«¡No, si todavía, según tú, tampoco Pepe Rei debería ser acusado de señalar a ETA sus objetivos!», me espetaba hace unos días, indignado, un influyente periodista al que reproché que no pare de repetir que las críticas de Arzalluz a algunos medios de prensa ponen a los profesionales de esos medios en el disparadero. Yo había tratado de hacerle ver que, según su criterio, los periodistas pueden poner a caldo a Arzalluz, pero él no tiene derecho a defenderse.
«A ETA le importa un bledo lo que Arzalluz critique o deje de criticar. Arzalluz hablaba muy bien de Ernest Lluch, y ya ves», le respondí. «Tampoco necesita de las informaciones de Pepe Rei para perpetrar sus atentados. De hecho, ETA ha demostrado varias veces que maneja información bastante más precisa que la publicada por Ardi Beltza».
Bueno, parece que ese punto de vista mío tampoco era tan disparatado: al menos, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional lo comparte. Ayer decidió poner en libertad a Pepe Rei al no ver que exista el menor indicio de que ETA se haya servido jamás de sus informaciones para llevar a cabo ningún crimen. Garzón se había montado un caso –otro caso más– basado exclusivamente en concomitancias político-ideológicas, sin sustento material alguno. Para acusar a alguien de colaborar con una banda armada –no digamos ya de pertenecer a ella–, no basta con demostrar sus coincidencias en filias y en fobias: hace falta probar que trabaja de hecho a su servicio. Se necesita aportar datos concretos que confirmen la conexión: reuniones, mensajes, órdenes, documentos... Y de eso Garzón no tenía nada de nada.
La alegría jurídica con la que algunos integrantes de la Audiencia Nacional afrontan la lucha contra el terrorismo ha quedado una vez más patente tras la iniciativa de Fungairiño de querellarse contra Gara por la entrevista con dos miembros de ETA que el diario abertzale publicó la pasada semana. Según el fiscal-jefe de la Audiencia, Gara es responsable subsidiaria de lo dicho por los representantes de la organización terrorista.
De la precipitada frivolidad de la acusación da cuenta el hecho de que la querella de Fungairiño equivoca incluso el nombre del director –de la directora, en este caso– del diario. ¡Ni siquiera se repasó el staff!
Si el entusiasta fiscal valedor de Pinochet tuviera memoria, se acordaría de que ésta no es la primera entrevista con ETA que aparece en un medio informativo. Hace algunos meses, la radiotelevisión pública vasca difundió otra. Y la BBC británica, otra más.
Hay precedentes que se pierden en la noche de los tiempos: recuérdese que Pedro J. Ramírez publicó en Diario 16, cuando era director de ese periódico, una larga entrevista con dirigentes de ETA, realizada en Argel. Nadie le procesó, ni directa ni subsidiariamente, por el contenido delictivo de las afirmaciones de los terroristas de las que él se hizo público eco.
La verdad es que tanto Garzón como Fungairiño ganarían bastantes enteros si, además de beligerancia, demostraran tener un poco de rigor jurídico.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de junio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de junio de 2010.
Comentarios
Escrito por: alargaor.2010/06/17 21:46:35.653000 GMT+2
http://minombre.es/alargaor