Me he enterado, gracias a nuestro Marat y a su crítica de televisión, de que la canción de la cremita, incluida en un anuncio de la ONCE y repetida hasta el aburrimiento en las radios, está en un tris de entrar en las listas de éxitos.
No diré que sabía que eso iba a suceder. Lo que sí puedo afirmar es que sabía que podía suceder. E incluso que era muy fácil que sucediera. Es más: comenté públicamente que, de ser responsable de una casa discográfica, no sólo editaría la cancioncita de marras, sino también la otra que empieza diciendo: «Tengo gambas, tengo chopitos...» en su doble versión, española e inglesa.
¿Por qué? Porque las cosas funcionan así. No es sólo cuestión de repetición. Otras cosas se repiten tanto o más. Es esa zafiedad con guiño incluido: el secreto del éxito de Torrente. Permite a una buena parte de la población aplaudir la zafiedad pretendiéndose por encima.
Un uso adecuado de esa fórmula, convenientemente respaldado por los medios, asegura el éxito. Creedme: no tiene vuelta de hoja. Como que dos y dos son... dos y dos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de agosto de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de diciembre de 2017.
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