Vuelo de Iberia con destino a Las Palmas de Gran Canaria. Hora oficial de salida, 17:00. Llego a Barajas a las 16:00. Paso por el mostrador de facturación. El empleado de Iberia hace los trámites de rigor y me entrega la tarjeta de embarque.
-Lo único que le aviso que hay overbooking y no es seguro que pueda volar...
No me lo creo. Bueno, digamos que tardo un rato en creérmelo. ¡Cómo, overbooking! ¡De eso nada, monada! Tengo el billete cerrado desde hace diez días, he llegado al aeropuerto con una hora de antelación y me considero asistido de todo el derecho del mundo a tomar ese avión. El empleado de Iberia, que debe contar con una larga experiencia al respecto, ni se inmuta.
El calibre de mi terminología se incrementa. Ya, la palabra más fina que sale de mi boca es «sinvergüenzas». Digo que no me muevo de allí hasta que el asunto se aclare. Viene un jefe que me remite al mostrador de embarque, donde me darán una respuesta.
Pronto compruebo que ha sido una mera argucia para sacarme de allí. En la zona de embarque no hay nadie de Iberia. A cambio, me entero de que en mi misma situación hay... ¡cerca de treinta personas más! ¡Han vendido la tontería de treinta billetes por encima de la capacidad del aparato!
Vale. Echo mano del teléfono. Gestión de urgencia, qué remedio. Llamada al periódico. Llamada del periódico a un mandamás de Iberia. Una jefa de Iberia en Barajas se pone en contacto telefónico conmigo. No hay ni un puñetero hueco en ningún vuelo para Las Palmas en las siguientes horas, pero «algo haremos». Espero. Al cabo de unos minutos, me vuelven a llamar. Me dan instrucciones. Tengo que hacer esto y lo otro, pero todo discretamente. Al final, una furgoneta movilizada especialmente para el caso me lleva a otro avión, que hace escala en Madrid y Las Palmas camino de Dakkar.
Javier Ortiz, que tiene la suerte de conocer a gente importante que a su vez conoce a otra gente también importante, voló ayer tranquilamente de Madrid a Las Palmas. Y agradecido.
Entretanto, una treintena de personas se quedaron en el aeropuerto de Barajas con un palmo de narices y unos pasajes carísimos en la mano.
¡Ah, se me olvidaba! En el avión en el que finalmente me metieron había no menos de diez plazas libres.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de abril de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de mayo de 2017.
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