La presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo se ha metido en un buen lío. Ha dicho que el Estado español mata, tortura y encarcela a la gente por sus ideas, y que ETA tiene bastante razón. Todo el mundo se le ha echado encima.
Desde siempre se sabe que no hay modo más contundente de desprestigiar una idea que llevarla a sus últimas consecuencias. La Policía española no ha matado desde hace tiempo. Hay un buen número de denuncias de tortura. La Policía española tortura, es verdad, y la propia Amnistía Internacional se ha hecho eco de ello, pero es absurdo equiparar la situación actual con la del franquismo, como hace Hebe de Bonafini. De hecho, cuando se le pregunta por los casos de tortura que su organización ha podido constatar, responde: «Nos constó un caso concreto». Es penoso.
Lo mismo cabe decir de los encarcelamientos por razones ideológicas. Los hay: recordemos la delirante redada contra la «red de desobediencia civil» organizada por el tándem Mayor Oreja-Garzón. Pero de ahí a pretender que la gran mayoría de los presos vascos son «presos de conciencia» hay un larguísimo trecho.
Cuando 10 es diez, hay que decir que es 10. Porque, si dices que es 100, lo más probable es que todo el mundo te tome por loco o por estafador, y deduzca que probablemente 10 es 0.
Con lo que habrás hecho un espantoso servicio a la causa de la denuncia del 10.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de octubre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de abril de 2017.
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