Elecciones en la Comunidad Autónoma Vasca (IV)
Otegi ha analizado los resultados obtenidos por EH en las pasadas elecciones autonómicas. No diré que sus conclusiones me han resultado decepcionantes -difícilmente puede decepcionarse quien nada espera-, pero sí que son de una pobreza apabullante.
Sostiene Otegi que EH ha tenido menos votos no por la línea que sigue, justificatoria del terrorismo, sino porque estas elecciones se han celebrado bajo los efectos de una fortísima polarización.
Es prácticamente la misma excusa que esgrime Mayor Oreja, sólo que invertida.
La polarización no explica nada. Si su organización hubiera suscitado confianza, el electorado abertzale de izquierda habría podido darle su voto sin miedo a beneficiar al tándem PP-PSOE. Es cierto que la concentración del voto en una sola candidatura potencia la traducción en escaños de las papeletas recibidas, debido a la aplicación de la regla d'Hondt, pero en Euskadi esa ventaja se ve atemperada por la división del electorado en tres partes iguales, una por cada territorio histórico.
En cualquier caso, es ridículo pensar que ha habido decenas de miles de ciudadanos que votaron a EH en 1998 y que se han decidido a respaldar esta vez a la coalición PNV-EA por meras razones de eficacia electoral contable.
Tomemos un poco de perspectiva.
HB ha obtenido esta vez 143.000 votos, es decir, 85.000 menos que en 1998, lo que puede interpretarse -y así se está haciendo- como un rotundo descalabro. Pero es una conclusión errónea. En 1994, HB logró 166.000 votos. Y 160.000 en 1995. Sólo 17.000 más que ahora.
¿Qué quiere decir eso? Que el resultado que no reflejó el apoyo social estable de HB fue el de 1998. Y la explicación es sencilla: HB estaba entonces en Lizarra, y ETA en tregua. Con lo que la conclusión cae por su propio peso: cuando la izquierda abertzale apuesta realmente por la paz, amplía considerablemente su respaldo social (y electoral). Y cuando no lo hace, como ahora, regresa a sus cuarteles de invierno, cuya tropa se va reduciendo, aunque sea lentamente.
Otegi puede meterse en todos los discursos palabreros que quiera y apelar a cuantas coartadas le venga en gana -que si por H, que si por B-, pero no logrará con ello evaporar la realidad: la propia izquierda abertzale apuesta por la paz. Por la paz ya. Sin más dilación. Sin condiciones. Y, en la medida en que no lo hace, pierde. ¿Es eso lo que quiere?
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (17 de mayo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.
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