En Francia, los pescadores, los transportistas, los agricultores y los taxistas tienen un rebote de mucho cuidado con el aumento del precio del gasóleo. En España también.
En Francia, los pescadores, transportistas, agricultores y taxistas han montado un bochinche de aquí te espero. Y nunca mejor dicho, porque el bloqueo de puertos y carreteras ha provocado colapsos circulatorios enormes. El follón ha sido de tal calibre que el Gobierno de Jospin ha decidido poner en marcha de inmediato un plan de reducción de los impuestos que gravan los gasóleos. Lo va a anunciar hoy mismo, antes de que los taxistas, que se disponían a bloquear la circulación en París, pongan manos a la obra.
En España no han hecho nada.
Bueno, sí: han hecho muchas declaraciones.
En España siempre se hacen muchas declaraciones. De todo tipo. Sobre cualquier cosa. Todos los dirigentes se pasan el día haciendo declaraciones. Su instrumento principal de trabajo es el micrófono.
Ahora bien: actuar, lo que se dice actuar, no actúan jamás. Amenazan mucho, pero no pegan casi nunca. Y cuando pegan, sus golpes, más que una represalia, parecen una broma.
En consecuencia, en España el Gobierno no ha anunciado la puesta en marcha de ningún plan de reducción de los gravosísimos impuestos sobre el gasóleo.
¿Veis esa diferencia entre Francia y España? Pues, como ésa, igual en casi todo lo demás.
Y es que en Francia hay una tradición, que arranca de 1789, que enseña que los derechos hay que conquistarlos. Y en España hay otra tradición, que arranca de la Transición, que enseña que los derechos son un gracioso regalo del Poder.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (31 de agosto de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de febrero de 2017.
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