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1997/07/16 07:00:00 GMT+2

ETA, sin estrategia

El valor de la manifestación multitudinaria del sábado en Bilbao y de las impresionantes demostraciones del lunes en toda España no estriba en que evidenciaran que la inmensa mayoría está en contra de los crímenes de ETA. Eso ya se sabía. ¿A alguien le cabía duda? No los tres millones que salieron a la calle a gritar: muchos millones más. Casi toda la población. También en Euskadi. A decir verdad, estoy seguro de que incluso buena parte de los votantes de HB sintieron horror al conocer la muerte de Miguel Ángel Blanco. Horror y vergüenza.

Lo que resulta verdaderamente significativo de esas manifestaciones no es que demuestren cuán amplio es el rechazo, sino cuán hondo. Porque la gente no se echa a la calle por su cuenta, al margen de los partidos políticos, haciendo caso omiso de sus consignas y gritando hasta la ronquera durante horas y más horas porque algo le desagrade: necesita estar realmente harta; necesita considerar que las cosas han llegado a un punto intolerable.

Ese es el cambio que han producido los últimos acontecimientos: la visión del pobre Ortega Lara como salido de Treblinka, el cadáver de Miguel Ángel Blanco con dos tiros mal dados a sangre fría. En realidad, nadie ha dado por esto más que un paso. Ya antes había andado mucho. Pero este paso de ahora ha sido sobre una línea fronteriza.

Hace años que ETA, una vez comprobada su incapacidad para derrotar militarmente al Estado, ha venido ateniéndose a la llamada estrategia del desistimiento, consistente en hostigar constantemente a la población española con acciones terroristas, con vistas a conseguir que se impusiera en ella la idea de que es preferible desistir del esfuerzo por mantener a Euskadi dentro del Estado español.

Era un planteamiento cruel, pero que podría haberles resultado eficaz si no les hubiera fallado en un punto clave: han logrado hartar a la población española, sí, pero también a la mayoría de la población vasca, lo que ha alterado por completo el escenario previsto por ellos.

En Madrid, en Barcelona, en Córdoba, en Valencia, en Ibiza, en A Coruña, lo que se ha gritado no es «¡Fuera los vascos!», como ETA quisiera, sino «¡Vascos sí, ETA no!». Adiós al desistimiento.

No es un fenómeno casual, sino el resultado de su propia debilidad ideológica. Aunque no lo hayan teorizado, han actuado en la práctica como si los vascos opuestos a sus criterios no fueran realmente parte de Euskal Herria, cosa que autorizaría a tratarlos como a enemigos: caso de Miguel Ángel Blanco. No han tenido en cuenta que el resto de los vascos no estaban -no estábamos- dispuestos a tener tantos enemigos.

Su problema ahora no es que se haya quedado casi sin aliados a fuerza de golpear a diestro y siniestro. Es que tampoco tiene estrategia en función de la cual seguir golpeando.

Javier Ortiz. El Mundo (16 de julio de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de julio de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1997/07/16 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo 1997 eta ddhh ortega_lara preantología euskal_herria miguel_ángel_blanco euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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