2005/07/08 06:00:00 GMT+2
Sorprende la enorme cantidad de editorialistas y comentaristas del Primer Mundo que afirman hoy con perfecto aplomo que la terrible serie de atentados que se produjo anteayer en Londres «no tiene ninguna relación con la guerra de Irak». ¿Cómo lo saben?
Aducen que antes del ataque angloamericano contra Bagdad ya se habían registrado atentados de este tipo en sitios muy diversos del mundo.
El argumento no se tiene en pie. Todo depende de qué se entienda por atentados «de este tipo», de en qué fecha se fije el inicio de las hostilidades, del número de gobiernos que cada cual sume al campo tenido por agresor... Nadie -salvo los propios autores de los atentados- conoce sus motivaciones exactas, pero no veo cómo cabría descartar que lo sucedido ayer en Londres esté íntimamente relacionado con el papel que está jugando Blair como primer aliado de la cruzada mundial de Bush.
Algo semejante se debe objetar a quienes afirman que la masacre de anteayer no puede vincularse «de ninguna manera» con la designación de Londres como sede olímpica del 2012. De acuerdo en que una serie de atentados como ésa no se planifica y ejecuta en menos de 24 horas. Pero nadie en su sano juicio puede desdeñar la posibilidad de que la acción hubiera sido preparada hace tiempo y que sus autores estuvieran a la espera del momento en que su ejecución les pudiera proporcionar un mayor rendimiento propagandístico. De atenernos a las normas de lo que se conoce como «propaganda armada» -porque de eso se trata-, lo extraño sería más bien lo contrario.
Las simplificaciones son muy cómodas. Nada más confortable que describir lo sucedido anteayer en Londres como el fruto del desvarío sangriento de un puñado de fanáticos enloquecidos que no soportan lo muy sensato, lo muy demócrata, lo muy libre y lo muy confortable que es el mundo occidental, tan bien representado por el G8.
Más complicado es buscar un punto de equilibrio político y mental que permita a la gente de bien sentir repugnancia por métodos tan inicuos como los empleados por los terroristas de Londres (y de Madrid, y de Nueva York, y de Bali) y, a la vez, no dejarse engañar por las bellas melifluas palabras de gente como Blair, como Bush, como Sharon, como Giscard, como Putin... Es decir, de la gente que defiende a capa y espada un orden universal despiadado y corrupto.
Ya sé que no es lo mismo cortar fríamente el cuello a una niña en un vagón del metro o hacer que salten en pedazos cuatro docenas de viandantes anónimos que firmar una orden de bombardeo en un despacho lujoso, o ratificar una ley solemne que autoriza la tortura, o respaldar un préstamo usurero a gran escala que generará más y más pobreza en más y más pobres.
Ya sé -digo- que no es lo mismo. Pero me pregunto si no será lo mismo sólo porque cada monstruo está especializado en sus propios horrores.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de julio de 2005) y El Mundo (9 de julio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 5 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/08 06:00:00 GMT+2
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2005/07/07 06:00:00 GMT+2
Me lo dijo secamente José María Aznar pocas semanas antes de acceder por primera vez a la Presidencia del Gobierno español: «Es usted una persona muy suspicaz». Lo dijo porque le había dado a entender que desconfiaba de la sinceridad de su distanciamiento ideológico del franquismo. Acertó de lleno: soy propenso a sospechar. (*)
Pero desconfiar de la pureza de las razones que han llevado al Comité Olímpico Internacional a designar a Londres como sede de los Juegos Olímpicos de 2012 no me parece que sea ningún exceso. Ha cantado mucho.
No dudo de que, con siete años por delante, las autoridades británicas podrán poner en pie las infraestructuras necesarias para la celebración del acontecimiento, pero el hecho concreto es que, a día de ayer, su proyecto apenas tenía existencia fuera del papel. En comparación con los preparativos realizados por París y por Madrid, la candidatura de Londres era casi una broma.
Pero fue la elegida. ¿Por qué?
