Nicolás Redondo Terreros acusa de relativismo moral a quienes expresamos nuestro temor de que la situación de Euskadi vaya a peor.
No sé de dónde se ha sacado eso del relativismo moral.
Escribió Antonio Machado que «no hay nada que sea absolutamente inimpeorable». Eso no es relativismo moral, sino mero conocimiento de la Historia. Ya se sabe que un pesimista es tan solo un optimista bien informado.
La tesis de Redondo Terreros es que Euskadi ya está instalada en la maldad absoluta. A partir de lo cual, es imposible que empeore, puesto que lo absoluto no admite grados.
Una cosa es que el PSOE renunciara al marxismo y otra que abrace la teología. El razonamiento de Redondo Terreros camina exactamente por los mismos derroteros que siguió San Anselmo para elaborar su prueba ontológica de la existencia de Dios. Ambos se apoyan en la misma base metafísica: la pretensión de que existen los absolutos. Con el agravante de que San Anselmo, por lo menos, se refería a un supuesto intangible, en tanto que el candidato socialista nos habla de lo que tenemos delante de nuestras mismas narices.
Claro que la situación de Euskadi puede agravarse. De hecho, se está agravando. No porque ETA esté aumentando su capacidad de dislate criminal -hipótesis difícil de calibrar, ciertamente-, sino porque cada vez se ahonda más la tajante división de la sociedad vasca en dos comunidades enfrentadas.
Desde luego que ETA ha hecho mucho por contribuir a esa fractura social. Pero, aunque conexos, el terrorismo y la ruptura interna de la sociedad vasca son ya para estas alturas dos fenómenos diferentes, cada uno con su propia dinámica. La creciente hostilidad entre la comunidad nacionalista y la españolista está degenerando en una auténtica crisis de convivencia.
Asistimos, en efecto, a un proceso de ulsterización galopante de Euskadi, y mucho me temo que los políticos de uno y otro signo no se estén apercibiendo del enorme calado del problema, que puede marcar de manera indeleble -trágicamente indeleble- el futuro de la sociedad vasca.
Por supuesto que todo puede ir a peor. Y, en la medida en que unos y otros insistan en asumir estrategias de división -los unos en la línea del pacto PP-PSOE, los otros en la del frente abertzale-, sin duda que irá a peor.
O se endereza el rumbo, o se buscan fórmulas que contribuyan a la coexistencia pacífica y tiendan puentes entre las dos comunidades, o ese país -que es el mío: perdonen la tristeza- tendrá muy difícil remedio. Si es que lo tiene.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (23 de febrero de 2001) y El Mundo (24 de febrero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de marzo de 2013.
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