Un amplio sondeo electoral realizado en la Comunidad Foral de Navarra indica que, de celebrarse elecciones ahora mismo, Batasuna no perdería respaldo electoral, incluso contando con el hueco que habría de dejar a la corriente Aralar, que obtendría un diputado.
El dato es importante. Significa que Batasuna mantendría la cota de votos extraordinaria que obtuvo tras la declaración de la tregua de ETA, cuando la izquierda abertzale alcanzó sus mejores resultados electorales. O, dicho de otro modo: significa que no pagaría el más mínimo precio por todo lo ocurrido desde que ETA rompió la tregua. Hace algo más de un año, Batasuna pasaba en Navarra por un auténtico calvario, con las peores previsiones electorales de su historia. Ahora, después de que Garzón decretara su suspensión de actividades -o sea, que la ilegalizara de facto- y de que el presidente foral, Miguel Sanz, se haya empeñado en ilustrar prácticamente cómo gobernaría en la Comunidad Autónoma Vasca el PP si pudiera, Batasuna recupera enteros a marchas forzadas.
Sería un verdadero bofetón para la línea marcada por el Gobierno central... si pudiera materializarse. Porque, para que Batasuna lograra esos resultados electorales, tendría que presentarse. Ahí es donde la gracia de Garzón entra en juego: puede ponerse de acuerdo con la Junta Electoral correspondiente, para que Batasuna vea rechazada la inscripción de sus candidaturas, con su nombre o con cualquier otro.
De ese modo, aunque la actuación de las autoridades centrales y de sus agentes navarros sea objetivamente un desastre político, no habría constatación fehaciente de ello en las urnas. Lo cual, para quienes viven en una permanente fictio iuris, haciendo como si lo dictado por sus leyes remodelara la realidad a su gusto y deseo, sería suficiente. Suficiente, por lo menos, para que en el resto del Estado se crean que van por el buen camino.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de noviembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.
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