¿De qué son sospechosos Tamayo, Sáez y Balbás? De no querer que la Comunidad de Madrid esté gobernada por la coalición PSOE-IU, porque eso podría perjudicar determinados intereses inmobiliarios poco o nada regulares. ¿Qué intereses inmobiliarios, en concreto? No, en concreto ninguno. En general.
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechazó en primera instancia la querella presentada por el PSOE precisamente por eso: porque no pedía que se imputara a ese trío de socialistas díscolos ningún delito específico; no pretendía que el Tribunal analizara su relación con tal o cual hecho delictivo conocido y pendiente de clarificación. Lo que solicitaba es que los investigara para descubrir ambas cosas: primero, el delito; luego, su autoría.
Es como si yo me presentara en el Juzgado de Guardia y dijera: «El vecino del 6º D de mi casa tiene una cara de asesino que no puede con ella. Yo no sé que haya ningún asesinato pendiente de aclarar por estos andurriales pero, si le abren un procedimiento judicial, lo mismo le encuentran algo».
No es serio.
Ha pasado más de un mes y seguimos en las mismas. Todo lo contante y sonante que hay es que tres responsables socialistas han sido suspendidos de militancia por su partido, que está enfadadísimo y dice que lo que han hecho es lo más grave que ha sucedido en 500 kilómetros a la redonda desde el 23-F. Pero ¿qué es lo que han hecho? De momento, romper con la disciplina parlamentaria de su grupo.
¿Y dejarse comprar? No diría yo que no. Pero tampoco que sí. ¿Cómo afirmarlo sin ningún dato que sustente la acusación, que permita al menos especular con cierto fundamento? No han aportado ni el menor indicio digno de ese nombre. Porque una lista de llamadas telefónicas de cuyo contenido se ignora todo, francamente, no se puede estirar tanto sin que se rompa.
Insisto en lo que vengo diciendo desde hace un mes: tengo una predisposición plena a aceptar la tesis de que Tamayo, Sáez, Balbás y todos los otros forman una pandilla de especuladores del suelo y traficantes de influencias de mucho cuidado. Pero una cosa es la predisposición y otra la fe. Fe es creer lo que no vimos. Para creer que esta gente ha montado una trama delictiva necesito que me muestren al menos que hay una trama delictiva en sus alrededores. Porque no veo yo cómo puede atribuirse a alguien un delito cuando ni siquiera se sabe de qué delito concreto se está hablando.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (14 de julio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de enero de 2018.
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