Comí ayer con mi amigo Gervasio Guzmán, que estaba impaciente por tener noticias de primera mano sobre el fugitivo Roldán.
-¿Dónde lo tenéis? -me soltó nada más verme. Gervasio ha visto muchas veces Primera plana, de Billy Wilder, y se piensa que los periodistas que consiguen localizar a un escapado de la Justicia lo esconden siempre por su cuenta, a poder ser en algún mueble.
Le contesté que no tengo ni la más mínima idea de dónde puede estar. Pero ya sabía que no me iba a creer. La experiencia me ha demostrado que Gervasio, como tantos otros, está siempre dispuesto a aceptar las explicaciones más alambicadas, pero de ningún modo las más simples.
Una vez comprobado que no me iba a sacar nada, me comunicó que él tenía una teoría. Le pedí que me la explicara.
Empezó en plan literario:
-¿Recuerdas aquel poema de Bertold Brecht que dice: «General, tu tanque es poderoso. Pero tiene un defecto: necesita un conductor»? Estoy convencido de que eso es lo que por ahora salva a Roldán.
-¿Ah, sí? ¿Cómo? -repliqué.
-Pues está muy claro. Te daré los dos elementos de mi reflexión. El primero: la investigación que hizo el entonces juez Garzón sobre los GAL demostró que esa banda tenía en su cúspide a un señor, al que él llamo «X». Ese Señor X puso en marcha los GAL porque pensaba que es válido cualquier método -incluido el asesinato- cuando se trata de proteger un bien superior. Como sabes, el Señor X no fue ni detenido ni procesado. Está libre. En posición de seguir actuando.
No entendía ni jota, pero dejé que continuara con su historia.
-Segundo elemento de mi reflexión: imaginemos que, dentro del lote de basura que Luis Roldán amenaza con desvelar, se encuentra la verdadera identidad del Señor X. A nada que el Señor X medite sobre su situación, se dará cuenta de que Luis Roldán representa un gravísimo peligro para él. Que su problema no es que esté huído o en la cárcel. Que su problema es que pueda hablar. Que exista.
En ese punto, Gervasio levantó su copa y se quedó mirando el vino con aire beatífico.
-¿Y qué tiene eso que ver con el poema de Brecht? -le pregunté.
-Pues me parece evidente. Yo no dudo de que, si el Señor X pudiera, ordenaría quitar a Roldán del medio. Suicidarlo. Total, ¿qué más le da, un muerto más o menos? Pero no puede realizar «el trabajo» en persona. ¿Y quién le asegura que el que lo realizara por encargo suyo no acabaría por chantajearlo o por traicionarlo? Esa es la cosa: «el tanque» del Señor X necesita un conductor. Y es difícil que lo encuentre. Pero, ojo, no os fiéis. Ya mandó matar una vez. Es un paranoico criminal.
Dejé a Gervasio con sus teorías. ¡Qué cosas tiene! Cree que la vida es como las novelas de Le Carré.
Javier Ortiz. El Mundo (4 de mayo de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de mayo de 2012.
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