Plantea don Antonio Garmendia a la audiencia de Las mañanas de Radio 1, de Radio Nacional, una pregunta: "¿Qué sucedería si una fuerza irrefrenable se topara con un obstáculo infranqueable?".
El presunto enigma no es de don Antonio. Hace muchos años que lo planteó Isaac Asimov. Me parece recordar que fue en su obra 100 preguntas sobre la Ciencia.
Deja don Antonio que el personal se devane los sesos y, al final, sentencia: "Pues sucedería una cosa... inimaginable".
Garmendia es hombre por lo común ingenioso -a veces incluso muy ingenioso-, pero en esta ocasión no ha estado demasiado lúcido.
La respuesta correcta no es la suya. Se puede decir incluso que él se ha ido a las antípodas de la correcta.
Lo que hay que responder a esa pregunta es que plantea un problema que sólo existe en la cabeza de quien lo piensa.
Las dos ideas clave que incluye ("algo irrefrenable" y "algo infranqueable") son ajenas a la Naturaleza. En la Naturaleza no existe ningún absoluto. Los absolutos son tan sólo herramientas del pensamiento humano. Meras abstracciones. Y las abstracciones pueden ser útiles -suelen serlo- para cavilar, pero no reflejan ninguna realidad concreta y específica exterior a los cerebros humanos. En la realidad objetiva no hay nada que sea ni irrefrenable ni infranqueable.
En consecuencia, no hay problema. Es sólo un sofisma.
Por eso decía que la respuesta correcta está en las antípodas de la proporcionada por don Antonio Garmendia: lo que ocurriría en el caso de producirse un choque de ese género es imaginable -en la medida en que está situado en el terreno de la imaginación-, pero no posible.
Pasa lo contrario que con este otro sofisma de mi invención: por contradictorio que parezca, es perfectamente posible perder un imperdible.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de agosto de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de febrero de 2017.
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