Miércoles, 6 de marzo. Empiezo de buena mañana mi jornada de trabajo. Compruebo que siguen sin funcionar los enlaces con esta página web. Imagino que Mundofree ha tenido una nueva avería, o que están en dique seco para realizar labores de mantenimiento. Preparo todo para subir la actualización en cuanto sea posible.
Me llaman de Radio Euskadi: va a empezar la tertulia. Conecto la línea RDSI, que me permite intervenir con la misma calidad de sonido que si estuviera en los estudios de la Gran Vía de Bilbao. Charlo en directo con Antoni Segura y Margarita Robles sobre el mal rollo que tiene el Gobierno de Aznar con el movimiento antiglobalización y las protestas que prepara en Barcelona. Rajoy trata de amalgamarlo con la kale borroka, ETA y todos los demonios.
Acabada la tertulia, vuelvo a probar la conexión con Mundofree. Nada. Hago la prueba de ver otras web también gestionadas por Mundofree. Funcionan. ¡Qué cosa más extraña! Llamo al Servicio de Atención al Cliente. Pasarán nota al servicio técnico.
Salgo zingando para Akal, que tiene su sede en Tres Cantos, a veintitantos kilómetros de la Puerta del Sol. Según llego, me enfrasco en la lectura de varios manuscritos cuya hipotética publicación me toca evaluar. Uno es dudoso, otro francamente ilegible y otro espléndido. Atiendo varias llamadas de teléfono. Telefoneo de nuevo a Mundofree, con idéntico resultado (con idéntica falta de resultado). El tiempo pasa volando. De pronto, me doy cuenta de que he de salir a escape si no quiero llegar tarde a una comida de trabajo que tengo en Madrid. Me equivoco en la salida de la carretera de Colmenar hacia la M-30. Pese a ello, llego puntual. Comemos a toda leche. Me entero de algunas cosas interesantes para aquilatar cómo está el patio político capitalino. (Breve resumen: sigue siendo un gallinero).
Durante la comida, recibo una llamada del servicio técnico de Mundofree: me piden mi clave de acceso al servidor. Se la doy.
Regreso a Akal. Sigo trabajando. Avanzada la tarde, reclamo de nuevo a Mundofree. Me informan -¡toma sorpresa!- de que han bloqueado deliberadamente mi página web porque han comprobado que tiene un trajín que «no es propio de una página personal», lo que les ha llevado a la conclusión... ¡de que encubre una actividad empresarial! Tengo que darles detallada cuenta de quién soy, a qué me dedico y en qué forma estoy vinculado a El Mundo. Les hago ver que no pueden reprocharme ni que trabaje mucho ni que haya mucha gente que se interese a diario por lo que hago. Dicen que harán las pertinentes comprobaciones.
Me llaman de El Mundo para charlar sobre la prepublicación de algunos extractos de mi libro Ibarretxe, que llegará a las librerías el lunes 18. No tengo tiempo de hablar con La Esfera de los Libros para ir planificando los actos de presentación, que se realizarán sucesivamente en Madrid, Sevilla y Bilbao, con presencia del lehendakari en las tres ciudades.
Dejo Tres Cantos para volver a casa, donde me espera una ristra de trabajos, parte de ellos de carácter doméstico (ya sabéis: eso que las feministas llamamos «la doble explotación»). En el ínterin, recibo una llamada de Mundofree. Me dicen que han comprobado lo que les he dicho, que es exacto y que, en consecuencia, ya han desbloqueado mi página. Conecto el ordenador y actualizo la página tan rápidamente como puedo. Respondo a algunos correos electrónicos de particular urgencia. Examino la correspondencia postal y tomo nota de un par de cosas burocráticas que tengo que atender.
Todavía me quedan algunas cosas más que escribir y varias llamadas que hacer. Paro lo justo mi particular frenesí para ver la final de la Copa. Disfruto un rato. Continúo luego trabajando hasta la hora de irme al catre.
Hace apenas diez días, yo era un señor relajado que escribía desde su casita, sin ajetreos, sin coches, con apenas unas cuantas llamadas de teléfono. De golpe y porrazo, me he convertido en un tipejo que no para quieto. Por primera vez desde hace 25 años, empiezo a apreciar las ventajas de las reformas paulatinas y a mirar con malos ojos las rupturas.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (7 de marzo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de marzo de 2017.
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