Pregunta este diario a sus lectores si ha valido la pena la guerra de Kosovo. Peliagudo dilema. Es imposible darle una respuesta que valga para todo el mundo.
No sé si le habrá compensado al pueblo de Kosovo, en el más que dudoso supuesto de que todo él tenga los mismos intereses. Los albano-kosovares están ahora en condiciones todavía peores que antes de la guerra. Muchos han muerto. Los más han sido echados de sus hogares. Sus bienes han sido confiscados. Sus títulos de propiedad, destruidos. ¿Podrán volver? Pongamos que sí. Pero, ¿adónde? Buena parte de sus casas han ardido, o saltado por los aires. Ya no recuperarán su ganado. Cualquiera podrá disputarles sus tierras, porque no tendrán modo de probar que son suyas. Muchos ni siquiera podrán demostrar su identidad. Además, buena parte del territorio de Kosovo ha sido minado: esas minas provocarán víctimas accidentales durante años y años.
Ya veremos cuántos optan por regresar en esas condiciones. Y cómo les va a los que lo hagan.
¿Ha valido la pena? No, desde luego, al pueblo yugoslavo: tiene ahora el país en ruinas, gracias a la alegría con que la OTAN lo ha bombardeado todo, y en particular sus infraestructuras: puentes, industrias, carreteras... Les habrá valido la pena, eso sí, a quienes harán su agosto con las obras de reconstrucción. Esos nunca fallan.
Y a nosotros, ¿nos ha valido la pena? No sé muy bien quiénes somos nosotros. A mí, lo que es, no me ha compensado. Me desagrada profundamente la conciencia de que parte de mi esfuerzo, en forma de impuestos, ha ido a financiar las barbaridades que la OTAN ha hecho en Yugoslavia. Me recuerda la canción que Pete Seeger hizo cuando la Guerra de Vietnam, El último tren para Nuremberg: «Ahí va el presidente Nixon. / Ahí va el capitán Medina. / El que fabricó las balas. / El que pagó sus impuestos. / El último tren para Nuremberg: / pasajeros, todos al tren».
A quien sí le ha valido la pena esta guerra es a William J. Clinton. (Y a la industria armamentista de su país: ha obligado a media Europa a comprar un montón de misiles que estaban a punto de caducar. Y ahora va a trabajar a tope).
EE.UU. ha vencido. Pero no solo -ni siquiera principalmente- a Milosevic. Ha vencido a Rusia, obligándola a reconocer que ya no está en condiciones de torcer los designios de la superpotencia que queda. Y ha vencido a la UE, poniendo de manifiesto que carece de una política común de defensa. Aprovechando el desconcierto europeo, incluso le ha metido un espía para que haga de Míster PESC. Negocio redondo.
Javier Ortiz. El Mundo (5 de junio de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de junio de 2011.
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