Leo en un periódico que ayer dieron un premio -otro- a los concejales vascos del PP y el PSOE. Fue en Sevilla y los galardonaron, según cuentan, «por su resistencia a la presión terrorista».
Me encuentro en otro diario con un sondeo que jerarquiza las preocupaciones de la población española. De sus conclusiones se desprende que una amplia mayoría sigue situando el terrorismo entre sus principales angustias.
No sé de qué terrorismo hablan.
Hace tiempo que ETA apenas ha causado destrozos. Por no hablar de víctimas. Su presencia en la vida política ha sido durante los últimos meses -muchos meses- casi testimonial. Lo último que se ha sabido de su existencia es la oferta que hizo de no interferir en la campaña electoral, en el caso de que se llegara a presentar una candidatura nacionalista única. PNV y EA no quisieron saber nada al respecto y Arnaldo Otegi les acusó de «escupir en la mano de ETA». Tuvo al menos el detalle de no apuntarse al dicho que habla de «escupir en la mano que te da de comer». Lo que en todo caso no está nada claro es que ETA tenga la menor intención de meter baza en la campaña, con oferta o sin ella. Incluso he oído decir a gente supuestamente bien informada que entra dentro de lo posible que ETA anuncie, coincidiendo con el Aberri Eguna (que este año toca el 11 de abril), el cese indefinido, si es que no definitivo, de su actividad armada.
Pero no es sólo que ETA no dé tiros ni ponga bombas; es que también se ha ido diluyendo eso que llaman «el terrorismo de persecución», es decir, la presión en el propio entorno: las amenazas, los insultos, las pintadas... O las ruedas del coche pinchadas, o el cóctel molotov contra la puerta de casa o la ventana. Ese género de acoso -que en ocasiones puede ser todavía más difícil de sobrellevar, por lo constante- ha bajado en intensidad hasta tal punto que apenas hay ya noticia de su existencia.
En definitiva: que la violencia de ETA y afines podrá constituir una amenaza todo lo potencial que se quiera, pero apenas tiene entidad práctica en la realidad de estos días. Pese a lo cual, algunos hablan de ella como si constituyera el pan suyo de cada día.
Tan es así que resulta inevitable pensar que, efectivamente, es el pan suyo de cada día. Quiero decir: que comen de eso.
El otro día, un escritor catalán fue abucheado en Madrid durante la presentación de un libro porque dijo que, si ETA no existiera, la derecha española la tendría que inventar. Para mí que algo de eso ya está pasando. Porque el hecho es que la derecha española no para de hablar de ETA, por más que ETA diga poco y haga menos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (25 de enero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.
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