La Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat) ha exigido al Gobierno «actuaciones concretas» para afrontar la situación de «estancamiento» por la que, según ella, atraviesa el sector hotelero. Reclama, en concreto, una rebaja de la presión fiscal, lo que le ayudaría -dice- a mejorar su «competitividad».
Los directivos de la Cehat tienen un morro que se lo pisan.
Hacen como si no supieran, para empezar, que un sector como el de la hostelería no puede estar en expansión indefinida.
Y no sólo porque la cifra de turistas no puede crecer sin parar, de modo espontáneo y al margen de los avatares de la economía.
Los responsables políticos y empresariales de este sector decidieron, en la época de su despegue, allá por los años 60, que España debía apostar decididamente por el turismo de presupuesto bajo o medio. Eso atrajo a millones de turistas procedentes de países con rentas per capita más altas. De entonces a aquí se han ido produciendo cambios de notable importancia: los precios españoles han ido pareciéndose cada vez más a los de la Europa próspera, la masificación de las costas y su deterioro ambiental han quitado atractivo a la oferta y, para rematar la faena, han surgido en el área del Mediterráneo otros destinos con entornos aún no definitivamente degradados y mucho más baratos. Sin embargo, las pautas del modelo turístico español han variado muy poco.
En el descenso del atractivo económico de España como destino turístico ha influido, y no poco, la voracidad de los empresarios del gremio, que se distingue año tras año por ser uno de los principales responsables de la presión inflacionista.
Y, con ese panorama, se quejan no ya de que sus beneficios hayan descendido... ¡sino de que se han estancado! ¡Y se enfadan con el Gobierno!
Me saca de quicio la tendencia de algunos sectores económicos españoles -y no españoles- a pasarse el día llorando por lo mal que les va en cuanto las cosas no les van sobre ruedas. La Cehat pide (no, perdón: ¡exige!) rebajas fiscales porque su sector está estancado. No recuerdo que se ofreciera a pagar más impuestos cuando sus negocios pasaban por momentos de decidida expansión.
Pasa lo mismo con algunos grandes propietarios agrícolas. ¿Que llueve más de la cuenta? ¿Que no llueve lo suficiente? ¿Que graniza? De inmediato reclaman declaraciones de zona catastrófica y ayudas del Estado. ¿Alguien les ha oído decir alguna vez: «La cosecha de este año ha sido estupenda, así que vamos a aportar más, para ayudar a la gente de otros sectores a los que les ha ido peor»?
Muchos pequeños empresarios o trabajadores autónomos españoles viven al albur de las circunstancias. Si tienen encargos, salen adelante. Si no tienen demanda, o si se les ocurre cometer el error de enfermar, van de cráneo. Nadie les concede rebajas de nada. Nadie declara su localito o su tienda «zona catastrófica».
Por hablar de un sector que me conozco algo: les enseñaría yo a los señores de la Cehat el porrón de periodistas de por estas tierras que viven «a tanto la pieza», sin nada fijo, cobrando según tarifas que en muchos casos quedaron fijadas hace ocho o diez años, y eso cuando no se las han rebajado, y eso cuando cobran. ¿Qué hace el Gobierno por ellos? Desearles suerte, como mucho.
Ah, se me olvidaba. Al Congreso de la Cehat, celebrado en Málaga anteayer, no faltó José María Cuevas, que denunció en términos muy enérgicos la «falta de implicación» de la Administración en los problemas del sector turístico. Aparte, anunció que la CEOE va a celebrar una gran cumbre empresarial en la que se dejará bien clara la preocupación del empresariado... por las reformas estatutarias que se avecinan.
Joder, qué tropa.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.
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