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2004/07/13 06:00:00 GMT+2

En la puerta de El Hierro

Me piden que no me empeñe en contar cosas tristes, como la de ayer, y que, puesto que estoy en la isla de El Hierro de vacaciones, hable de esto.

De momento apenas podría contar nada. Llegamos anteayer a última hora de la tarde, cotilleamos el parador y sus instalaciones para ver qué posibilidades ofrece, cenamos y me lancé de cabeza a la cama. Dormí diez horas de un tirón. Ayer por la mañana nos dimos una larga caminata que nos llevó hasta el roque de la Bonanza, que es uno de los caprichos de la Naturaleza más fotografiados de la isla. De regreso, bajé al gimnasio a pedalear un buen rato en una bicicleta estática y luego estuve nadando en la piscina. Después de comer una ensalada -magnífico el tomate- y pescado frito, dediqué algo de tiempo a leer. Pasamos un buen rato jugando una cómica partida de mini-golf, que duró muchísimo porque Charo no tiene ni idea de patear y a mí me dieron un palo para diestros, lo que para un zurdo es genial.

Ya sé que no se trata de hacer en un solo día todo el ejercicio que no he hecho en un año, pero me apetecía. Y me había propuesto tener ese primer día de relajación, antes de lanzarme a recorrer la isla (o, mejor dicho, a conocerla, porque recorrerla, lo que se dice recorrerla, se puede hacer rápido).

En todo caso, la experiencia que he tenido hasta ahora no aporta materia para hacer ningún apunte del natural revelador de nada. Si no fuera por el suelo negro, volcánico, por la vegetación, en parte singular, y por la presencia de un mar bravo y con mareas, lo mismo podría estar en el Mediterráneo. En lo que más se distingue del Mediterráneo es en lo que no se ve. Miro desde el jardín, veo varios kilómetros de costa y, en toda esa extensión, sólo ocho o diez casas de campo aisladas. Si fuera el Mediterráneo, habría también ocho o diez, sí, pero urbanizaciones. ¿Que digo si fuera el Mediterráneo? O si fuera Gran Canaria, o Tenerife, o Lanzarote, o incluso ya también La Gomera, que tan a gusto visité hace veinte años, cuando los turistas en Valle de Gran Rey éramos cuatro gatos.

Tampoco se ve gente. Ayer no creo que me cruzara con más de 20 personas en todo el día, y a 15 las vi en el parador.

El Hierro, «la Isla del Meridiano» -albergó el meridiano 0 hasta que los ingleses se lo llevaron para Greenwich-, es la más meridional, la más occidental y la más pequeña de las Canarias, islotes excluidos. Todos los folletos de propaganda lo cuentan. También es la más pobre, pero de eso tienes que enterarte por ti mismo. No esperes que te lo digan las guías turísticas. Es como lo de las cucarachas. «¿Por qué no avisan de que hay cucarachas?», dice Charo. No quiero ni imaginarme la advertencia en un folleto de propaganda: «Aviso. Como el Parador está en medio de la Naturaleza, se cuelan cucarachas de monte». Tendría efectos disuasorios definitivos.

Podría hablar bastante de El Hierro, pero no por lo que he visto, sino por lo que he leído. Cuando visito algún sitio lejano, suelo informarme bien, entre otras cosas para relativizar lo que veo y me sucede: que a mí me haya llovido el día en el que he estado en tal paraje no quiere decir que ése sea un sitio en el que suele llover; que yo haya comido mal en un restaurante no significa que se coma mal; que en tal otro sitio no pueda bañarme porque hace muy mala mar no debe interpretarse como que en ese sitio no es posible bañarse. Y como eso, todo. Un buen acopio de información -debidamente seleccionada, eso sí- sobre el lugar que vas a visitar te ayuda a no caer en esos errores. Y a mucho más: a buscar el mejor mirador, la mejor playa, el mejor restaurante, las aguas más tranquilas...

Ya contaré lo que se tercie, si se tercia. En todo caso, hoy este rollo preliminar ha servido para libraros de otro rollo bastante solemne que pensaba largaros a propósito de ciertas lecturas sobre Historia que estoy haciendo, que aclaran no poco sobre la actividad de la dirección del PSOE en las dos posguerras (primero en la española y luego en la mundial). Eso lo dejaré para otro día, pero espero no olvidarme del asunto, porque tiene su aquel.

Dicho lo cual, empiezo el recorrido de la isla, cuya primera etapa nos llevará a Valverde, que tiene 4.227 habitantes, según el último censo. Es la capital.

 

Aviso.- Ayer, a última hora, tuve una avería rara en el ordenador. Conseguí recuperarlo, pero no sin esfuerzo. Cabe la posibilidad de que se escagurcie del todo. Si véis mañana que llega la hora de comer y no he actualizado la página, ya sabéis a qué se debe.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de julio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/07/13 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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