Tanto más comparo la anterior legislatura con ésta, tanto más añoro aquellos benditos tiempos en los que el PP no contaba con la mayoría absoluta.
Fueron tiempos de modestia. En muy diversos terrenos.
En el social, por ejemplo. Empeñado en demostrar -o en parecer- que no era el feroz ogro derechista que vaticinaban los agoreros, el Gobierno de Aznar buscó denodadamente el consenso de las organizaciones sociales. Y lo obtuvo. Con lo cual no hizo mucho, pero tampoco destruyó gran cosa.
También en la autonomización del Estado. Necesitado del apoyo de CiU -y deseoso, ya metido en gastos, de granjearse también el del PNV- desarrolló una sensibilidad descentralizadora que nadie le había supuesto. Pasó, por así decirlo, del «¡Pujol, enano, habla en castellano!» a hablar catalán en la intimidad. Visto y no visto.
Se cuidó igualmente muy mucho de lanzar asaltos a bayoneta calada contra el régimen de libertades. Para cuantos ya nos habíamos habituado al estilo Corcuera, lo de éstos nos parecía hasta light.
Ellos se quejaban. Decían que su situación de debilidad parlamentaria les impedía emprender algunas reformas regeneracionistas fundamentales. La de los medios de comunicación públicos, por ejemplo. O la del Poder Judicial.
Al final, les llovió del cielo -Borrell y Almunia mediantes- la ansiada mayoría absoluta.
A partir de la cual, enterraron en cal viva sus supuestos afanes de regeneración democrática. ¿Reformar RTVE? Sí: para meternos más publicidad, publicidad hasta en la sopa -ahora también hasta en la radio, según anuncian- y para consolidar los informativos como la versión audiovisual del BOE.
¿Acabar con el sistema de cuotas en el Poder Judicial? Ni de broma: el sheriff de Oklahoma al Constitucional y el atrabiliario Garzón a los altares, incluido los del CGPJ. Y si hay que cargarse a los tres magistrados de una Sala molesta, siempre habrá algún asidero.
¿Autonomías? Patriotismo constitucional sea eso lo que sea y Santiago y cierra España. Sobre todo por el Estrecho.
¿Avances sociales? Desregulación del mercado laboral e impuestos indirectos (perdón: tasas) a gogó. Que pague todo dios lo mismo, aunque unos ganen cien y los otros uno. Y que viva la nueva igualdad... de pago. Como en la Enseñanza. Como en todo.
Están que se salen. Ahítos de prepotencia y de derechismo.
Se han quitado la careta.
¡Bendito tiempo de Carnaval! Los prefería cuando estaban disfrazados.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (8 de febrero de 2002) y El Mundo (9 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de marzo de 2017.
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