Descartar la oferta de Madrid tenía sentido, principalmente por la cercanía de los Juegos de Barcelona. Además, los trabajos realizados o en marcha en la capital de España tienen utilidad social con o sin Juegos. Madrid puede esperar a 2020 sin mayor trauma. Pero lo de París es muy diferente. Su candidatura había sido rechazada sin demasiado fundamento en las anteriores ocasiones en que se presentó. Volver a echarla para atrás ahora, cuando exhibía los informes más favorables, y hacerlo en beneficio de una capital cuya oferta había sido justamente calificada de virtual, tiene todos los elementos de una humillación.
Dicen los que saben de estas cosas que el Gobierno británico llevaba meses haciendo saber a los integrantes del COI procedentes del Tercer Mundo que, de ser elegida como sede los JJOO del 2012, Londres daría a los equipos de sus países -y a ellos mismos, llegado el caso- un trato «del que no podrían olvidarse jamás». La labor de Blair durante las últimas semanas presentando a Gran Bretaña como la campeona de los intereses de los países pobres, especialmente de África, apuntaría en la misma dirección. Según estos expertos, Blair se habría ganado el favor de muchos miembros del COI apelando a sus estómagos... y a sus carteras. Dicen que lo ha hecho hasta el último momento. Cuentan que el trajín de representantes del COI entrando y saliendo de la suite del premier británico en Singapur parecía salido de una comedia de los Marx Brothers.
El argumento del soborno en todas sus variantes es de peso, pero hay otro que tampoco puede ser menospreciado. Me refiero al hecho de que Londres no sólo representaba ayer en Singapur a Londres; era también -y puede que sobre todo- el no París. En cuanto Estados Unidos registró la derrota de la candidatura de Nueva York, que había presentado sin ningún entusiasmo, puso el grueso de sus influencias al servicio de Londres. No sólo para favorecer a su mejor aliado sino también para impedir la victoria de su actual bête noire, Francia. Una Francia que no sólo aparecía allí como representación de sí misma, sino como emblema de esa vieja Europa que se empeña en constituir un polo de referencia internacional distinto del que reside en Washington.
Algunas autoridades francesas han declarado que, visto lo visto, no tiene sentido que París insista en ser sede olímpica. Es una reacción comprensible, pero muy débil, sin proporción con la afrenta sufrida. Aunque representativa: demuestra la contumaz tendencia de los representantes de la vieja Europa a arrugarse ante la prepotencia de sus oponentes, obren directamente desde Washington o por delegación.
Lo siento por Londres, que es una ciudad muy hermosa y cuya población, cosmopolita como pocas, me parece fascinante. Me temo que la han escogido para un trabajo francamente sucio.
(*) A veces demasiado. Por ejemplo: hace tiempo que me escama la tendencia que muestran los rivales de Lance Armstrong a rodar por los suelos en el Tour de France. Se caen, a veces de manera rarísima. Doy por hecho que ese sentimiento no es sino una manifestación más de mi exagerada -y confesa- tendencia a desconfiar. Por mi maldito modo de ser, tiendo a pensar que si algo puede hacerse, y si ese algo beneficia a alguien, ese alguien se planteará la posibilidad de hacerlo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (7 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/07 06:00:00 GMT+2
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2005/07/06 06:00:00 GMT+2
Rodríguez Zapatero dijo ayer que España no tiene rival en materia de simpatía. Que eso lo sabe todo pichichi.
Un menda al que no identifiqué afirmó horas después en Radio Nacional que «los franceses» son «muy chovinistas, como su nombre indica» (sic), pero que «nadie duda» de que Madrid es una ciudad «mucho más simpática que Londres y que París».
Quienes lo acompañaban en la tertulia vespertina de la radio pública lo respaldaron con un entusiasta «¡Ole!».
Sumo y sigo.
Por esas mismas horas, Javier Mariscal, que es el genio que diseñó el monigote que sirvió de emblema de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, diagnosticó que los logotipos de las candidaturas de Londres y de París son malísimos, y se dedicó a ridiculizarlos. El uno parece -dice- una chorrada con el Támesis como idea bobalicona, y el otro un anuncio de un cierto almacén de juguetes. Sentenciado lo cual, dejó dicho que lo que a él le gusta es predicar el amor, aunque parezca cursi (lo es), y favorecer que entre «la gente» haya «buen rollo». No aclaró cómo se fomenta el «buen rollo» hablando en esos términos de Londres y de París.
