Se abre la puerta de la comisaría de Policía. Entra una joven en estado deplorable: magullada, con la ropa rota. Se acerca al mostrador:
-Vengo a denunciar que he sido violada -le dice al guardia de guardia.
-¡Por Dios! ¡Pobre mujer! -le responde el policía-. Entre aquí... Siéntese... ¿Ha acudido a algún hospital, a alguna clínica?
-Sí. Aquí traigo el parte médico.
-Muy bien, muy bien... ¿Está en condiciones de declarar? ¿Prefiere descansar primero?
-No; prefiero declarar ya, a ver si pueden actuar cuando antes.
-Claro, claro...
El policía le toma declaración. Cuando acaba, la joven lee la denuncia y la firma.
-¿Y qué van a hacer ustedes ahora? -le dice al policía.
-Bueno, pues, con los datos que nos ha dado, veremos si podemos localizar a los agresores. Aunque ya le avanzo que eso va a ser muy difícil, porque este barrio es muy difícil, hay mucha delincuencia, y esa gente se protege entre sí... En fin: en todo caso, si no conseguimos detenerlos, convocaremos una manifestación.
La joven se le queda mirando, perpleja.
-¿Cómo dice? ¿Que la Policía va a convocar una manifestación? ¿Y qué sentido tiene eso?
-¿Le sorprende? Antes no lo hacíamos. Pero ahora sí. Son las instrucciones que hemos recibido del Ministerio del Interior. Nos han dicho que, cuando no logremos detener a los delincuentes, convoquemos manifestaciones con lemas como «¡Basta ya!» y «¡Todos unidos en defensa del Código Penal!», exigiendo a los malhechores que dejen de cometer delitos y que se entreguen.
-Y eso ¿para qué sirve?
-Hombre, no para mucho, si se mira desde el lado práctico. Pero los ciudadanos honrados se desfogan gritando contra los delincuentes y, además, así queda clara nuestra preocupación y se ve que no estamos mano sobre mano, ¿sabe?
-Me parece muy raro.
-No se crea. Se lleva mucho. Antes, todas las manifestaciones eran para plantear exigencias a las autoridades, pero ahora se hacen también un montón para reclamar cosas a los delincuentes. Parece que eso demuestra la vitalidad de la sociedad civil.
-Si usted lo dice... -concluye la muchacha.
Y se va para su casa.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (27 de septiembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 31 de marzo de 2017.
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