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2001/06/13 07:00:00 GMT+2

El que no llora no mama

Los gerifaltes de la UE están que trinan por el resultado del referéndum irlandés, opuesto a la ratificación del Tratado de Niza.

En realidad, el alto mando de la UE no reniega del referéndum irlandés, sino de todos. Sangra por la herida: siempre que algún estado comunitario ha convocado un referéndum para decidir sobre cosas de la UE, la población concernida se ha dividido en dos mitades. A veces con ventaja para los euroescépticos.

Bruselas considera modélico el caso de España, donde los sucesivos gobiernos han suscrito todos los tratados y acuerdos que les han puesto por delante sin pedir jamás directamente opinión a la ciudadanía. Nuestros prebostes han alegado siempre que llevan los asuntos al Parlamento porque éste es, a fin de cuentas, el depositario de la soberanía popular. Hacen como si no se dieran cuenta de que hay asuntos de importancia capital que la ciudadanía malamente pudo tener en cuenta a la hora de elegir a los diputados, porque ni siquiera estaban planteados todavía.

A la burocracia de Bruselas, esa actitud de los gobiernos de España le encanta, porque no les plantea ningún problema.

Asegura Javier Arenas que al Gobierno de Aznar no le conmueve el rechazo irlandés. «España seguirá siendo apasionadamente europeísta», añade.

Pues muy mal hecho.

La experiencia demuestra que los órganos rectores de la UE tratan con más mimo a los Estados que cuentan con una fuerte corriente social euroescéptica. No digamos ya si su cuota parte de euroescepticismo se materializa en un buen referéndum adverso a los actuales arcanos de la construcción europea.

El gobierno danés obtuvo en su día ventajas de Bruselas alegando que, o contentaba de algún modo a sus votantes, o no le dejarían ratificar el Tratado de Maastricht. Francia enseñó los dientes con idéntico resultado. Londres viene haciendo lo propio desde hace años. Lo mismo que Berlín.

Ahora, el Gobierno de Dublín sacará también una sustanciosa tajada, gracias al resultado de su reciente referéndum. Y es que no hay nada como presentarse en Bruselas diciendo, en plan quejoso: «No, si yo votaría a favor, pero es que mi opinión pública no me deja, a no ser que le ofrezca importantes concesiones».

Resignados, los otros 14 no tendrán más narices que otorgar a Irlanda no poco de lo que exige.

A quienes nunca reservarán ningún trato especial es a aquellos que se les presentan declarando de antemano el «apasionado europeísmo» de su población. O sea, sus inagotables tragaderas.

Se dicen europeístas, pero no pasan de europapanatas.

Javier Ortiz. El Mundo (13 de junio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de junio de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/06/13 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: irlanda javier_arenas euroescepticismo europa el_mundo francia aznarismo 2001 dinamarca aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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