Oí todo eso, y tanto más, y me quedé helado pensando que estamos en 2005, y preguntándome en qué condiciones podríamos llegar al 2012.
Por fortuna, todo este disparate va a tener su conclusión, según todas las trazas, hoy mismo.
Menos mal.
Supongo que el Supremo Hacedor me llevará a su lado antes de que llegue el 2012, pero no quiero ni imaginarme lo que hubiera podido ser el trauma de sobrellevar siete años de papanatismo celtibérico llevado a sus extremos de mayor euforia.
Bendito sea el COI, por esta vez. A ver si podemos conjurar la amenaza nuclear roja y gualda que se atisbaba en el horizonte.
( Ya queda poco. Cruzo los dedos.)
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/06 06:00:00 GMT+2
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2005/07/05 06:00:00 GMT+2
Veo en la página web de Gara un reclamo de los sanfermines con un cartel muy cuidado sobre la presencia de toros de Victorino Martín en la feria pamplonesa.
Ya sé que hay un sector de la izquierda abertzale que es muy amante de la tauromaquia. El difunto Jon Idigoras, torero él mismo en sus años mozos, sostenía que el punto de arranque peninsular de la lidia de toros bravos se sitúa en Euskadi, por lo cual, en caso de hablarse de «fiesta nacional», debería entenderse que se habla de la nación vasca.
Aunque fuera así -que me da que no-, me resultaría indiferente. Por el hecho de que una fiesta ritual salvaje no sea estrictamente bárbara (del latín barbarus, extranjero), nada nos obliga a aceptarla. En lo que a mí respecta, me sería indiferente que las peleas de gallos tuvieran su remoto origen no ya en Euskadi, no ya en Donosti, sino incluso en el mismísimo barrio de Gros, que me vio nacer: me seguirían pareciendo igual de horribles y rechazables. Nunca he creído que el argumento «Es que se trata de una cosa muy nuestra» exculpe nada, y menos que obligue a defenderla.
En todo caso, no es mi deseo meterme hoy con la gente que, por las razones que sea, se siente identificada y se emociona con la (mal) llamada fiesta. A lo que voy esta vez es al comportamiento de aquellos que, tocándoles las narices los presuntos encantos de la tauromaquia, se lo callan con mucho cuidado o fingen lo contrario para «sintonizar con las masas». Porque saben que decir en voz alta que los sanfermines son un festejo extremadamente reprobable -por el innecesario riesgo al que se someten algunos humanos, por el maltrato que se impone a algunos bichos y por la conversión de todo ese conjunto en una forma de problemática estética- puede aportarles la animadversión de mucha gente, entre comerciantes y comerciados.
Ésa es la esencia misma de la demagogia: no ya sólo aceptar las inclinaciones más dudosas del gentío, sino incluso azuzarlas, para caer bien. ¿Que a la mayoría le va la marcha? Pues viva la marcha. ¿Que se divierte viendo cómo se engaña y mata a un animal? Pues que se coja a los bichos, se les haga correr sin cuento, se les engañe con trapos, se les alancee de diversos modos y, finalmente, se les estoquee hasta que fenezcan. Y viva la fiesta.
Nota del 7 de julio de 2005: En este apunte hice una referencia crítica a «los sanfermines», en general. Me expresé mal. Trataba de aludir a los encierros y las corridas de toros, no al conjunto de las fiestas.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/05 06:00:00 GMT+2
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2005/07/04 06:00:00 GMT+2
El despliegue ha sido enorme. Han ido en tropel, desde la Reina a Zapatero, desde el presidente del Real Madrid al del Atlético, pasando por Moratinos, Gasol, Esperanza Aguirre, Raúl, Indurain, Gallardón y no sé cuántos más. Nos va a salir por una pasta.
