La moza regordeta marcha de stand en stand interrogando a los escasos autores que -día laborable y por la mañana- hacemos como que firmamos nuestra obra.
Le voy a hacer una encuesta -me amenaza, y no se arredra ante la mirada de angustia que dirijo hacia la puerta.
-¿Qué opina de la lectura de los españoles? -me lanza de inmediato, antes de que pueda optar por la franca huida.
-Poca -le respondo, tratando de que el monosílabo marque un estilo y empezando a imaginar que sus modales apabullantes sólo tiene una explicación: está resuelta a venderme una enciclopedia.
-¿Su autor favorito? - continúa sin pestañear.
¡Mi autor favorito! ¿Y cómo narices se contesta a una pregunta así? ¿Cómo elegir uno sólo? Ella interpreta mal mi silencio y cree que ha llegado el momento de ayudarme con alguna sugerencia:
-¿Qué tal Pérez Galdós?
-Muy bien, Pérez Galdós; estupendo. Un gran tipo.
-¿Y poeta?
Me precipito, antes de verme en la obligación de pasar por el bochorno de una segunda sugerencia:
-¿César qué?
-Vallejo. Un peruano.
-Ah, peruano. Y españoles, ¿se sabe alguno?
-¿Te viene bien González? Ángel González -musito, francamente abatido.
Fue sólo uno de los episodios que hube de afrontar durante mis dos horas correspondientes de plantón. También tuve que decir una docena de veces que se me habían acabado las pegatinas, explicar a una señora despistada que, decididamente, yo no era Pedro J. Ramírez, que a ese señor le tocaba por la tarde, convenir con varios más en que los libros son, cuánta razón tiene usted, carísimos y, en fin, afrontar una de las preguntas más difíciles que jamás me hayan hecho:
-¿Es usted escritor?
El caso es que escribo. Pero tengo para mí que para ser escritor habrá que reunir otros requisitos.
Pero, bueno. A mí, al menos, no me llovió. Y al final, pasó por allí una ex novia y me pidió que le dedicara mi libro sobre el matrimonio.
Con eso me di por bien servido.
Javier Ortiz. El Mundo (6 de junio de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de julio de 2010.
Comentar