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1991/08/14 07:00:00 GMT+2

Euskadi en fiestas

Hace ya días que Euskadi es una fiesta. Del Ebro para abajo hay muchos que no saben eso (¡son tantas las cosas de Euskadi que no se saben del Ebro para abajo!) y el común de los mortales se piensa que, ahora mismo, todos los vascos estamos en ágora permanente, dedicados con gran seriedad a discutir sobre la autovía de Leizarán.

Del Ebro para abajo no se sabe que ahora mismo Euskadi es una pura fiesta, todo jolgorio, música, alcohol, disfraces pintorescos, gigantes, cabezudos y fuegos de artificio. Es posible que eso explique lo mal se ha entendido el asunto de la autovía. No se ha tenido en cuenta que esta discusión está integrada en el programa de actos y festejos de la temporada. De haberlo sabido, se habría comprendido la razón por la cual hay en el debate tantas posturas de estilo pachanguero, tanta ruidosa pirotecnia, tanto gigante de cartón piedra, tanto cabezudo, tanto disfraz y tanto discurso que induce inevitablemente a pensar en los efectos desinhibidores del alcohol.

Reconozco que no siento ningún tipo de irresistible atracción por estas fiestas veraniegas. Me fastidia el mido, llevo fatal los altavoces en plena calle, me repelen los bailes de disfraces y me cargan esos tipos que se empeñan en perseguirte para pegarte con una vejiga -¿por qué no se pegan entre ellos, si tanto les gusta, y nos dejan en paz a los demás?-. Cuando la fiesta acaba, además, el resultado es siempre el mismo: toneladas de basura.

Temo que, al final, el acuerdo sobre la autovía no vaya a ser sino un episodio más de ese género.

Dada la peculiar idiosincrasia vasca, me parece que hubiera sido mejor dejarse de fiestas. No digo yo que no deberían haberse reunido los representantes de la Diputación y de Lurraldea, pero podían haberlo hecho en secreto (una reunión secreta más no hubiera molestado a nadie). Una vez establecido el feliz acuerdo, hubieran podido transmitírselo a todos los partidos -siempre muy discretamente-, para buscar por último el modo de sacar la resolución a la plaza pública sin que nadie tuviera la desazonante sensación de haberse quedado con sus partes pudendas al aire.

Porque, por tonto que resulte, en esto del desaire puede estar al final la clave de todo.

Javier Ortiz. El Mundo (14 de agosto de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de agosto de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1991/08/14 07:00:00 GMT+2
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