No les envidio nada, de todos modos. Estuve en Singapur y puedo asegurarles que esa ciudad-estado es un sitio inquietante, donde pueden condenar a muerte y ejecutar a un turista por llevar hachís en la maleta o azotar a cualquier quídam en la plaza pública por haber dejado caer una colilla en el asfalto. Está lleno de edificios modernísimos, impersonales y radicalmente aburridos. Me llevaron a cenar a un restaurante afincado en el último piso de un rascacielos. Había un comedor que giraba sin parar y tres chinos que cantaban boleros con acento boliviano. No me lancé al vacío de milagro.
Singapur es un paraíso para los evasores fiscales y un infierno para cualquier persona que sienta apego por las libertades civiles. Me pregunto por las oscuras razones que habrán llevado al Comité Olímpico Internacional a reunirse en un lugar tan fanático del neoliberalismo económico y tan decididamente hostil al liberalismo político.
Llevo días oyendo en todas partes lo muy a favor que estamos «todos los españoles» de la candidatura de Madrid. A mí, lo único que me interesaba del asunto era que obligara a las autoridades a mejorar las infraestructuras capitalinas, y eso ya está en marcha, en forma de socavón universal. Conseguido lo cual, la verdad: me da lo mismo que los señores de los anillos se vayan con su música a donde les pete.
Aunque bien es cierto que uno no debe desear para otros lo que no desea para sí.
Con lo cual pongo el dedo -al derecho o al revés- en la peor de nuestras llagas. Porque ha sido realmente terrible el despliegue de nacionalismos europeos encontrados que ha suscitado esta designación. Blair, echando porquería contra París para favorecer a Londres. Chirac tal cual, enarbolando todos los tópicos posibles contra los británicos para arrimar la sardina al ascua de París. Zapatero asegurando que «hemos hecho bien los deberes» (¿cuándo dejará esta gente de tratarnos como a colegiales?) para acabar haciendo su particular patriotería.
¿Cómo se va a tomar nadie en serio el proyecto unitario europeo si, en cada ocasión que se les presenta, los estados del Viejo Continente se despedazan entre ellos con el mayor de los entusiasmos?
¿Alguien ha oído a algún dirigente francés, británico o español decir que da lo mismo que los Juegos Olímpicos de 2012 se celebren finalmente en París, en Londres o en Madrid, con tal de que se desarrollen en una de las capitales de nuestra patria común europea?
No, ¿verdad? Pues entonces, ¿de qué camelo de Constitución Europea y de qué camelo de Unión Europea nos están hablando?
Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de julio de 2005) y El Mundo (6 de julio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. El apunte se titulaba España en Singapur. Subido a "Desde Jamaica" el 4 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/04 06:00:00 GMT+2
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2005/07/03 06:00:00 GMT+2
La vejez no es problema; la decrepitud, sí.
Algunas gentes presuntamente caritativas me reprochan mis ataques implacables a Manuel Fraga. «¡Deja ya en paz al pobre viejo!», me dicen.
¿Por qué? ¿Por viejo? Desde luego que no.
Hace años, Xosé Manuel Beiras se refirió despectivamente al PP gallego llamándolo «el partido del viejo y de la puta». Los más veteranos quizá recuerden cómo consiguió enfadarme.
Lo de «la puta» venía a cuento de que Fraga contaba con el apoyo de una señora, bastante divertida y nada ortodoxa en materia de fe y de costumbres, que regentaba una casa de lenocinio. Lo de «el viejo» iba, obviamente, por el propio Fraga.
¡Pues vaya una caracterización acerada y profunda! Dije entonces, y repito ahora, que lo que descalificaba y sigue descalificando a Fraga como gobernante no es ni mucho menos la edad. La Historia da profusa cuenta de grandes pensadores, artistas y políticos que conservaron un muy elevado grado de lucidez y competencia hasta edades muy superiores a la del propio Fraga. También guarda nutrida constancia de bastantes otros a los que se les fue la olla con bastantes menos años. Y me sé de más de uno que ha ascendido a las más altas cumbres del poder habiendo sido un perfecto inútil desde su más tierna infancia.
Fraga me ha resultado siempre muy desagradable. Me fastidia de modo muy particular esa tendencia tan suya a perder el control de sus humores -incluidos los lacrimales- y a oscilar entre la irascibilidad y la sensiblería. Con el paso del tiempo se le han acentuado todos sus rasgos, y con frecuencia resulta hasta grotesco.
