Contemplo la polémica sobre nuevas fuentes de financiación sanitaria y me asalta al punto una poderosa sensación de déjà vu. Es como si volviera a leer las mismas propuestas que ya hizo el Gobierno en 2002, respondidas por la oposición con idénticas críticas. Con una diferencia: entonces el Gobierno era del PP y la oposición mayoritaria, del PSOE.
Trata el Ejecutivo de paliar el excesivo déficit sanitario por dos vías: la central, aumentando los impuestos sobre los alcoholes y el tabaco, y la autonómica, permitiendo que los gobiernos locales incrementen el beneficio que obtienen de ciertos gravámenes.
Se mofa de Rodríguez Zapatero el PP y de la afirmación que hizo cuando era candidato, según la cual lo progresista no es subir los impuestos, sino bajarlos.
En realidad, tan frívolo es afirmar lo uno como lo otro. Por regla general, resulta más justo poner el acento en los impuestos directos, que gravan a cada individuo en proporción a sus ingresos, que en los indirectos, que pagan por igual los ricos y los pobres. Pero ese criterio tampoco es suficiente, porque también hay que juzgar cómo se administra lo recaudado.
El Estado -hablo del conjunto de las administraciones- no ingresa por separado para Sanidad, para Educación, para Defensa, para infraestructuras, etcétera. En cada uno de sus niveles -central, autonómico, local-, cuenta con una caja única, a partir de la cual debe distribuir el gasto. En consecuencia, carece de sentido afirmar que la Sanidad resulta deficitaria. Lo es por naturaleza, lo mismo que la Educación, que la Defensa... y que la Casa Real, sin ir más lejos.
Si hay que apretarse el cinturón, habrá que establecer una jerarquía de necesidades.
Dejo esto a un lado por un instante para llamar la atención sobre otros aspectos realmente curiosos del asunto. Por ejemplo, la cuantificación que hace el Gobierno de los ingresos que obtendrá aumentando los impuestos sobre el tabaco y los alcoholes. ¿Tan seguro está de que la campaña del Ministerio de Sanidad contra el tabaquismo y el alcoholismo va a fracasar, y de que las tasas de consumo de ambos géneros van a mantenerse incólumes?
Otrosí, y ésta dirigida a los del PP: ¿se han preguntado por qué la Sanidad de algunas comunidades autónomas administradas por su partido, caso de la valenciana y la balear, pasa por tantos apuros? Les aporto un par de factores clave: porque han favorecido con fervor ladrillero el crecimiento del turismo residencial, integrado en su mayoría por extranjeros vetustos que recurren sin parar a la Sanidad pública, y porque han hecho la vista gorda ante la emigración clandestina, que gasta en Sanidad pero no cotiza a la Seguridad Social.
Visto todo lo cual, me pregunto: en suma, ¿cuál es el problema?
Y respondo: el problema -ay, mis queridos conciudadanos- es casi todo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de septiembre de 2005) y El Mundo (3 de septiembre de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 28 de julio de 2017.
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