En 1969, cuando se iniciaron los hostilidades fronterizas entre la China de Mao y la URSS de Jruschov y sonaron los primeros tiros sobre el río Ussuri, por aquí se contaba un chiste. Era que se era que empezaba la guerra total entre la URSS y China, y el primer día el Ejército soviético hacía un millón de prisioneros. El segundo tenía un éxito todavía más impresionante: capturaba a seis millones de soldados de la China Popular. Al tercer día aquello era ya el acabose: los soviéticos cogían cuarenta millones de prisioneros. Al cabo de una semana tenían ya cien millones de soldados chinos en su poder. Fue en ese momento cuando Jruschov recibió un telegrama de Mao Tsetung. Decía, lacónico: «¿Han entendido? Ríndanse».
Garzón ha metido en la cárcel a Jon Idígoras por lo del vídeo de las guest stars con capucha. No soy experto en Leyes, así que no tengo ni idea si lo que ha hecho el de Amorebieta es punible, Código Penal en mano. Pero pongamos que lo sea. Y pongamos que, ya con Idígoras en chirona, van los demás componentes de la Mesa Nacional de HB y ellos también difunden el vídeo. Nada, ningún problema: Garzón los encierra a todos, faltaría más. Pero, como HB se queda sin dirección, va y la renueva. Sólo que la Mesa Nacional la forman esta vez diez mil personas. Y las diez mil, vaya por Dios, deciden exhibir el vídeo de marras. Hala, todos al trullo. Bueno, pues nueva renovación de la Mesa Nacional, pero ahora con cincuenta mil integrantes. Los cuales, por unanimidad, dan igualmente luz verde al vídeo. ¿Qué? ¿Esperamos a que nos envíen un telegrama como el de Mao Tsetung?
La táctica que sigue el llamado MLNV es, a la vez, moralmente rechazable y políticamente errónea. Es moralmente rechazable, porque servirse del asesinato y el secuestro como elemento de propaganda -seamos mínimamente rigurosos: lo que hay en Euskadi no es una guerra- resulta repugnante. Pero también es políticamente erróneo, porque no sirve de nada: el Estado español puede amortizar, sin gran merma de su caudal político, el pago del impuesto de sangre que ETA le cobra. Tiro a tiro, bomba a bomba, la causa independentista vasca no avanzará un maldito paso.
En cambio, es dudoso que el Estado español pudiera afrontar el coste que le supondría tener en sus cárceles cincuenta, sesenta, cien mil presos acusados todos, en masa, del terrible delito de difundir un vídeo.
Para empezar, no habría plazas penitenciarias para tanta gente. Sería necesario construir algunos campos de concentración, lo que no acabaría de quedar muy estético. Eso sin contar con lo caro que resultaría: habría que alimentar a todos esos presos. En fin, como imagen internacional, me da que tampoco resultaría muy allá.
Háganme un favor: mediten un rato sobre esta posibilidad. Y luego hablamos sobre lo terriblemente útil que es el Código Penal para resolver problemas políticos. ¿Vale?
Javier Ortiz. El Mundo (24 de febrero de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de febrero de 2012.
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