Pero me da igual. Si no sólo él se considera apto para la acción política, sino que también lo ven así los miembros de su partido e incluso la mitad de los electores gallegos, lo normal es que los demás también encaremos su presencia en la vida política como la de cualquier otro miembro del gremio, sin reservarle ninguna consideración especial, ni para bien ni para mal, en razón de su edad.
Del mismo modo que el Pinochet de hoy sigue siendo el Pinochet de siempre, el Fraga de hoy sigue siendo el Fraga de ese pasado que él mismo reivindica con estúpido orgullo y con macabro cinismo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (3 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de julio de 2010.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/03 06:00:00 GMT+2
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2005/07/02 06:00:00 GMT+2
La diputada del PP Celia Villalobos votó el pasado jueves a favor de la ley que permitirá casar a personas del mismo sexo y su partido ha decidido imponerle una multa. A la vez, estudiará la posibilidad de obligarla a abandonar determinadas responsabilidades parlamentarias a las que accedió en representación de su grupo.
En esto, como en no pocos asuntos más, hay en la vida política española una considerable confusión. Celia Villalobos, como cualquier otro electo o electa del Parlamento, no es diputada del PP. Llegó a diputada en las listas del PP, cierto, pero una vez elegida se convirtió en diputada, a secas. Los diputados no representan a un partido, ni siquiera a unos electores en concreto, sino al conjunto de la ciudadanía, y sólo a ellos -a cada uno de ellos o de ellas, de forma individual- corresponde decidir qué debe votar en cada caso para ejercer esa representación con más rigor, según su particular saber y entender. Los grupos parlamentarios son agrupaciones que se forman para facilitar el funcionamiento interno de la Cámara, pero no pueden imponer a sus integrantes ninguna forma de voto imperativo, porque tal práctica está expresamente prohibida por la Constitución. Lo que sí pueden hacer, por supuesto, es no admitir a tal o cual diputado en su grupo, pero en ningún caso coaccionarle para que vote en determinada dirección.
Por eso es tan aberrante -desde la lógica de la Constitución, me refiero- que, en algunas ocasiones, determinados grupos parlamentarios anuncien que van a permitir a sus integrantes «votar en conciencia». Dejando a un lado que sea ya de por sí llamativo que se dé a entender que hay sólo dos o tres asuntos a lo largo de una legislatura que puedan plantear serios problemas éticos a sus señorías, lo que ya resulta directamente impresentable es que se pretenda que en el resto de los asuntos los diputados y diputadas, si quieren comportarse adecuadamente, no puedan votar sino lo que se les manda.
Esta perversión partitocrática de la vida parlamentaria española se deriva muy evidentemente del hecho de que, en la práctica, son los partidos los que acaban concediendo los escaños, de modo que quien desee volver al Parlamento en la siguiente legislatura lo mejor que puede hacer es mostrarse lacayuno en ésta, pero no por ello deja de ser una perversión que los propios partidos, así fuera sólo por guardar las formas, deberían disimular.
No lo hacen, y supongo que con cierta razón, porque no veo que nadie les abronque demasiado por ello. Es bien sabido que, en la vida de los pueblos, la arbitrariedad de los poderes tiende a ocupar todo el espacio que se le deja disponible.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/02 06:00:00 GMT+2
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2005/07/01 06:00:00 GMT+2
Ahora que algunos tanto peroran, a propósito del hipotético «final dialogado» a la violencia de ETA, sobre lo horrible que les parecería que algunos crímenes políticos quedaran sin completo castigo, no resulta ocioso recordar, una vez más, que el paso del régimen franquista a la democracia parlamentaria -la llamada Transición- se realizó en España sobre la renuncia de los principales partidos a reclamar que fueran debidamente enjuiciados los crímenes cometidos por quienes habían impuesto al pueblo español una sangrienta y humillante dictadura que duró la friolera de cuatro décadas. Con la circunstancia añadida de que no sólo les eximieron de toda responsabilidad penal, sino que incluso les otorgaron bula para ostentar cargos de la más alta responsabilidad política, militar y policial en el nuevo régimen.
