Faltaba Francisco Vázquez y apareció ayer para decir lo que todos sabíamos que acabaría diciendo: que él también está en contra del proyecto de reforma del Estatuto de Gernika aprobado por el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) y de su definición de la sociedad vasca como «comunidad nacional». Antes se habían pronunciado en términos casi idénticos Manuel Chaves, José Bono, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Carlos Chivite (que es el nuevo secretario general de los socialistas navarros) y la europarlamentaria Rosa Díez. Esta última cogió carrerilla y, en uno de sus frecuentes ataques de verborragia, sostuvo la tesis de que la expresión «comunidad nacional» es propia de nazis y fascistas.
De todas las críticas formuladas por los unos y los otros, y dejando de lado los vuelos de Rosa Díez por los espacios siderales del disparate, la que más me llama la atención es la que sostiene que el uso del adjetivo «nacional» referido a Euskadi es «ajeno a la tradición socialista». Es extraño que gente tan veterana en la actividad política como son quienes afirman tal cosa haya olvidado que, no ya el PSE por su cuenta, sino el PSOE, a escala federal, sostuvo durante los últimos años del franquismo que Euskadi es una nación y que su pueblo merecía ver reconocido su derecho a la autodeterminación. Ambas afirmaciones figuraron en numerosos documentos de la época, entre ellos la Declaración fundacional de Coordinación Democrática, el organismo unitario de la oposición en cuyos órganos rectores el PSOE estuvo representado al máximo nivel.
No creo que lo hayan olvidado. Supongo que fían de la desmemoria general para inventarse un pasado que no se corresponde con los hechos.
Tienen cierta costumbre de eso. Hace poco, debatí en público con un socialista vasco, ex marxista de pro, que pretendió colar la tesis de que el concepto del derecho de autodeterminación fue concebido para referirse a las situaciones coloniales en el Tercer Mundo. Tuve que recordarle que los austromarxistas, Otto Bauer y compañía, sostuvieron ese principio a comienzos del siglo XX aplicándolo a los pueblos de Europa, y que el Viejo Continente ha contemplado muchas aplicaciones del derecho de autodeterminación: gracias a él se separaron Suecia y Noruega, apelando a él nació Finlandia, en su virtud se han fundado la República Checa y Eslovaquia, se han hecho independientes los estados bálticos y se ha disgregado la vieja Yugoslavia... Todo eso lo sabía mi interlocutor. Sólo que no le apetecía recordarlo. Como no apetece a Chaves, Bono, Ibarra y compañía recordar que ellos mismos defendieron en su día el derecho de autodeterminación de Cataluña, Euskadi y Galicia.
Dicen que admitir ese derecho para las tres nacionalidades llamadas «históricas» (*) sería «quebrar el principio de solidaridad interterritorial». Son curiosos estos socialistas que no tienen nada que objetar a la quiebra constante del «principio de solidaridad» social, cuya aplicación llevaría a impedir que en el conjunto de la población española los que más tienen estén tan por encima de quienes tienen menos, y se dediquen a alimentar la idea absurda de que si se reconoce que un pueblo tiene unos rasgos nacionales específicos se le concede algún tipo de privilegio. Se trata, pura y simplemente, de reconocer hechos, no de asignar partidas presupuestarias. Admitir que Euskadi es una comunidad nacional no tiene la menor repercusión sobre la fijación del cupo con el que las arcas públicas vascas contribuyen al erario central.
¡Pero es tan fácil hacer demagogia con estas cosas! ¡Es tan fácil atizar los rencores entre los pueblos!
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(*) No veo a qué viene el uso del adjetivo «históricas» en relación a las nacionalidades catalana, vasca y gallega. Todos los pueblos de España son «históricos». Que yo sepa, ninguno ha aparecido por aquí recientemente. Las diferencias existentes no van por el lado del calado histórico, sino por la singularidad cultural-nacional, cuya expresión más evidente, pero no única, es la existencia de lenguas propias.
Nota aparte (como añadido al Apunte de ayer).- He ganado a la lotería la impresionante cantidad de... 220 euros. Y no con el número del que más llevaba, sino con dos que intercambiamos entre amiguetes en Markina. Lo justo para cubrir algún gastito navideño. La vida sigue igual.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de diciembre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de julio de 2017.
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