A alguna gente le asombra que me guste la música country. «¡Pero si es toda igual!», me dicen. Les parece toda igual, porque la ven desde fuera. Los que nos hemos animado a adentrarnos en las interioridades de esa música sabemos que encierra una gran variedad. El bluegrass no tiene gran cosa que ver con el tex-mex. El cajun y las canciones vaqueras se parecen como un huevo y una castaña.
Pero en cierto modo tienen razón mis críticos. Todo el country es igual. Todo Mozart es igual. Todo Bach es igual. Todo el rap es igual. Todo Picasso es igual. Todos los hombres somos iguales. Todos los chinos son iguales. Depende desde dónde los miremos, con qué grado de conocimiento, con qué interés.
Cuando los Juegos Olímpicos de Seúl, dibujé un chiste en el que se veía a dos coreanos, miembros de la organización de la cosa, que miraban descender de un avión a varios equipos europeos: el de Grecia, el de la RFA, el de España, el del Reino Unido... Uno de los coreanos decía: «A mí me toca atender a los españoles. ¿Quiénes son?». Y el otro respondía: «¿Y cómo quieres que lo sepa? ¡Estos europeos son todos iguales!».
Para muchos coreanos, los europeos somos parecidísimos.
La distancia, la indiferencia y la ignorancia facilitan la amalgama.
Me sumergí en estas meditaciones anoche, tras haber descubierto con asombro, oyendo las noticias, que los políticos del PP y el PSOE me parecen cada vez más iguales.
«¡Pues no será por ignorancia!», exclamé para mí, como en el cuplé. Me los conozco muy bien, vaya que sí.
Más faena me supuso descartar que fuera por indiferencia. Ellos, personalmente, no me importan gran cosa -para qué negarlo-, pero lo que hacen sí me interesa, y mucho, porque afecta a la tira de gente, yo incluido. No; no me son indiferentes.
Me llevó Dios y ayuda encontrar la respuesta correcta al enigma. Y eso que era sencilla: me parecen cada vez más iguales porque son cada vez más iguales.
Miren ustedes a Piqué. Díganme que no se lo imaginan de portavoz de un Gobierno del PSOE. Ahora van a poner a Pío Cabanillas (hijo) al frente de RTVE: estoy seguro de que lo podría hacer igual de bien o de mal en loor y gloria de Ferraz (y hasta es posible que lo haga). Cada relevo que se monta José María Aznar para centrar al PP nos trae otro tecnócrata versátil -es decir, ideológicamente amorfo-, clónico de los mil y uno que ya nos endilgó el felipismo.
Son -los unos y los otros- como los gatos de noche: todos pardos.
Javier Ortiz. El Mundo (14 de noviembre de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de noviembre de 2011.
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