«Eloi, Eloi, lacma sabactani!», dicen las Escrituras que exclamó el Nazareno en la cruz, tal día como hoy, allá por donde Cristo dio las tres voces.
Parece ser que la frase, traducida al román paladino, quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
Racionalista que soy, e impenitente -incluso en viernes santo-, me quedo perplejo. Si se supone que Dios era Él, uno y trino, ¿de qué se quejaba? ¿De haberse abandonado a sí mismo? ¿Y cómo se hace eso?
Es una historia bastante rara, la verdad.
A cambio, Alberto Ruiz Gallardón podría exclamar hoy algo parecido, y en su caso resultaría la mar de comprensible.
Su Dios y Señor, José María Aznar, ha decidido que todos los presidentes autonómicos del PP se presenten a la reelección. Todos... salvo él. A él le ha reservado la misión específica de irse a tomar por rasca.
No hace falta ser exégeta para saber por qué. Ha jugado a ser oposición. Y no es que haya jugado mal -que también-; es que ese juego está prohibido en el PP.
Todo el mundo dice que Ruiz Gallardón es inteligente, y brillante, y no sé cuantas cosas más. Y lo será; no digo yo que no. Puede que sea inteligente, pero es tonto. Tratar de hacer carrera en el PP oponiéndose a Aznar viene a ser, hoy por hoy, como aspirar a entrar en la cúpula de Prisa poniendo a parir a Polanco.
Gallardón tendrá que cambiar de planes. Más le vale olvidarse de lo del PP y aspirar a lo de Prisa. Tiene muchas más probabilidades de éxito: siempre ha tratado muy bien a Polanco.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de abril de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de mayo de 2017.
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