Se dice y se repite: «Internet constituye un instrumento de trabajo de valor incalculable». Pero no es verdad.
No lo es ninguna de las dos cosas.
Internet podría ser un fantástico instrumento de trabajo, sin duda. Pero, aquí y ahora, constituye más bien un quebradero de cabeza.
Hubo un tiempo, todavía no muy lejano, en el que funcionaba de modo bastante aceptable. Te conectabas sin problemas y, una vez dentro de la red, navegabas a velocidad moderada. Ahora, con el nuevo sistema de conexión de Telefónica llamado Infovía Plus, el aspirante a internauta puede verse obligado a realizar hasta quince o veinte llamadas antes de lograr conectarse. Y cuando finalmente lo consigue -si lo consigue-, el contacto es tan paupérrimo que tal tiene la sensación de que está navegando, sí, pero a remo. Para efectuar una consulta que hace un año le llevaba dos o tres minutos escasos, ahora puede pasarse media hora. Supongo que le han puesto el nombre de Infovía Plus nada más que para, por asociación de ideas, desprestigiar a Polanco. El 055 tradicional de Infovía, que teóricamente debía desaparecer en los próximos días, funciona mejor -tiene narices-, aunque también esté hecho unos zorros.
De modo que difícilmente cabe afirmar que Internet constituya un instrumento de trabajo. Pero, en todo caso, menos todavía puede decirse que sea un instrumento «de valor incalculable»: Telefónica se encarga de calcularlo y de cobrar hasta el último céntimo. Lo que al usuario -a este servidor de ustedes, sin ir más lejos- le hace una gracia enorme, habida cuenta de que buena parte del importe que le facturan es por el tiempo... que le han hecho perder.
«Es que ha crecido mucho el número de usuarios de Internet», dicen las autoridades, «y se satura la infraestructura existente». ¡Pues amplíenla, hombres de Dios! «Es que requeriría una inversión muy grande, y no se le puede pedir a Telefónica, que ahora es ya una compañía privada, que haga un desembolso tan grande». ¿Y a mí qué narices me cuentan? Como contribuyente, exijo que se me presten los servicios necesarios. Tengo derecho a contar con agua corriente, con electricidad, con gas... y con Internet.
Ese es el fondo: que todavía no han entendido que Internet es un servicio necesario. No se han dado cuenta de que los países que logren democratizar su uso -en la enseñanza, en la investigación, en la comunicación, etcétera- se colocarán en posición de ventaja.
Tenemos unos gobernantes que abordan problemas del siglo XXI con mentalidad del XIX. Son unos rematados incompetentes.
Javier Ortiz. El Mundo (28 de noviembre de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de diciembre de 2011.
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