«O se es un país inmenso que cumple una misión universal o se es un pueblo degradado y sin sentido»
(José Antonio Primo de Rivera)
«La prioridad del Gobierno vasco no puede ser tener más competencias; la prioridad del Gobierno vasco tiene que ser acabar con el terror».
No me pregunten qué miembro del Ejecutivo de Aznar ha pronunciado esta frase en los tres últimos días. Pregúntenme quién no lo ha hecho y acabamos antes.
Queda rotundo, y hasta parece muy razonable, pero en realidad carece por completo de lógica. De acuerdo con ese planteamiento, se diría: a) que es el Gobierno vasco el único responsable de acabar con el terrorismo, y b) que si contara con más competencias lo tendría peor para llevar a cabo esa misión. Cuando lo cierto es: a) que el grueso de los medios policiales y de los recursos políticos está en manos del Ejecutivo de Aznar, por lo que recae sobre él la mayor parte de la responsabilidad al respecto, y b) que es él el que está regateando al Gobierno vasco los medios que reclama para afrontar con más eficacia la parte que le corresponde en esa tarea.
Eso es lo que dicta la lógica, pero tanto da.
Se imponen en la política oficial española los dilemas de apariencia aplastante y de contenido absurdo.
Mayor Oreja dice que el País Vasco no necesita más nacionalismo, sino «más España». ¿Adónde pretende llegar con eso? Primero niega que el terrorismo tenga una solución política y luego se empeña en plantear el problema en el plano político, como una pugna entre dos nacionalismos, el vasco y el español.
No es cosa sólo del PP. También del PSOE (o de sus dirigentes centrales, al menos). Escucho a Rodríguez Zapatero: «Euskadi no necesita referéndums; Euskadi necesita que se acabe el terror». Ya. Porque, como es bien sabido, no hay nada que más aliente el terror que llamar al pueblo a las urnas.
Se plantea como una verdad evidente por sí misma -que, por lo tanto, no requiere demostración- la idea de que consultar al pueblo vasco qué clase de futuro nacional desea para sí es una tremenda irresponsabilidad, porque representa un factor de grave división. Examínese esa supuesta verdad de cerca y se comprobará que lo que se nos está presentando como evidente es que la unidad del pueblo vasco sólo puede establecerse sobre... ¡la renuncia de la mayoría a sus aspiraciones! Para evitar los problemas que podría acarrear que se hiciera lo que quiere la mayoría, hay que hacer lo que quiere la minoría. Singular lógica, a fe.
Otros pensamos que, cuando en una sociedad aparecen dos posiciones potencialmente irreconciliables, lo más sensato es negociar un acomodo. Pero que no se inquieten los patriotas: no pintamos nada.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (1 de octubre de 2002) y El Mundo (2 de octubre de 2002), salvo la cita de Primo de Rivera. Subido a "Desde Jamaica" el 16 de enero de 2018.
Comentar