No creo que Gaspar Llamazares tenga defectos mayores, excepción hecha de su desmemoria (¡mira que hacer un repaso de la historia de IU y olvidarse de citar a Anguita!), pero me da que se ha metido en un brete de difícil salida.
Llamazares quiere ser un político realista. Eso, en principio, está muy bien, siempre que uno se las arregle para establecer correctamente en qué consiste el realismo. Pero para mí que se ha asesorado mal y ha llegado a la conclusión de que lo realista ahora mismo es desdibujar las señas de identidad que caracterizaron a IU en la pasada década y resignarse a trabajar a la sombra del PSOE.
Esa opción de Llamazares ha tenido como resultado una doble huida de muchos electores tradicionales de su coalición. De un lado, los más moderados -por así llamarlos, para abreviar- han decidido que, si de todos modos su voto iba a servir para respaldar a Zapatero, votaban directamente al PSOE, y asunto concluido. A la vez, pero por el otro lado, la gente más a la izquierda -dicho sea también con todas las reservas- ha visto que Llamazares puede utilizar su voto para apuntalar al Gobierno de los Bono y los Solbes, y ha decidido no dárselo.
¿Resultado? 636.458 votos.
No estoy criticando al coordinador general de IU por no saber guardar el fuego sagrado de las esencias de la izquierda pura. Lo que le reprocho es no tener en cuenta una de las leyes más elementales de la mercadotecnia: si no se sabe muy bien qué producto vendes, lo más probable es que lo vendas poco y mal.
Llamazares hace a veces discursos muy radicales. Pero es poca la gente que se detiene a evaluar los discursos. La mayoría opta por juzgar los hechos. Y la imagen que viene dando la dirección de IU en los últimos tiempos -mirada así: por sus resultados y sin demasiados matices- es la de una fuerza política que le pone muchas pegas al PSOE, pero que al final lo respalda.
Salvo en Euskadi.
Vale la pena reparar en el hecho de que Ezker Batua constituye la única federación de IU que se las está arreglando para capear el temporal. Los opinadores con mando en plaza ponen a Javier Madrazo de vuelta y media, pero EB-IU no para de mejorar sus resultados electorales. Es curioso.
Algo parecido pasaba con Julio Anguita, al que calificaban de utópico e iluminado, pero que llegó a recoger 2.639.774 votos.
Algo debe de haber en común entre ellos, porque la única comunidad autónoma que Anguita ha visitado durante la pasada campaña electoral fue Euskadi. Estuvo con Madrazo y dio una conferencia defendiendo la tesis de que las opciones de fondo del PSOE y el PP son en último término las mismas.
Puede que no sea un punto de vista muy realista, pero para mí que es el que sustentan muchos miles de ciudadanos que se han pasado en masa al partido de la abstención.
Javier Ortiz. El Mundo (16 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de abril de 2018.
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