Me han contado que en un programa radiofónico de hace poco, de ésos que graban llamadas en las que algunos oyentes cuentan sus opiniones, el locutor encargado de resumirlas se empeñaba en calificar de «muy interesantes» las propuestas de instauración de la pena de muerte para los delitos de terrorismo.
Se van extendiendo los runrunes ultras. Hace algunas semanas, el que fuera jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campos, se declaró partidario de que, apoyándose en uno de los apartados más controvertidos -y, en mi criterio, más disparatados- de la Constitución, el Ejército se haga cargo del mantenimiento del orden en el País Vasco. Otros, algo menos enloquecidos -pero también finos-, optan por una solución menos extrema: que el Gobierno central quite el control de la Ertzaintza al Gobierno Vasco y lo asuma directamente.
No me tomaré el trabajo de discutir ni la inspiración ideológica de tales propuestas ni su inoperatividad práctica. Me limitaré a señalar lo que, para mí, es una evidencia: ETA estará encantada. A sus dirigentes se les tiene que hacer la boca agua pensando en cualquiera de esas hipótesis. En particular, la de las tropas del Ejército reprimiendo la kale borroka. Belfast años 60 en estado puro.
Los partidarios de tirar por la calle de en medio son los mejores aliados de ETA. Hará lo posible para conseguir que sus soluciones se abran paso. Cuanto antes y cuanto más lejos, mejor.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (1 de octubre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de abril de 2017.
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