De creer a los especialistas en ese género de estudios, parece ser que los vascos tenemos una curiosa tendencia a definirnos en función de lo que carecemos. Los psicólogos nos interrogan acerca de las tópicas manchas de tinta sobre el papel en blanco, y la mayoría de los vascos, en vez de expresar como los demás mortales lo que nos parece que se insinúa en el borrón, respondemos -dicen- especulando sobre lo que dibuja el espacio que queda sin nada, o mejor, con nada. Aseguran que eso se debe a que nos atrae irrefrenablemente el vacío, el noser, la inmaterialidad.
No son pocos los que afirman que, en el mundo mental vasco, la nada es algo. Fíjense: en euskara, el golpe fallido no se expresa por su lado negativo. Si uno golpea y falla, no es que no haya dado: «Le ha pegado -se dice, traducido de modo literal- al vacío».
Hay muchas viejas especulaciones sobre todo esto a las que, como racionalista impenitente, nunca he prestado crédito. Las historias sobre Lo Vasco y La Nada, a partir de las cuales el gran Jorge Oteiza ha construido tanta literatura -escrita y esculpida, me dejaban frío.
Ahora ya no estoy tan seguro de que deba rechazarlas de plano.
Las dudas me han asaltado tras pasar un año observando directa y detalladamente la política vasca.
Y no lo digo porque eso me haya permitido comprobar que la Nada está cómodamente aparcada en el cerebro de muchos políticos vascos. Ni por la abrumadora cantidad de retórica vacía que son capaces de generar. Al contrario: ésos son aspectos en los que Euskadi se homologa, más que distancia, de la cruda realidad cotidiana que se vive del Ebro para abajo.
Lo digo por la insólita capacidad que los vascos demostramos para encarar la política del mismo modo que -ya digo: dicen- abordamos el ejercicio de las manchas de tinta: especulando con lo que nos falta, discutiendo sobre lo que podría haber, dejando de lado lo que se nos presenta tangible.
Pensarán ustedes que lo formulo como reproche. No tanto. Porque tan malo es ser rehén de los sueños como esclavo de lo existente. Y a menudo lo real no representa sino otra forma de la Nada: otro Gran Vacío, presuntuoso y mezquino.
Javier Ortiz. El Mundo (6 de diciembre de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de diciembre de 2010.
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