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2001/09/28 06:00:00 GMT+2

Entre Berlusconi y Gil

Hace tiempo que no leo ni escucho declaraciones de Jesús Gil y Gil. Supongo que el alcalde de Marbella ha optado por hacer como la bella señorita del chiste, que se pasó toda una fiesta sin decir esta boca es mía y que, cuando un caballero le preguntó al cabo de las horas por qué no hablaba, contestó: «¿Pa qué? ¿Pa cagala?».

Pero que Gil no hable no quiere decir que no actúe. Anteayer se supo que la juez encargada de la instrucción de uno de los sumarios más importantes que tiene abiertos en la capital de la Costa del Sol ha solicitado que la trasladen a otra plaza. Con lo que tal parece que Marbella cuenta ya con dos categorías judiciales muy definidas: de un lado están quienes se pliegan al diktat de don Jesús; del otro, quienes optan por tirar la toalla y salir huyendo.

Siempre que se trata de justificar la existencia de la Audiencia Nacional, problemáticamente compatible con el derecho al juez natural que establece la Constitución, se manejan dos argumentos: uno, que los jueces del País Vasco tienen demasiado cerca al entorno de los activistas de ETA como para que les quepa sustraerse a sus presiones; el otro, que hay delitos de imposible ubicación concreta, que deben ser investigados a escala estatal, e incluso internacional, o cuya instrucción requiere de conocimientos muy especializados. No entraré esta vez a considerar lo mejor o peor fundado de estos argumentos. Me limitaré a observar que los delitos de los que se acusa a Jesús Gil reúnen todos esos requisitos a la vez: jueces verosímilmente intimidados, manejos presuntamente ilegales que se localizan en ciudades pertenecientes a diversas comunidades autónomas y campos operativos tan especializados como la tasación de estatuas, el patrocinio de camisetas futbolísticas y los artificios contables. ¿No está la Audiencia Nacional habilitada para el conocimiento de las actividades del crimen organizado? Pues que lo haga.

Más complicado lo tienen los jueces italianos con Berlusconi, cuya capacidad de presión intimidatoria abarca el conjunto del territorio nacional. Lo de Berlusconi es parecido a lo de Gil, aunque a muy superior escala: los dos son empresarios escasamente escrupulosos que, tras entrenarse en los campos de fútbol, han saltado al campo de la política y obtenido el favor popular. Berlusconi le gana a Gil ampliamente en un terreno: él se dio cuenta de la decisiva importancia que tienen hoy en día los medios de comunicación, lo que le animó a centrar sus esfuerzos en hacerse con el control de un buen puñado de ellos. Gracias a eso pudo desbordar el marco de la política local y plantarse en la jefatura del Gobierno de Roma. Y gracias también a eso, mientras las patochadas de Gil son en España materia de chanza periodística generalizada, las de Berlusconi son tratadas en Italia con reverencia o, por lo menos, con miedo.

Pero los tentáculos de Berlusconi no tienen cogida por el cuello a la totalidad de Europa. La UE debería hacer saber a ese concentrado de zafiedad con fijador que no puede andar por ahí menospreciando el islamismo y defendiendo «la superioridad de la civilización occidental», como acaba de hacer. Que Italia ya tuvo un Duce fascista, y que con eso nos basta y nos sobra a todos los demás.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de septiembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/09/28 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

"La UE debería hacer saber a ese concentrado de zafiedad con fijador que no puede andar por ahí menospreciando el islamismo y defendiendo la superioridad de la civilización occidental...." septiembre de 2001 cualquiera lo diría, y la UE sigue sin hacerle saber absolutamente nada a este hombre (por llamarlo de alguna manera). La Democracia tiene estas rarezas, espero que las mentes sensatas de su propío pueblo sea capaz de apearle algún día.

Escrito por: aurora.2009/06/24 18:57:17.894000 GMT+2

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