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1998/09/02 07:00:00 GMT+2

Huelga de teléfonos caídos

Seguramente ya lo saben y, si no, se lo cuento: mañana, 3 de septiembre, hay convocada una huelga de usuarios de Telefónica en protesta por la desconsiderada subida de tarifas que la compañía en cuestión aplica desde el pasado agosto a las llamadas urbanas.

La idea partió inicialmente de algunas asociaciones de usuarios de Internet. Los internautas de a pie nos conectamos con la red mundial a través de Infovía, servicio que Telefónica nos factura a precio de llamada metropolitana. El subidón de la tarifa hace que ahora estemos pagando por navegar por Internet más del doble que hace dos meses. Lo mismo le pasa a todo el mundo que realiza llamadas urbanas -de ahí que se invite al conjunto de la ciudadanía a secundar la huelga-, pero a los internautas nos afecta de manera muy especial, porque nuestras conexiones suelen ser mucho más largas que las llamadas telefónicas convencionales (novios excluidos).

Estoy muy interesado en esta huelga. No sólo porque el cabreo que tengo con Telefónica -y con el Ministerio de Fomento, en tanto que cooperador necesario en la comisión del crimen- sea de mil pares (que lo es). Me interesa mucho también, y casi sobre todo, porque se trata de un intento de acción conjunta de gente aislada.

La soledad del maltratado es uno de los distintivos de estos tristes tiempos. A veces los aprovechados la propician de modo consciente: apenas queda ya empresa que pague lo mismo a varios trabajadores, no vaya a ser que se pongan de acuerdo entre sí para protestar. Pero casi siempre es mero corolario de la realidad: el paro es un fenómeno global, pero cada parado lo sufre en solitario; la estupidización televisiva recae sobre todos, pero cada familia la padece aisladamente...

Se prevalen de ello para abusar. En la actual sociedad, uno y uno y uno y uno y uno ya no somos cinco, sino uno y uno y uno y uno y uno. Unidades a la deriva.

¿Será siempre así? Me gustaría creer que los poderosos no han encontrado el modo de anular para siempre la capacidad colectiva de protesta. Que somos capaces de unirnos desde la soledad para hacer oír un gran clamor, aunque a la hora del grito ninguno escuche más voz que la suya propia.

Mañana me sumaré a la huelga de teléfonos caídos, pero mi objetivo no será sólo Telefónica, sino todos los que nos tratan como súbditos sumisos, confiados en que nuestro aislamiento hace su fuerza.

Que nadie me llame por teléfono mañana. No responderé. Es más, ni siquiera me enteraré: el cable estará desconectado. No trate nadie de dejarme ningún recado en el contestador: estará desactivado. Nadie intente tampoco enviarme ningún correo electrónico, porque no entraré en la red. Y si me lo envía, pese a mi expreso deseo, no lo leeré, ni siquiera al día siguiente: no colaboro con los esquiroles.

Javier Ortiz. El Mundo (2 de septiembre de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de mayo de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1998/09/02 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: telefónica jor el_mundo 1998 huelga preantología internet | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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