Dice el auto de Garzón que suspende la actividad de Batasuna: «El control ejercido por Herri Batasuna sobre Euskal Fondoa es la causa de que los fondos que gestiona esta asociación se pongan al servicio de proyectos mercantiles y/o de negocios de ETA».
Euskal Fondoa es una asociación que se encarga de los proyectos de cooperación de 70 municipios vascos. Su equipo directivo está presidido por Rosa María Ostogain, alcaldesa peneuvista de Berriz, y tiene como vicepresidenta a Ana Urchueguía, alcaldesa socialista de Lasarte. Cuenta además con un tesorero del PP.
Probablemente los lectores recuerden las recientes protestas de la señora Urchueguía, quejosa de que sus convecinos abertzales de Lasarte la acosan sin parar. Imagino que su presencia en la dirección de Euskal Fondoa les bastará para deducir que Garzón ha patinado. Urchueguía, muy enfadada, ha desafiado al juez a que señale un solo epígrafe proetarra en su contabilidad.
Garzón ha metido el cuezo, sin duda, pero no basta con constatarlo. Conviene preguntarse cómo puede ser que un juez tan importante meta en un auto de tanta relevancia una acusación tan rematada y ridículamente falsa.
La respuesta es sencilla: una cosa así puede suceder porque el mencionado juez es un frívolo. Ha recogido una imputación injuriosa que un grupo maccarthista formuló hace tiempo en Internet* y la ha dado por buena. Sin contrastarla. Con un par. Con ese mismo par que algunos periodistas tanto le celebran.
Los hay que se toman este patinazo a chirigota. A mí, maldita la gracia que me hace.
No me resulta nada chusco comprobar con qué desenfadada alegría alimenta Garzón el fuego de sus hogueras de inquisidor. Me podría haber parecido risible que, en su desmelenado afán por acusar más y más rápido que nadie, haya dado en tildar a doña Ana Urchueguía de agente de ETA. Pero se me hiela la sonrisa apenas esbozada cuando pienso que, de no haber contado con ella como vicepresidenta y con un miembro del PP como cajero, Euskal Fondoa podría estar ahora mismo pasando un trance de aúpa, con sus planes de cooperación en Nicaragua, El Salvador o el Sáhara Occidental frenados hasta nueva orden.
No, no tiene nada de divertido que haya un juez cuyas acusaciones, lanzadas a voleo sin rigor alguno, sean tratadas por los medios informativos como dogmas de fe y esgrimidas por el Gobierno cual pruebas incontestables. Aunque todo pichichi sepa -y proclame en privado- que al juez de marras no hay por dónde cogerlo, si se exceptúa el plumaje de pavo y la cartera.
No tiene la menor gracia. Al contrario: es como para echarse a temblar.
------------------
(*) Me refiero, en concreto, a la página web de un grupo denominado BAT, cuyo emblema -francamente risible- es éste:
Llamo la atención sobre la última línea del anuncio, invitando a los lectores a la denuncia, sin exigir la aportación de prueba alguna. Maccarthismo puro.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (6 de septiembre de 2002) y El Mundo (7 de septiembre de 2002). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. La nota apareció en el Diario. Subido a "Desde Jamaica" el 15 de enero de 2018.
Comentar