Algunos, partidarios de lo que se llamó «la ruptura democrática», defendimos que se llevaran a juicio público los desafueros cometidos por los jerarcas del franquismo, no tanto por viscerales deseos de venganza -eso, allá cada cual- cuanto por interés en que el régimen parlamentario no se cimentara sobre bases de tan escaso contenido ético.
No tuvimos ningún éxito en nuestra demanda, y ahí han estado durante todos estos años Manuel Fraga y algunos más -bien es cierto que no todos tan persistentes- para recordárnoslo.
Sea como sea, el caso es que los años pasan y pesan, y también a Fraga le toca retirarse ya.
Vale.
Digo que vale, y entiéndaseme. Quiero decir que me parece normal que sus seguidores lo lamenten. Y que no me extraña que se nieguen a examinar su largo y oneroso pasado como yo lo hago. (Los hechos son los hechos, pero es bien conocida la vieja sentencia: «Si los hechos me contradicen, peor para los hechos».) Tampoco me extraña que quieran homenajearlo sin parar. Sacan partido de la ley, que les autoriza a ello.
Lo que no me vale ni de lejos es que Emilio Pérez Touriño, que se proclama socialista y está llamado a sustituir a Fraga en la Presidencia de la Xunta gallega, se apunte al homenaje y quiera obsequiarnos, casi tres décadas después, con otra afrenta a la memoria histórica y a la justicia. Supongo que no pretenderá ahora, como hicieron sus congéneres en 1976, que hay que obrar así para evitar que los militares ultras den un golpe de Estado.
Es lo que se está publicando: que el futuro presidente socialista de la Xunta quiere ofrecer a Fraga un cargo institucional honorífico. ¿Para qué? ¿Qué clase de pedagogía democrática cree que ejercería con ello?
Espero que Pérez Touriño reflexione por sí mismo, o que sus futuros socios del BNG le animen enérgicamente a hacerlo. Porque una cosa es aceptar que la Historia ha sido la que ha sido y asumir que eso ya no tiene remedio, y otra, muy distinta, sentirse en el séptimo cielo y cantar loas a la desgracia.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de julio de 2005) y El Mundo (2 de julio de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/01 06:00:00 GMT+2
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2005/06/30 06:00:00 GMT+2
Los medios de comunicación audiovisuales con sede en Madrid -no los llamo «madrileños» porque no lo son: apenas suele haber madrileños en sus equipos directivos- se han ocupado con bastante detalle de los actos ligados a la elección del lehendakari del Gobierno vasco. Y yo me he ocupado con bastante interés del modo en que ellos se han ocupado de esos actos en sus programas informativos.
He constatado -sin mayor sorpresa, lo admito- que todos, más allá de sus eventuales discrepancias en otras materias, han abordado las noticias correspondientes aplicándoles el mismo tratamiento, dividido en dos fases: 1ª) Mención más o menos fiel (o sea, más o menos infiel) de lo ocurrido; 2ª) Cita de las reacciones suscitadas por lo antedicho en las direcciones de los partidos socialista y popular.
Y a otra cosa. Sistemáticamente.
Si menciono ese asunto no es ni para dejar constancia de mi enfado, ni de mi protesta, ni nada que se le parezca. Si lo hago es porque me parece que vale la pena preguntarse por qué los profesionales que se encargan de esos servicios informativos consideran de manera tan unánime, tan desinhibida, que es así como deben tratarse las noticias procedentes de Euskadi. Cómo puede ser que no se planteen siquiera que lo lógico sería recoger en primer lugar las opiniones de las fuerzas mayoritarias en el Parlamento vasco y sólo luego las de los partidos en minoría. ¿Tal vez porque se atienen a alguna aviesa consigna recibida de sus perversísimos jefes? No.
No hace ninguna falta que se les instruya. Ellos actúan así porque, para ellos, los partidos mayoritarios por antonomasia son el PSOE y el PP, de modo que lo natural es ofrecer sus reacciones, y punto.
Ellos juzgan la política vasca como una mera y mínima porción de la política española y la tratan a esa escala.
