Los responsables de Orientaciones -«revista de homosexualidades», según se subtitula- han planteado una encuesta entre intelectuales sobre «paternidades homosexuales»*. Quieren publicarla en su próximo número. Han tenido la doble gentileza de pensar en mí y de considerarme intelectual.
Como no estoy nada seguro de que los apuntes que estoy escribiendo últimamente para el Diario estén llegando a los lectores habituales de esta página, dado el más que intermitente funcionamiento del servidor Mundofree, voy a optar por dedicar el apunte de hoy a contestar la encuesta, con lo que es seguro que no pierdo el tiempo.
Ahí van las tres preguntas y sus correspondientes respuestas.
Pregunta.- ¿Considera que las parejas homosexuales son una opción idónea para darles a un menor en adopción conjunta?
Respuesta.- Si por «idónea» entendemos «apta», la respuesta es sí, a expensas de la consideración concreta que merezca la pareja en concreto. A cambio, si tomáramos el adjetivo como sinónimo de «especialmente apta» -que es como mucha gente lo utiliza, de modo erróneo-, la respuesta sería no.
Niguna pareja está mejor o peor preparada para la adopción por el hecho de ser homosexual o heterosexual.
Tampoco conviene dar por hecho que la educación de un o una menor deba necesariamente afrontarse en la modalidad de parejas. La mayor o menor aptitud para la adopción no viene determinada ni por las prácticas sexuales confesas ni por el número de personas que asumen la tarea.
Pregunta.- ¿Considera necesario que haya una legislación a nivel estatal que incluya esas parejas entre los adoptantes?
Respuesta.- Sí. Pero insisto en la necesidad de considerar también los derechos de las personas que no viven en pareja.
Pregunta.- ¿Piensa que eso repercutiría en algún sentido en el crecimiento y orientación sexual del menor?
Respuesta.- Supongo que ese «eso» se refiere a la homosexualidad de los hombres o las mujeres que asumen la adopción.
Si así es, no veo cómo dar una respuesta de validez universal.
Para empezar, dependerá del hecho de que la pareja oculte o asuma su homosexualidad ante su entorno, en general, y ante la o el menor, en particular. Y de que haga lo uno o lo otro desde el primer día. Y de con qué naturalidad lo haga. Dependerá también de que la pareja sea de hombres o de mujeres y de que la criatura adoptada sea niño o niña. Dependerá, en fin, del carácter que tenga el o la menor, porque cada persona es un mundo. Dicho esto, imagino que es fácil que la homosexualidad de quienes ejercen de progenitores tenga alguna influencia en la formación del o la menor. ¿No la tiene acaso la heterosexualidad? Lo que estará por ver en cada circunstancia concreta es si la repercusión resulta positiva, negativa o neutra.
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* Hay quien cree que la homosexualidad es cosa de hombres, por el aquel del prefijo homo-. Aclarémoselo a quien no lo sepa: el prefijo homo- no indica masculinidad, sino igualdad (como en homónimo, homogéneo, homófono, etcétera). Homosexual quiere decir «que mantiene relaciones sexuales con personas de su mismo sexo», con independencia de que se trate de hombres o de mujeres. De ahí el dislate en el que se basa el neologismo homófobo, con el que se pretende aludir a quienes manifiestan hostilidad hacia las personas homosexuales. Homófobo, en rigor, quiere decir «que odia a sus iguales», cosa que ignoro en qué podría consistir.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (22 de julio de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de julio de 2017.
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