Dice Fraga a propósito de la marea negra del Prestige lo mismo que dijera hace tres décadas su mentor Franco cuando el almirante Carrero subió a los cielos: «No hay mal que por bien no venga». Creo que él -me refiero a Fraga- trataba de referirse a las mejoras que va a experimentar la legislación europea tras la severa lección contaminante de Galicia.
No me atrevería yo a manifestar tal optimismo, ciertamente, pero sí admito haber indagado en la tragedia gallega a la búsqueda de algunas posibilidades de hacer, por lo menos, de la necesidad virtud.
Y se me ha ocurrido que el primer filón que cabría explotar es el de la fotografía demagógica.
Fue Su Majestad el Rey quien llamó la atención sobre la existencia de esa modalidad fotográfica. «Que no se hagan fotografías demagógicas», exigió el monarca durante su visita -muy breve, pero intensísima, supongo- a la zona del desastre.
Como Don Juan Carlos es el Jefe del Estado, y las Fuerzas de Seguridad son del Estado -mientras el PP no las privatice-, es lógico que éstas se pusieran de inmediato manos a la obra para cumplir las instrucciones del mando y evitar que alguien hiciera fotografías demagógicas. Pero, claro, no resulta fácil saber si una foto es o no es demagógica antes de verla -en rigor, tampoco es demasiado fácil saberlo después de verla-, de modo y manera que las FSE optaron por cortar las alas a todos los especímenes con cámara que merodeaban por el litoral. Tengo el testimonio de varios fotógrafos que fueron enérgicamente expulsados de la zona costera «por su propia seguridad» -un simpático homenaje a Don Corleone, supongo- y hasta me sé de uno al que la Guardia Civil del Mar le tiró la cámara digital al pastoso océano, no fuera a ser que hubiera hecho alguna fotografía demagógica, incluso sin ser consciente de ello. Un detalle.
Se equivocó el Rey. Admitámoslo: hasta la mejor pluma tiene un Borbón.
Hizo muy mal el monarca emprendiéndola tan radicalmente contra las fotografías demagógicas. Me da que no pensó que, asomando en el horizonte los malos tiempos que se aproximan, Galicia tendrá que derrochar imaginación productiva y sacar provecho y economía de cualquier cosa. Hasta de las fotografías demagógicas, si se puede.
Lo mismo hay quien las compra a buen precio. O quien paga una pasta para que le dejen hacerlas.
Peces embreados. Aves de luto. Rocas cubiertas de negro engrudo. Políticos que se declaran prestos a bañarse «igual que en Palomares». Y delante, los turistas con la cámara. Como en un safari fotográfico.
No sé. Digo yo que de algo habrán de vivir por allí hasta que elijan un gobierno en condiciones.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de diciembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de enero de 2018.
Comentar