Al PP y el PSOE se les lleva el alma el diablo por el ridículo que han hecho en el Parlamento Vasco. A decir verdad, están que echan chispas los dos partidos, aunque el ridículo, propiamente hablando, lo hizo casi exclusivamente el PP: Varios de sus diputados fallaron a la hora de votar los Presupuestos del Gobierno Vasco -alguno, como Mayor Oreja, porque llegó tarde; algún otro, como Leopoldo Barreda, porque se equivocó y votó a favor-, con lo que el Ejecutivo de Ibarretxe sacó adelante su propuesta.
El asunto no tiene nada de baladí porque, como es bien sabido, los Presupuestos son el instrumento fundamental para poner en práctica la política de los gobiernos. El pasado año, el Ejecutivo de Vitoria no tuvo más remedio que prorrogar los Presupuestos del anterior ejercicio, lo que le impidió desarrollar algunas iniciativas en las que tenía particular empeño. El próximo año no será el caso y podrá asignar sus dineros a las partidas que mejor le cuadren.
Se está diciendo que el tripartito logró sus propósitos recurriendo a una fea argucia: adelantando la hora de la votación para aprovecharse de las ausencias. No sé a qué dirigente del PSE le he oído decir que fue un acto de «piratería parlamentaria». Supongo que quería decir «filibusterismo», que es el término que suele utilizarse en los parlamentos de todo el mundo para referirse a las triquiñuelas que permite el uso pijotero de los Reglamentos.
Podría haber sido así, ciertamente, y no habría tenido nada de ilegítimo, pero el caso es que no lo fue. Socialistas y populares fueron víctimas de su propia torpeza. Les habría bastado con hacer uso de la totalidad del tiempo que tenían asignado en el debate (media hora de intervención y diez minutos de contrarréplica: 40 minutos para cada uno de los grupos) para que la sesión hubiera llegado, como poco, a las 11 de la mañana, dando sobrado tiempo para que los retrasados ocuparan sus escaños. Actuaron con una patética falta de reflejos, indicativa de su lamentable capacitación como políticos. Aparte que no deja de tener su punto de cómico que se quejen de hipotéticas argucias quienes el año pasado llegaron a extremos tan sorprendentes como negarse a ocupar sus escaños, por ejemplo, para boicotear el debate presupuestario.
Un asunto que todo esto vuelve a poner en entredicho es el de las opciones de Mayor Oreja como posible sucesor de Aznar. Él mismo ha venido a reconocer que el incidente le ha dejado tocado. Y así es, pero no tanto por su desliz horario como por la demostración de su incapacidad para formar equipos competentes. La plana mayor del PP vasco ni se olió la que se le venía encima.
Eso no es un problema de puntualidad, sino de neuronas.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de diciembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.
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