Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

1996/10/30 07:00:00 GMT+1

«El problema de España»

Me viene al recuerdo el poema de un amante encandilado: «Siempre la misma y siempre diferente», escribía de su adorada. Con España pasa lo mismo: cuanto más cambia, más igual se queda. Pero no estoy muy seguro de que el fenómeno sea como para dar saltos de gozo.

La España inmutable -la vieja España eterna- alberga en su seno algunos géneros de ciudadanos muy poco aptos para la convivencia. Para la convivencia, en general, y para la convivencia entre ellos, de modo especialísimo.

«Ser español, un orgullo», dicen los de una bandería. Ser español, en principio, no pasa de ser una mera circunstancia: puesto que se nace, en algún sitio hay que nacer. Tomar ese hecho como motivo de orgullo implica considerar que hay grupos humanos que son mejores y, en consecuencia, otros que son peores. No otra cosa es la ideología nacionalista.

Cabría preguntarse, además -pero ése es ya otro asunto-, qué motivos podría tener una persona medianamente sensata para sentirse particularmente orgullosa de haber nacido en España. Hay razones para sentirse aliviado por no haber venido al mundo en un lugar donde el personal se muera de hambre, o esté a tiros, o no tenga acceso a unos mínimos de cultura. Pero eso, como digo, puede ser causa de alivio; no de orgullo.

Otro género característico y muy redundante de españoles -de españoles de origen, como dicen los pasaportes- es el de aquellos que reniegan de la circunstancia administrativa de su nacimiento. Afirman que no son españoles: se consideran catalanes, o vascos, o gallegos, o canarios, a secas. Conforman un grupo hostil al anterior, pero en realidad muy similar, por equidistante. Por más que los ciudadanos de este género centren sus preferencias en otro ámbito humano, lo esencial es que también sustentan su ideología en una preferencia nacional.

El añejo «problema de España» -al que los cursis llaman ahora «diseño de un modelo autonómico» y los más estirados, «búsqueda de la cohesión nacional»- proviene de la incapacidad de los unos y los otros para considerar la realidad «en frío, imparcialmente». Esto es, para tomarse con calma que nos ha tocado a todos vivir en este pedazo de Europa con adherencias africanas y que, puesto que aquí estamos, lo mejor que podríamos hacer es ver si hay modo humano de arreglarnos para estar juntos en condiciones de igualdad jurídica, sin que nos cieguen los orgullos de parte y los orgullos de todo (que son de parte, disfrazada de todo).

Pero no creo que sea posible. La experiencia enseña que, en cuanto alguien del Poder central tiende una mano hacia «la periferia», los paladines de lo centrípeto se le echan encima. Y lo mismo al revés.

Sólo me queda una esperanza. Constato que el personal local se ha hecho con el tiempo todavía más cobarde que nacionalista. Ya que no la sensatez, quizá el miedo se encargue de impedir que los unos y los otros acaben liándose a tortas.

Javier Ortiz. El Mundo (30 de octubre de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de noviembre de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1996/10/30 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: españolismo españa cataluña 1996 nacionalismo preantología euskal_herria galicia el_mundo euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)