana me espera un día apasionante de visita a ruinas mayas. Día completo, de 7 de la mañana a 6 de la tarde. ¿Para qué haré yo estas cosas? Como si no me bastara con la contemplación diaria de mi propia persona para saber cómo es una ruina antiquísima.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de abril de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/27 06:00:00 GMT+2
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