Dice Rodríguez Ibarra que los del PP son a Europa lo que los nacionalistas vascos y catalanes a España, que van a lo suyo y no les importa ni un pimiento lo de los demás.
Si Rodríguez Ibarra se atuviera a los hechos y no se dedicara a rumiar una y otra vez sus aburridas obsesiones, constataría que Cataluña y Euskadi practican la solidaridad interterritorial conforme a la ley, año tras año. De lo cual, por cierto, se beneficia bastante Extremadura (aunque quizá allí no se reparta de la forma más justa, gracias al señor Rodríguez Ibarra).
Lo más parecido a lo que denuncia el bellotari lo encarna a escala estatal Coalición Canaria, cuyos dirigentes ofrecen sistemáticamente sus votos parlamentarios al mejor postor. Les importa un bledo votar lo que sea, afecte a quien afecte, con tal de que no les afecte a ellos y siempre que les paguen el servicio al contado. Pero nadie del PP o del PSOE se anima nunca a señalar con el dedo acusador a Mardones, Mauricio y demás basura, y ello por una muy elemental razón: se denunciarían a sí mismos. Los de allí no podrían ser unos vendidos si aquí no hubiera compradores. Todos los gobiernos centrales, tanto del PSOE como del PP, han pagado en diversas ocasiones su voto indecente.
Pero volvamos al argumento «europeo» de Rodríguez Ibarra, que reprocha al PP acudir a la UE con ánimo exclusivista, sin conciencia del conjunto.
¿Es así? Vaya que sí. Pero eso no tiene nada de especial. El PSOE lo ha practicado también cuando le ha tocado.
Son europeístas de pacotilla. Todos ellos. Ninguno adopta una perspectiva continental, es decir, supraestatal. Todos aspiran a vender a sus electores que ellos son los mejores a la hora de conseguir ventajas sobre los demás. Acuden a Bruselas como quien va a una subasta: a conseguir lo máximo pagando lo mínimo. En cuanto se rasca un poco en la superficie de su envoltorio europeísta, aparecen los eternos nacionalismos (estatalismos, de hecho). El ejemplo más acabado lo ofrecieron los alemanes de la RFA. ¿Por qué se avinieron a soportar los enormes sacrificios que les impuso su Gobierno para homologar las realidades de las dos Alemanias? Porque los de la RDA serían todo lo andrajosos que se quisiera -así los veían-, pero eran también, a fin de cuentas, alemanes.
Nadie en Europa Occidental tiene en este momento una actitud así hacia los recién llegados a la UE desde la Europa del Este. Se les mira con desconfianza, como una especie de mal inevitable, y cada cual se afana para conservar cuanto puedan de sus privilegios anteriores. Lo del Estado español es evidente: iba de pobre, pasando el platillo (*), y ahora está que bufa porque, tras la entrada de los nuevos miembros, se convierte en comparativamente rica, con lo que cobrará menos y pagará más. Se le lleva el alma los diablos.
¿Alguien se lo plantea de otro modo entre los políticos con mando en plaza? Si es así, yo no lo conozco.
Pueden reprocharse mutuamente su falta de europeísmo todo lo que quieran. No corren el riesgo de errar. En Europa apenas hay verdaderos europeístas.
(*) Volví ayer a Madrid desde Aigües, en el sur del País Valenciano. Durante los días que he pasado allí -qué delicia, por cierto-, he tenido oportunidad de oír hasta el aburrimiento a los dirigentes políticos del PP y del PSOE hablar en los medios de comunicación sobre la necesidad de mantener el alto nivel alcanzado en Europa por su comunidad autónoma. Lo que no dicen es que, pese a tener ese alto nivel -que es evidente-, han defendido durante años que la UE catalogara a la Comunidad Valenciana como zona pobre, para beneficiarse de los apoyos económicos correspondientes. Aunque en el País Valenciano hay pobres -¿dónde no?-, el nivel de vida medio es apreciablemente bueno. Ocurre que una parte importante de la prosperidad local funciona dentro de la llamada economía sumergida. Hay sectores clave de la economía valenciana (el calzado, el juguete, la agricultura, el turismo) cuya realidad no aflora a la superficie -a la legalidad- ni a la de tres. Lo cual permite, a la vez, ganar dinero y poner el cazo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (9 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.
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