Bueno, ya están hechas las cuentas finales del «novísimo fenómeno» de Le Pen. Consiste en eso: el 18% del 80%. Es decir, algo así como el 14% del electorado francés. O sea, la ultraderecha francesa de siempre.
Quod erat demostrandum.
Lo que sucedió el pasado domingo, y que tanto ha dado que hablar, no fue resultado de ningún fenómeno social nuevo, sino el fruto aberrante de una legislación electoral que le grand Charles se hizo a la medida, como los uniformes, cuando se sacó del képi la V República: una primera vuelta en la que se da rienda suelta al pluralismo -e incluso se fomenta-, lo que facilita que la sociedad se exprese en toda su variedad -a veces hasta la caricatura-, y una segunda vuelta que corta en seco el pluralismo y fuerza que la pelea se quede en un vis à vis absurdo. De Gaulle decidió que fuera así porque era consciente de que su figura nunca tendría problemas para pasar a la segunda vuelta: dejaba que sus rivales se desgastaran en la primera. Ahora, la dispersión general del voto ha dado como resultado una segunda vuelta disparatada.
Chirac está feliz. ¡El presidente con más respaldo de la Historia de la V República! Qué gran bluf. Es, en realidad, uno de los más despreciados.
Pero la marrullería le ha salido redonda.
¡Que conste que lo avisé!
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (6 de mayo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de abril de 2017.
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