En dos y por culpa de Maastricht. Algo menos de la mitad de los franceses cree que votará «sí»; algo más de la mitad se inclina ya por el «no». El debate está siendo muy intenso. También bastante complejo, porque los favorables al «no» distan de constituir un bando homogéneo: hay quienes se oponen al Tratado de Maastricht desde posiciones ultraderechistas («El país se llenará de inmigrantes»), quienes lo hacen por razones nacionalistas («Francia no debe hipotecar su soberanía nacional») y quienes lo argumentan desde su oposición al modelo de construcción europea que se está siguiendo («Sí a Europa; no a esa Europa»). Tampoco faltan los que se temen que Maastricht alimente el peligro de un nuevo hegemonismo alemán en Europa: algo a lo que, por amarga y no demasiado lejana experiencia, los franceses son en extremo sensibles.
El electorado del país vecino está recibiendo un auténtico aluvión, no sólo de consignas, sino también de argumentos. Y de información. Las librerías francesas exhiben una amplia variedad de libros sobre el asunto. Algunos son meramente polémicos, pero los hay también que poseen un considerable rigor académico. Y lo que, visto desde aquí, resulta más exótico: la gente los compra, los lee y los discute.
¿Qué quiere decir todo esto? Algo muy sencillo: que en Francia se está desarrollando un verdadero debate sobre Maastricht. Que allí no se ha ventilado el asunto con una reforma constitucional de andar por casa y con media docena de tópicos sobre «no perder el tren europeo» y «abrimos a Europa».
Lo que está pasando en Francia presenta otra particularidad digna de mención: hete ahí que, del mismo modo que los daneses en su día, cuanto más a fondo se informan los electores galos sobre lo que se acordó en Maastricht, más sube el número de los que se apuntan al «no». Un detalle curioso., ¿verdad?
No es en absoluto nuestro caso: en España las encuestas demuestran que los partidarios de Maastricht son muchísimos. Claro que también demuestran que la mayoría de esos entusiastas de Maastricht no tiene ni idea de lo que se aprobó allí. ¿Dos datos sin relación? Mucho me temo que el segundo haya ayudado a fomentar el primero.
Javier Ortiz. El Mundo (29 de agosto de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de septiembre de 2012.
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