Vale la pena fijarse en estas cosas -iba a decir «en estas pequeñas cosas», pero no: no son pequeñas- para comprender que cuando se debate sobre algunos asuntos que parecen muy abstractos y ajenos a la vida cotidiana (que si la soberanía, que si los sujetos de soberanía, etc.) no se trata en realidad de ningún arcano misterioso que sólo pueda interesar a algunos pijoteros obsesionados con fueros antiguos y derechos históricos de capa y espada. Que lo que se está decidiendo es si tienes derecho a ser tenido en cuenta o si pueden tomarte por el pito de un sereno sin ni siquiera inmutarse, convencidos de que están dando a cada cual la importancia que se merece.
Cuando sucede algo en Luxemburgo, ¿a quién se le pide opinión? ¿Al Gobierno de Luxemburgo o al de París? Pues eso.
Aviso.- A partir del 1 de julio empiezo mi temporada veraniega, que no es de vacaciones en el sentido tradicional -ya he contado que voy a seguir tanto con mis columnas en El Mundo como con estos Apuntes y mis colaboraciones en radio y televisión-, pero que me lleva de un lugar para otro, lo que me deja menos tiempo disponible para estos menesteres. Eso quiere decir, entre otras, dos cosas: la primera, que es posible que la hora de actualización de estos Apuntes se demore a veces más de lo habitual, y segunda, que no voy a tener apenas tiempo para atender el correo electrónico.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (30 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/30 06:00:00 GMT+2
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2005/06/29 06:00:00 GMT+2
Dice el PP que, si los votos de la emigración no van a variar el resultado de las elecciones gallegas, para qué presentar recursos. Que acepta lo decidido por la mitad más uno de los votantes.
Excelente regla. Lástima que no siempre la tenga en cuenta.
La aceptó sin rechistar a la hora del referéndum francés. En ese aún reciente caso, lo votado por el 55% de quienes ejercieron su derecho al sufragio fue considerado «apabullante» por el partido predominante de la derecha española.
Hago cuentas: el 55% del 70% (proporción de los ciudadanos franceses inscritos en el censo que finalmente votaron) representa menos del 40% del total de la población francesa con derecho de voto. ¿Es «apabullante» un 38,5%? No mucho, parece.
Es gente curiosa. Considera incontestable el resultado de esa votación, pero se queda impasible ante el hecho de que la gran mayoría de quienes votaron en las últimas elecciones vascas lo hicieron a favor de opciones autodeterministas. Por lo visto, en ese caso no hay nada que merezca ser considerado «apabullante». Declaran que los que ganaron por 60/40 fracasaron, porque querían obtener una diferencia todavía mayor. Y se quedan tan anchos.
Me da que perdemos el tiempo considerando las paradojas y contradicciones de los pronunciamientos de toda esa tropa. Es obvio que estamos en lo de siempre: así vencieran los autodeterministas en las urnas vascas por el margen que fuera, ellos dirían que eso es lo de menos, porque quien tiene que decidir es «España», y santas pascuas.
Pero que nadie se piense que la realidad no les afecta. Cada 60/40, aunque hagan la vista gorda, les toca en lo más profundo.
Se van quedando cada vez con menos espacio, y lo saben. Por eso se manifiestan tanto. Acabarán haciéndolo en Santa Gadea. O en el Alcázar de Toledo, si se tercia.
Como le decía Sam a Elsa ante el piano del Rick's en la película por antonomasia: «It's still the same old story...»*
Sólo que nada de esto tiene pinta de ser el comienzo de una hermosa amistad.
--------------
* Un par de pijadas idiomáticas. La primera, para quienes no se sepan la letra del As Times Goes By de Casablanca. La frase citada de la canción que le canta Sam a Elsa en el bar de Rick dice: «Es otra vez el mismo viejo cuento...». Segunda: ayer me referí al excusado para aludir al cagadero. Horas después, y como andaba un tanto mosca con el asunto, miré el DRAE y comprobé que la grafía más correcta para semejante término es escusado, con ese. De modo que lo corregí de cara a su presencia en la columna que hoy me publica El Mundo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (29 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/29 06:00:00 GMT+2
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