Los fariseos preguntaron a Jesús de Nazaret cómo se atrevía a violar la ley sacra que manda descansar el sábado, dedicándose a hacer buenas obras en tal día. Y él les contestó: «El sábado está hecho para el hombre; no el hombre para el sábado».
José María Aznar debería leer las cartas de San Pablo a los Corintios. Quizá así, inspirándose en la doctrina cristiana, pondría menos énfasis en exigir a Chirac y Schröder que se atengan al Pacto de Estabilidad, cual si de una ley divina se tratara, y entraría a considerar si conviene al bienestar de los hombres -y de las mujeres, aunque a San Pablo le preocuparan bastante menos- que la UE tome sendas económicas menos ortodoxas pero más útiles.
Aznar presume de hacer sus deberes. Pero se ve que entre sus deberes no figura ni la cantidad ni la calidad del empleo: España ofrece en ambos campos uno de los panoramas más deprimentes de la Europa comunitaria. Tampoco debe de considerar que entre sus obligaciones figure el desarrollo tecnológico: la inversión pública en I+D va aquí de mal en peor. A lo que parece, entiende que también queda fuera de sus deberes la posibilidad de que el Estado emplee su dinero -nuestro dinero- en potenciar las infraestructuras, dinamizando la economía y generando empleo. ¿Será que Chirac y Schröder se han vuelto keynesianos? No: es, sencillamente, que han sacado algunas lecciones de la experiencia. Y, visto lo que dan de sí si las recetas neoliberales, han decidido recurrir también a otras.
El consejo de ministros conjunto que celebraron anteayer los gobiernos de Francia y Alemania ha marcado el paso al que habrá de ajustarse la Europa comunitaria, de la que ambos estados son columna vertebral. Aznar puede hacer todos los aspavientos que quiera y decir que ésa ha sido tan sólo «una de las muchas reuniones que se celebran en Europa». No puede ignorar que le han dado con la puerta en las narices.
Al final, todo se relaciona con todo. Y todo es consecuencia de todo. Es lógico que Blair, primer ministro del menos europeísta de los estados de la UE, haya venido decantándose sistemáticamente del lado de los Estados Unidos, siguiendo la tradición británica. Sabe a qué juega. Sabe que el peso que tiene el Reino Unido en los más diversos órdenes obliga a los demás a tenerlo en cuenta, por mucho que les fastidie. ¿Pero Aznar? ¿De dónde se sacó que hacía un buen negocio enfrentándose al eje francoalemán y dedicándose a dar a Chirac y Schröder campanudas lecciones de política exterior, de política común de Defensa, de constitucionalismo continental, de pericia económica y de todo lo que pillara por delante?
Le han puesto en su sitio. A él y, ya de paso, a su amigo Berlusconi.
Que pidan ahora socorro a Bush. No podrá auxiliarlos. Está demasiado ocupado escapando de un huracán. ¿Qué digo de un huracán? De varios huracanes.
Javier Ortiz. El Mundo (20 de septiembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de abril de 2018.
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